
Sarampión y tos ferina, enfermedades prevenibles por vacunación
Oaxaca, Oax., 23 de julio del 2011(Quadratín).- Donají
La leyenda encierra muchas historias, es como un crisol donde converge no solamente el talento, la creatividad y el esfuerzo diario por presentar un espectáculo de calidad para las y los espectadores que abarrotan año tras año el Auditorio Guelaguetza.
Compartir el reto de presentar un montaje con varios cambios de vestuario, iluminación novedosa, pirotecnia fría, y cuadros coreográficos que deben ser muy precisos porque intervienen 89 ejecutantes en escena, no es fácil; pero en medio de la tensión de los ensayos aflora la camaradería y se afianzan muchos lazos que, por entrañables, duran más allá de la representación.
Acudir al ensayo en el auditorio Guelaguetza es una experiencia que llama la atención en diversos aspectos: la velaria recientemente instalada está sujeta de una estructura de la que penden varales de iluminación que definen de manera muy clara los espacios del escenario redondo que ocuparán los ejecutantes.
Ahí se percibe ya el nerviosismo que implica la cercanía de la gran fecha de presentación, pues es Donají
La leyenda, el espectáculo que estrenará el nuevo Auditorio Guelaguetza y la expectación es mucha.
Hombres y mujeres entran y salen de la tarima, que es barrida por el maestro Fernando Rosales para cuidar a sus bailarines de cualquier accidente; en estos momentos no hay lugar para descuidos.
Las mujeres han sido peinadas al estilo prehispánico, con grandes trenzas enrolladas alrededor de la cabeza, siguiendo el modelo de las representaciones femeninas en los códices mixtecos, el maquillaje es enfático para poder apreciar las facciones de las talentosas oaxaqueñas desde la sección C, donde el público constatará la precisión del diseño coreográfico.
En algunos casos, el estar en una aventura artística como esta, le cambia la vida a la gente, como muestra presentamos tres casos.
Miguel, de la inmovilidad total a guerrero zapoteca
Miguel Antonio Vásquez García es un joven de 27 años que, después de haber sufrido una caída de una altura de seis metros, pensó que no iba a volver a caminar, se había fracturado una vértebra y se fisuró otras cuatro. Tenía un diagnóstico reservado respecto a su recuperación.
El 12 de julio de 2008 sucedió el accidente, estuve cuatro meses en la cama y seis meses con un collarín, cuando me levanté lo primero que pregunté fue si podía regresar al Grupo Folklórico y el traumatólogo me dijo que no, que mi cuerpo ya no estaba hecho para la danza, recuerda Miguel
A pesar de la aseveración del médico, el tesón y la pasión por la danza lo hicieron regresar. Cada día, al salir de su trabajo en un centro comercial del sur de la ciudad, se dispone al momento mágico del ensayo; ahí puede abandonar la realidad contemporánea y remontar quinientos años en el pasado para convertirse en un guerrero zapoteco del periodo post-clásico.
Para Miguel, que estuvo en coma, bailar es un milagro; después del renacimiento que implicó aprender a moverse desde cero, el placer de formar parte de un grupo danza, es un lujo.
A dos años del accidente ahora quiero hacerlo al cien por ciento, mejor que como antes lo hacía; claro, todo el mundo dice que me cuide, pero hasta el momento, afortunadamente todo está bien. Termino cansadísimo pero llegando aquí no hay cansancio, puedo ensayar durante horas y repetir una, dos o las veces que sean necesarias, dice con convicción el bailarín, mientras el maestro Fernando Rosales llama al coro de guerreros para, como se dice en el lenguaje escénico, medir el espacio.
El ejecutante lleva diez años en este grupo de danza y quiere seguir participando; en el espectáculo pretende hacer el papel del pastor que encuentra, a la orilla del Atoyac, el lirio que representa el espíritu de la princesa zapoteca sacrificada por salvar a su pueblo. Asegura que ese papel es muy importante, pues hace un dueto, a diferencia de los integrantes del coro de guerreros, que hacen algunas pequeñas participaciones en todas las danzas.
Sé que es un gran esfuerzo , pero lo hago por amor a Oaxaca y a la danza, finaliza Vásquez García, mientras el coro de guerreros, en su puesto, lo espera para iniciar su ensayo.
Mariano de Jesús: gastronomía y danza
Mariano de Jesús Vásquez Martínez es alto, ataviado con el traje del rey Cocijoeza se enfatiza su presencia. El taparrabos y la capa que luce están confeccionados con vivos colores y grandes diseños de grecas, para que puedan ser vistas desde muy lejos y realzadas por la iluminación; se muestra un poco preocupado por no tener el penacho real que debe lucir con dignidad su personaje.
Este joven de 26 años, originario de Villa Sola de Vega es cocinero desde hace un año y medio en un restaurante del Centro Histórico y después de hacer arte con los ingredientes que formarán parte de los platillos, se dispone a la creación artística con sus dotes histriónicas.
El intérprete toma con mucha seriedad la caracterización de su papel, está consciente de que para representar a un noble zapoteca no solamente hay que tener altura y un físico esbelto y tonificado, sino que también hay que conocer la historia.
Por lo anterior nos comparte su investigación sobre Cocijoeza, haciendo énfasis en el pacto de paz hecho con el emperador azteca Ahuizotl, el subsecuente matrimonio con la hija de este y finalmente, el episodio de su conversión al cristianismo, cuando llegó la conquista española. Mariano asegura que el conocimiento de estos datos le proporciona otra visión del personaje que admirarán miles de personas.
