El pleito eterno: política vs brevedad
Signos y Señales
CIUDAD DE MÉXICO, 16 de mayo de 2016.- Para que fluya la inversión privada, se requiere por lo menos de estas condiciones: un estado efectivo de derecho, inversión pública creciente y constante, niveles de empleo bien remunerado y políticas sociales que satisfagan las necesidades básicas de las familias. En suma, de un clima favorable para la inversión.
Desafortunadamente en México, ya hemos rebasado, sobre todo en momentos electorales, los límites de lo aceptable.
En algún tiempo la gente decía: basta de promesas, queremos realidades, después el eslogan ya fue, basta de realidades queremos promesas…
Lo anterior porque la economía ya no es un asunto de especialistas, sino de ciudadanos. Más allá de discurso de grandes logros macroeconómicos, a las personas les interesa tener empleo permanente y bien pagado, les preocupa el incremento de precio de los alimentos y observan generalmente con un rencor social creciente, la desigualdad y la impunidad en que se ha desarrollado la cosa pública. Por supuesto que lo anterior no significa, sería un error considerarlo así, que todos los funcionarios, todos los policías o todos los políticos sean corruptos. Ha habido y hay mexicanos ejemplares en esas tareas.
Algo que está enrareciendo más el crecimiento económico, es el clima electoral, lleno de descalificaciones y acusaciones, algunas reales otras inventadas -calumnia que algo pega-, pero poca sustancia.
Ya se rebasó la mayor parte del tiempo de las campañas para elegir a los nuevos gobernadores y presidentes municipales. Las mismas se han caracterizado por un clima electoral negativo para la democracia y para el desarrollo económico.
Se siguen usando encuestas a modo que buscan influir sobre las decisiones de los votantes, pero muchos no olvidamos el fracaso evidente de las encuestadoras hace tres años. También se realizan debates, donde no se discuten las ideas o las propuestas, sino descalificaciones y/o justificaciones. Donde algunos candidatos se aprenden las respuestas de memoria, y luego se les olvidan.
Al respecto es memorable el debate entre Rafael Moreno Valle y el candidato perdedor de apellido Zavala, hace seis años en Puebla; el primero con propuestas -es un buen economista- y el otro insultándolo, mostrando con el tamaño de los insultos, el tamaño de sus miedos, y no recordó el efecto bumerang y al final lo hicieron pedazos.
En suma, debates que son más bien diálogos de sordos.
Se repiten en las campañas los lugares comunes: vamos a acabar con la pobreza, con la desigualdad, vamos a apoyar a la pequeña y mediana empresa… pero no hay propuestas integrales, que pasen el tamiz del análisis más elemental. Claro hay excepciones, pero muy escasas.
La historia no empezó hace seis años, la gente tiene memoria histórica y sensorial.
Sin considerar razones presupuestales, ni analizar sus finanzas publicas, menos teniendo en mente políticas de financiamiento del desarrollo, de relaciones estado-municipios, de separación de poderes -todavía el poder judicial no tiene autonomía presupuestal- se hacen promesas de infraestructura no valoradas realmente en cuando a las posibilidades de suficiencia presupuestal. Casi todos los candidatos sin excepción, caen en lugares comunes en que nadie puede disentir. Por ejemplo: acabaré con la pobreza, atacaré la impunidad, mis gobierno será transparente, etcétera.
Hay estados más complicados que otros, los niveles de pobreza generan corrupción y violencia, miedos inducidos, pero la solución ciudadana es votar y participar. Si no hay un buen clima electoral, no soñemos con un buen clima de inversión.