
Bloquean vecinos de la Gómez Sandoval por obra inconclusa
OAXACA, Oax. 24 de mayo de 2014 (Quadratín).- Es sábado de raya. De pasear con la familia. De disfrutar ese Zócalo histórico, aunque esté lleno de ambulantes. Día de convivir, de comer, de bolearse los zapatos; día de comprar un algodón de azúcar; un globo para la niña, un juguete de plástico para el niño.
Pareciera un fin de semana común. “Esto está de la chingada, ya no es como antes”, suelta uno de los asesadores de calzado, que en esta fecha debiera celebrar el Día del Bolero. Pero al igual que sus compañeros, lo festeja trabajando.
En el contorno del Jardín de la Constitución, algunos tienen clientes; otros prefirieron ya cerrar sus puestos; los más, a esperar un cliente. Todos saben de la celebración; pocos esperan festejo.
Don Alonso está sentado, leyendo un periódico. Medio día y apenas lleva tres clientes.
A sus 69 años, es su único sustento, de nueve o 10 de la mañana a ocho de la noche. O menos, si no hay clientes.
“Nos dieron en la ma… esos pinches boleros chiapanecos”… cuenta. “¡Mire, mire! ¡Allá van dos!, señala hacia el exterior del portal Benito Juárez.
El hombre, originario de Silacayoapan, tiene su puesto semifijo en la parte poniente del Zócalo. Espera que alguien le pida grasa.
–¿Qué tal el trabajo?
–Está de la chingada.
–¿No hay clientes?
–Pues hay uno que otro, pero esos pin…. chamacos nos vinieron a dar en todo. Desde hace varios meses, aparecieron como hongos y lo peor es que no son ni siquiera de Oaxaca; vienen de Chiapas.
–¿Pero se han quejado con la autoridad?
–Pues sí, pero de nada sirve. Con nuestro dirigente hemos enviado oficios al ayuntamiento, pero no hacen caso. Acá pasan los inspectores y ni en cuenta; los chamacos chiapanecos los contentan o les callan la boca con un cigarro, con dulces, con chicles y ya, no hacen nada.
–¿Pero han pensado hacer algo?
–Pues sí, incluso hemos dicho que nosotros mismos los vamos a correr de acá. Pero luego pensamos, qué tal si nos siguen y en nuestra colonia nos madrean. Son montoneros, son “cholos”, son chamacos que aparentemente son boleros pero se dedican a otra cosa.
–Demasiada competencia…
–Mire, mire cómo está de puestos; esto ya es un desastre. Ya se vende de todo, blusas, dulces, sombreros, ¡de todo! Y la autoridad no hace nada.
Don Alonso no está enterado de una comida que le ofrecerían a los boleros. Está esperanzado en lustrar más zapatos.
Sostiene con sus ingresos a su esposa y dos hijas. “Antes hacíamos 10 hasta 15 boleadas al día; ahora seis, siete, mucho ocho. Le tuvimos que subir a principios de año a 20 pesos la boleada porque no da, no da…”.
Ahí está don Alonso. Como están muchos aún, esperando que mejore la tarde. Que mejore el día, tan nublado como su trabajo.
Ahí están los boleros. En el Zócalo, en la Alameda, en el parque Juárez y otros sitios con menor presencia de visitantes. Pero les ganaron ya los ambulantes.
De acuerdo con la Unión de Aseadores de Calzado de Oaxaca, tan sólo en el Zócalo y la Alameda se encuentran unos 60 boleros.
“Pero la competencia está ca…..; dígame, ¿qué podemos para correr a esos chamacos?”, cuestiona el hombre, que además del sustento diario, tiene que juntar 150 pesos adicionales para pagar semanalmente la renta de su equipo en el centro de la ciudad.
“La mera verdad, esto ya no es negocio, pero qué le vamos a hacer; ni modo que nos metamos de delincuentes, o que busquemos otro trabajo. A los viejos ya no nos contrata nadie”, termina.