Durante los cuatro años que ha pertenecido al grupo folklórico que escenifica Donají
La leyenda ha tenido el privilegio de representar a dos de los personajes principales: Cocijoeza y Nucano, y asegura que el primero es su favorito.
Con la escasa experiencia de haber participado en grupos folklóricos en la secundaria y el bachillerato, Mariano de Jesús buscó explorar más el arte del cuerpo en movimiento e ingresó a la Compañía de Danza Costumbrista, pero tuvo que abandonarla por razones de trabajo.
Ahora que está en un espectáculo para público masivo comenta que este tipo de escenificaciones han despertado una pasión en él.
Estar en un escenario tan grande es un reto para dar un buen espectáculo, hay que exagerar las cosas para que todas las personas vean bien las expresiones y se les pueda transmitir el mensaje que deseamos, dice con emoción.
La respuesta del público en cada representación es muy emotiva y justifica todos los desvelos y los sacrificios para estar ensayando con la calidad que requiere una obra donde hay que sincronizar música, narración, iluminación, danza y actuación.
Vásquez Martínez reconoce que es muy duro ensayar después de largas horas de pie en la cocina, al calor de la estufa, ante la exigencia de los comensales, pero me siento muy satisfecho porque al público le gusta mucho lo que hacemos, hay gente que regresa a vernos un año después y hasta se toma fotografías con uno; creo que la coreografía, el vestuario, y todo es muy llamativo para el turismo.
El histrión se muestra muy contento de que el grupo de jóvenes que hacen realidad la representación de la conocida leyenda oaxaqueña, tengan una relación armoniosa, pues eso le da una atmósfera de camaradería y placer a cada sesión de práctica.
Hace muchos años Mariano de Jesús veía Donají
La leyenda por televisión, ahora ataviado con una indumentaria de gobernante prehispánico sale a rememorar un pasado que en Oaxaca sigue vivo.
Es un honor estar en las fiestas de julio, yo siempre quería participar, no sabía cómo, hasta que una amiga me trajo, me integré al grupo y estar aquí me llena de orgullo, nos dice con un gesto de satisfacción.
Edgar Arturo: el peso de la narración.
Donají
La leyenda es una historia visualmente hermosa, pero abarca otras dimensiones, la parte auditiva no solamente comprende la música elegida con gusto ecléctico para acompañar los cuadros de danza; parte importante del espectáculo también es la narración.
Desde su inicio se ha hecho uso de la voz de Gustavo Pérez Jiménez, quien está ampliamente identificado como la voz masculina que durante décadas ha presentado a las delegaciones asistentes a los Lunes del Cerro, no obstante, para la leyenda de la princesa oaxaqueña, se le ha dado oportunidad a otras voces en los últimos años.
El maestro Fernando Rosales, director del grupo folklórico que interpreta la historia, ha invitado a varias personas para hacer la narración, entre ellos al recientemente desaparecido Roberto Gómez y a Edgar Arturo Hernández Santos, quienes han alternado con el maestro Pérez Jiménez.
Edgar Arturo es un joven de 23 años, egresado de la carrera de Ciencias de la Comunicación, que ha incursionado en el ámbito de la locución desde sus muy cercanos años estudiantiles; sus intereses, además de la presentación de música, se han centrado en el doblaje, el radioteatro y la voz para documentales y cortinillas de televisión; también ha pertenecido al grupo teatral Los Faranduleros.
Mientras los ejecutantes escénicos ensayan en la tarima, Edgar Arturo repasa las líneas que le tocará leer ante un auditorio lleno, situación que lo pone nervioso pues ya sabe de qué se trata esto, pues el año pasado lo hizo en las dos representaciones de la obra en el Estadio Benito Juárez.
Leer la parte del narrador tiene sus grandes desafíos, como la voz es un hilo conductor hay que tener la consciencia de dar la intención debida a cada palabra, cosa que no es nada sencillo dice sin soltar las copias fotostáticas que dan cuenta del devenir de la princesa Donají.
Hernández Santos afirma que compartir el micrófono con Gustavo Pérez Jiménez, a quien considera una leyenda de las Fiestas de los Lunes del Cerro, es un logro en su incipiente carrera: Yo soy del Istmo, y cuando me vine a vivir acá, sabía que tenía que buscar oportunidades para compartir el escenario o el micrófono con personas importantes, tener el privilegio de alternar con el señor Pérez Jiménez, es un honor muy grande para mí.
La responsabilidad de darle voz a la historia le genera nerviosismo, pero remonta ese obstáculo con ensayos, sus maestros le han enseñado el valor de la disciplina y el control. Viéndolo repasar su texto para enfrentar a más de una decena de miles de espectadores por función, parece imposible creer que el joven locutor acepte que, en algún momento de su vida, tuvo dificultades para hablar en público.
A Edgar Arturo le gustaría seguir adelante en este proyecto y otros del mismo género, donde se pueda ayudar a las personas que más lo necesitan, también le encantaría tener proyección nacional e internacional con el trabajo que le gusta hacer.
Después de este recorrido, nos podemos dar cuenta de que Donají
La leyenda es un espacio que va más allá de la experiencia estética y el ensayo técnico; es también una oportunidad para la esperanza y un semillero para el desarrollo del talento joven de Oaxaca.