Sentencia de 8 años de prisión a homicida de la Cuenca
Jalapa de Díaz, Oax. 7 de octubre de 2013 (Quadratín).- Irma tiene a su hijo en brazos. Su nombre es Salvador porque nació en el patio de la clínica, sin atención médica y se salvó.
“Le doy gracias a Dios que mi hijo se salvó” dice en un español comprensible.
Desde su casa, una habitación de tabicón con ventanas de madera, en Jalapa de Díaz, narra cómo vivió ese 2 de octubre, cuando acudió a la clínica de salud de la localidad para solicitar atención por un dolor que sintió.
“Me fui como a las seis de la mañana, encontré a la enfermera Juliana, pero me dijo, ponte a caminar. Yo quería una cita para que me trasladara a Tuxtepec, pero me dijo que todavía faltaba, ponte a caminar”, cuenta.
En su regazo sostiene a veces a sus otros dos hijos, María Isabel, de cinco y Braulio, de tres, que sonríen y juegan.
Tendría cuatro, dice, pero el primer hijo que concibió lo abortó porque no recibió los cuidados necesarios.
Salvador es su tercer hijo y lo muestra con satisfacción, porque dice, espera que con su nacimiento cambien las cosas en la clínica de Jalapa.
“No nos quieren atender ahí, nos tratan como si fuera un animal, ese mismo día me dieron de alta”, dice con voz fuerte.
Irma López no sólo fue víctima de negligencia médica, sino ahora, enfrenta las amenazas para que no hable más de lo sucedido.
Sin embargo, segura de sí advierte: “Me están diciendo que quien fue el que sacó la foto, la metió a internet, que debo demandar a esas mujeres, pero a mí me da gusto, qué bueno que lo hicieron, que sacaron esa foto, para que conocieran cómo son cada uno de esos, si no fuera así, la gente va a seguir igual, como yo pasé”.
Le pide además a las autoridades “a quien le toque” que cambien a los médicos de la clínica por gente que sí atienda, que mejoren las cosas y que no se quede solo en la fotografía que cimbró al conocerse.
“Yo sé hablar español, y voy a hablar con quien venga, no tengo miedo, me han amenazado que si hablaba me iban a quitar mi apoyo de oportunidades, si ese dinero lo manda el gobierno, no tienen porqué quitármelo”, asegura.
Ella se siente bien, menciona. Y se nota en su andar firme, en sus ojos vivos, aunque refiere “no han puesto nada, ninguna inyección, nada”.
Es más, dice que a su esposo le pidieron medicamento en la clínica que nunca le suministraron. Gastó 400 pesos entre medicina, jeringa, jabón y cloro. Sólo el DIF municipal hasta ahora le envió una bolsa con pañales, leche y jabón.
La enfermera Juliana, quien fue la que le instruyó caminar, ya la fue a ver también: “Dice que yo no diga nada de los médicos, que pida para el niño, pero que no hable de la clínica”.
Pero ese día, recuerda “sentí coraje, que me alivié afuera de la clínica, vergüenza”.
Su hijo pesó dos kilos 400 gramos cuando nació. Midió 48 centímetros y tenía una temperatura de 37.5 grados centígrados. La hoja de atención del recién nacido la firmó la doctora Cecilia Ruiz Barrita, a pesar de que esta no estuvo ni asistió el parto.
También lo firma la enfermera Juliana García Nicolás. Y hay un diagnóstico, que Irma no tiene claro qué es: R/N hipotrófico seno, pero lo que le importa es que ella ve bien a su bebé.
“Estoy dispuesta a defenderme, quién si no yo sola”, menciona y agrega: “Está bien mi hijo, le doy gracias a Dios que mi hijo se salvó”.