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Xochitlalyocan, jardín que resguarda la memoria verde de México
Oaxaca, Oax. 21 de abril del 2012 (Quadratín).- El poeta Jaime Sabines escribió: la juventud sólo nos llega por contagio. Y la Banda Filarmónica Juvenil Municipal de Santa María Tlahuitoltepec Mixes, contagió la noche de este viernes con su juventud a cientos de espectadores que asistieron al concierto de gala 1,2,3 por los niños, en el teatro Macedonio Alcalá.
El concierto fue a beneficio de las niñas y niños de las Casas Hogar que atiende el Sistema DIF en Oaxaca, pero la música fue más allá, el beneficio también lo obtuvieron los asistentes que salieron del teatro cargados de juventud.
El programa abrió con la participación de la marimba Pequeña Mixteca, con niñas de ocho a diez años, ataviadas con traje regional del Istmo de Tehuantepec, que pusieron a palmear al público con las notas de Tehuantepec y Las chiapanecas.
Los 50 integrantes de la Banda Filarmónica Juvenil de Tlahuitoltepec iniciaron con los Sones y Jarabes Mixes de Rito Marcelino Rovirosa, pieza que nos remite a las montañas nebulosas del Zempoaltépetl. Continuaron con el pasodoble Brisas del Moncayo y después un popurrí de boleros.
Interpretaron La Zandunga, en una variación para sax, el Danzón Juárez y Así fue de Juan Gabriel. Hasta aquí el público disfrutaba de un repertorio convencional para una banda de música de alientos.
Las sorpresa y el júbilo fueron en ascenso con la interpretación de Michelle, Yesterday, You got a ticket to ride y Ob-la-di Ob-la-da de The Beatles. Piernas y manos del público empezaron a moverse para marcar el compás de la música.
Para cuando llegó el popurrí Alma latina, los asistentes ya habían roto la solemnidad. Con Livin la vida loca de Ricky Martin los movimientos de manos y pies fueron a más, pero cuando escucharon el Aserejé, sin levantarse de su butaca, empezaron con el rápido cruce de manos impuesto por las hermanas Ketchup hace ya más de una década. Hombres trajeados y mujeres con atuendo de coctel, varios de ellos servidores públicos, no se resistieron a la pegajosa interpretación.
La ovación del público para los músicos fue intensa, larga y de pie. La justa retribución a dos años de trabajo diario de los niños y jóvenes que por primera vez se presentaron en un escenario de la naturaleza del teatro Alcalá.
Su director, de tan sólo 25 años, Luis Porfirio Gutiérrez Vásquez, maestro de música desde los 19, fue reconocido con un aplauso especial. Luego de la euforia, los niños pusieron la nota de solemnidad con el que ha sido adoptado como el himno de los oaxaqueños, un tema dedicado a la ausencia: El Dios nunca muere.
La sangre joven se impuso. El director comentó al final del concierto que integrar un repertorio para todos los gustos no tiene ningún secreto: lo de menos, dijo, es bajar las partituras de internet.
Foto: Cortesía Gobierno del Estado