Honrar su memoria
Indicador Político
MÉXICO, DF, 3 de diciembre de 2015.- Más que un enfoque desde la teoría del absurdo, el análisis de la primera mitad del sexenio del presidente Peña Nieto debería hacerse desde el enfoque de la teoría del realismo político: de acuerdo con las variables visibles, la crisis nacional no es del sistema político priísta sino de la figura presidencial.
Porque el Presidente que logró la firma del Pacto por México y siete reformas estructurales con cambios constitucionales con dos terceras partes del voto legislativo, llegó a finales del 2015 con una aprobación de apenas un tercio y en medio de un repudio en el círculo morado de las redes sociales.
Pero el Presidente en funciones que ha sido más criticado que sus antecesores y que tuvo que enfrentar el drama del secuestro y asesinato de 43 normalistas en Iguala, que fue apabullado por la revelación escandalosa de la “casa blanca” propiedad de su esposa y que se convirtió en el centro de la crítica en medios escritos nacionales e internacionales, al final tuvo un saldo positivo en las elecciones legislativas de su partido en junio de 2015. Peña Nieto ha sido el único Presidente que ganó su elección intermedia desde 1997.
La conclusión del análisis de la primera mitad del sexenio de Peña Nieto podría parecer absurda: un Presidente de la República zarandeado por todos lados -desde el análisis hasta el chiste y la burla- comenzó su segunda mitad con el poder total dentro de su partido, la mayoría absoluta en la cámara de diputados y el poder suficiente para ejercer la facultad metaconstitucional de jefe máximo del PRI para las nominaciones de gobernadores y desde luego del candidato presidencial en el 2018.
La oposición, la sociedad y los medios se equivocaron en su crítica: orientaron sus baterías contra la persona que ejerce la titularidad del poder ejecutivo, pero sin entender que la crisis de funcionamiento político nacional se localizaba en las instituciones políticas y de gobierno, es decir, en el sistema político, el régimen de gobierno y el Estado constitucional.
Por eso la figura personal del Presidente de la República llegó a tocar un piso que ningún otro ejecutivo anterior había sentido, pero sin modificar las estructuras de poder del sistema presidencialista. En su afán de personalizar la crítica, los sectores inconformes fracasaron en sus intenciones confusas de lograr reformas estructurales en el sistema político.
Las primeras tendencias electorales sobre el 2018 dan al PRI delante de los demás partidos.
Los pocos éxitos de los sectores críticos se dieron en los comportamientos sistémicos de esos grupos: la presión para renuncia al director de la Comisión Nacional del Agua, el acotamiento a las propuestas presidenciales para ministros de la Corte; los fracasos también fueron sonados: las firmas sin comprobar para quitarle el registro al Partido Verde, la solicitud de algunas renuncias en el gabinete presidencial y la ofensiva del PRD contra la reforma energética.
Como todo lo que resiste apoya, la institución presidencial se mantuvo lejos de los intentos de reforma democrática porque la oposición se dedicó a la crítica burlona y no a la elaboración de una propuesta de reforma estructural del sistema político, del régimen de gobierno y del Estado constitucional. Y esa institución presidencial le alcanzará a Peña Nieto para su segunda etapa y las decisiones clave: candidaturas del PRI para ganar gubernaturas, designación del candidato presidencial del PRI y victoria del PRI en el 2018. Lo demás será lo de menos.
Sólo para sus ojos:
Problemas en los destapes de candidatos priístas a gobernador en Oaxaca y Veracruz. Y fracturas en la unidad interna en Chihuahua y Puebla. Algunos prevén algún manotazo del líder priísta Manlio Fabio Beltrones, pero otros dicen que no podrá poner orden.
No hay mucha seguridad de que el arribo de la diputada priísta Mariana Moguel al PRI del DF sea la avanzada de la posible nominación de su madre Rosario Robles como candidata a la jefatura de gobierno del DF en el 2018. El PRI capitalino puede ser un espacio familiar.
En algunos espacios de la política realista hay dudas de que algún independiente pudiera ganar la Presidencia de la República. La estructura del poder es más sistémica que sentimental.
La constructora ICA siempre se consideró una especie de paraestatal porque recibía contratos por favoritismos; ahora está en quiebra.
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@carlosramirezh