La Constitución de 1854 y la crisis de México
Decisiones, ajustes y reformas para enfrentar la coyuntura
MÉXICO, DF, 12 de enero de 2015.-Para la economía mexicana, los primeros días de 2015 se han caracterizado por una alta volatilidad e incertidumbre. Los altibajos responden en gran medida a un escenario complejo a nivel internacional, pero también se deben a las expectativas sobre la capacidad de respuesta ante los grandes desafíos de la coyuntura interna, económicos, políticos y sociales.
Reiteramos que las condiciones estructurales macroeconómicas no dan pie a riesgos de enfrentar en el corto plazo situaciones graves de depreciación más pronunciada del peso o crisis. No obstante, subsiste la necesidad de tomar decisiones, hacer ajustes y acometer cambios importantes, con oportunidad, profundidad y suficiencia, para despejar esos escenarios en el mediano plazo, apuntalar el gran proyecto reformador que México ha iniciado y romper con la inercia de bajo crecimiento.
Ante los escenarios de menores ingresos petroleros para el sector gobierno y alza en las tasas de interés en los mercados internacionales, las autoridades hacendarias y monetarias han anunciado que actuarán con responsabilidad, sin recurrir a mayor endeudamiento y déficit. Eventualmente, se reduciría el gasto público.
Estos pronunciamientos a favor de la estabilidad y la disciplina en las finanzas públicas deben generar confianza, en la medida en que se sostengan con hechos, oportunamente, y sobre todo, siempre que los ajustes se concentren en rubros que no sean prioritarios para la sociedad y que no afecten el crecimiento. Hay un gran margen de oportunidad en términos de reestructurar, hacer más eficiente y transparente a este gasto, en los tres niveles de gobierno.
Un aspecto fundamental es el combate a la corrupción. De todas las muchas reformas estructurales que México necesita, las que tienen que hacerse en materia de estado de derecho, tanto a nivel de leyes como en la aplicación de las mismas, son las que más se han postergado.
La cruzada y el sistema contra la corrupción y la impunidad que los mexicanos demandamos se ha pospuesto, como si no fuera urgente, en medio de un escenario en el que casi diariamente salen a la luz situaciones de abuso y corrupción en los distintos niveles de gobierno.
Si hay que reducir gastos, es obligado ir contra los altísimos costos que se derivan de la corrupción. Tan sólo a través de la colusión en compras y adquisiciones del sector público llegan a suponer sobreprecios de alrededor de hasta 37%, en los distintos órdenes de gobierno, de acuerdo con estimaciones como las que han hecho instituciones como la Cofece y la OCDE, resultando en pérdidas anuales de casi 124 mil millones de pesos.
En el sector empresarial estamos trabajado para combatir desde nuestro ámbito este problema, comenzando con medidas preventivas y códigos generales de ética y lucha contra la corrupción en las empresas.
No más retraso en esta exigencia de los mexicanos: Se requiere un compromiso profundo por la renovación a fondo, y con hechos, de la vida pública en México.
El desarrollo en México no alcanzará todo su potencial y será frágil si no hay una transformación en éste, que es el gran pendiente nacional, clave para la economía y también para abatir la delincuencia y los vacíos de gobernabilidad que hay en algunas zonas del país.
Sin duda, la violencia, y la percepción de inseguridad, están limitando el potencial de crecimiento y la confianza en un futuro más promisorio, como el que se abre con las reformas que ya se han iniciado.
Hoy la prioridad es recuperar la iniciativa, la fuerza y la confianza del impulso reformador, con hechos que confirmen nuestro compromiso a fondo, del gobierno y del país, por la transformación y modernización de México.
Las acciones que ha anunciado el Gobierno Federal para apoyar a las familias y a las empresas son importantes, y tienen todo el respaldo del sector empresarial, pero hay que ir un paso más adelante. Se requieren ajustes y acciones contundentes que incidan en la certidumbre y estímulo que están haciendo falta para mejorar el clima de confianza, el entorno social y el de negocios.
Un factor fundamental es la reactivación del consumo, que ha permanecido débil. El desarrollo del mercado interno es la pieza que genera mayor resistencia para romper con la inercia de bajo crecimiento.
Se necesita que las familias y las empresas estén en mejores circunstancias para enfrentar los retos de corto y mediano plazos, para invertir y acometer sus proyectos.
Por eso es fundamental trabajar en medidas fiscales y de políticas públicas que incidan positivamente en este punto, sin afectar la estabilidad macroeconómica. Este esfuerzo es urgente, y junto con las estrategias para mejorar el gasto y la inversión del sector público, debe abrir puertas a la reforma hacendaria de fondo que sigue pendiente.
Sólo con un mercado interno fuerte, reduciendo las brechas de productividad entre los sectores de vanguardia y la informalidad, podremos blindar a nuestra economía de la volatilidad que existe en el mundo, la cual, es probable que siga por un buen tiempo.
En el plano político y social, es tiempo de generar acuerdos que se traduzcan en acciones contundentes y eficaces a favor del Estado de derecho. Se esperan, en este sentido, que el Estado ejerza a plenitud las facultades constitucionales para gobernar y hacer que se cumpla la ley, lo mismo contra la corrupción y los delincuentes, que contra el vandalismo que utiliza banderas sociales legítimas con propósitos ajenos, cometiendo delitos y afectando a terceros.
Se necesitan medidas contundentes y homologadas para realmente bloquear la participación del crimen en las elecciones, y hechos que confirmen que en México hay una apuesta de fondo por la legalidad, pilar fundamental del desarrollo sostenido.
2015 será un gran año, en la medida en que sepamos hacer de la coyuntura compleja que se presenta, la mejor oportunidad para apuntalar la decisión de renovarnos como nación.
El reto es de todos. El sector empresarial cumplirá con las grandes responsabilidades que tiene en este tiempo, que demanda a los mexicanos unión en torno a lo esencial y compromiso con el cambio.