La Constitución de 1854 y la crisis de México
OAXACA, Oax. 23 de noviembre de 2014.- Gobernar por Estado.
En el mundo moderno no existe otro orden político más que en la forma de Estado. Muchas poblaciones luchan por constituirse en Estado, como por ejemplo los catalanes.
En la Roma antigua, la palabra status significaba simplemente: condición. Sólo a los inicios de la modernidad alcanza a significar de la constitución y orden de un gobierno. El Estado es un orden político, de comunidad organizada, una abstracción política, es una entidad separada del gobierno personal, por tanto, nadie puede personalizar al Estado. El sustento del Estado es la ley, por eso, ningún gobernante que no se sustente en la ley, base del Estado, es un bandolero.
El Estado es un colectivo en el que cada cual no es sino un elemento más de este orden secular. Decir que una acción fue el Estado, es un verdadero contrasentido, todos somos el Estado dentro un determinado territorio y bajo un orden jurídico.
Al ser un ente colectivo, para la conservación de este colectivo, la médula del Estado es el poder. Mantener la cohesión social, la estabilidad, la armonía social de esa colectividad, es tarea del Estado, para eso es su poder. En este sentido, le corresponde el uso legítimo de la violencia y tiene su monopolio. Necesita de la violencia legítima porque la sociedad no es homogénea, es decir, está dividida en clases sociales, hay desigualdad, hay lucha entre estas clases, por ello, al Estado le corresponde evitar que la luchas entre clases acaben con el colectivo humano, es decir, evitar que la sociedad se devore así misma.
Maquiavelo es uno de los primeros pensadores de la política que entiende que la existencia del Estado, o por lo menos parte del mismo, es a consecuencia de la lucha histórica entre el pueblo y los poderosos, nos dice que lo principal del colectivo es la guardia de la libertad, tanto del colectivo como de cada uno de sus miembros, el desacuerdo entre los poderosos y el pueblo nacen las leyes de la libertad, en casi todo conflicto se abren las puertas de las libertades.
“Desde los Tarquinos a los Gracos transcurrieron más de trecientos años, y los desórdenes en este tiempo rara vez produjeron destierros y rarísima sangre. No se pueden, pues, calificar de nocivos estos desórdenes, ni dividida una república que en tanto tiempo, por cuestiones internas,……..produjeron sino leyes y reglamentos en beneficio de la pública libertad” (Maquiavelo, Nicolás. Obras Políticas. Edit. De Ciencias Sociales. La Habana, 1971, p, 68).
El pueblo, por tanto debe de manifestar libremente sus aspiraciones, sobre todo para que el gobierno pueda valerse de las mismas. Las manifestaciones del pueblo necesariamente nacen de la opresión o de la sospecha de ser oprimido nos sigue diciendo el florentino. Si hay fe en un gobernante, el pueblo siempre sabrá la verdad. Si las manifestaciones generan más libertad, ésta debe estar resguardada por el pueblo, pues es la que tiene menos ganas de usurparla, los que tienen las riquezas tenderán casi siempre a usurparla, esa es la ley de la historia.
La construcción de las vías legítimas y legales de manifestación es una tarea de los gobiernos modernos, no existiendo estas, se acude fácilmente a las vías ilegales. Todo pueblo que no se siente seguro tiende a manifestarse, se reconoce por ello, que el pueblo tiende más a la libertad y a la seguridad que al deseo de mandar, pues esta es el deseo incesante de los poderosos. No quebrantar las leyes es el deseo más primario del pueblo, en cambio, los poderosos prefieren la ausencia de las normas, pues así adquieren más riquezas y más gloria.
Para Maquiavelo hay dos humores, las del pueblo y la de los poderosos, el humor del pueblo es no ser oprimido, ni por el gobierno, ni por los poderosos, como los capitalistas, narcos, crimen organizado, medios de comunicación, en cambio, el humor de los poderosos es siempre mandar, por eso son peligrosos.
Para ser más claros en relación con los poderosos, Estado es acompañado desde su nacimiento por una forma concreta de producción, consumo y distribución, que se conoce como capitalismo, cuya base es la propiedad de los medios de producción y la explotación del trabajo humano. El capitalismo es una forma de explotación del hombre por el hombre.
El Estado tiene como función principal garantizar esta forma de producción, consumo y distribución en el ámbito del colectivo, por eso se le conoce como Estado capitalista. Cuando la forma de producción atenta contra la propia existencia de la colectividad, El Estado vuelve a su naturaleza: la conservación del colectivo y acaba con cualquier sistema económico y se transforma en Estado Revolucionario.
El límite del Estado es el componente unitario de la colectividad: la persona. Por eso en la teoría política se justifica la división entre Estado y Sociedad. El mundo de la sociedad es el mundo del hombre privado, particular, personal; el mundo del Estado será lo público, universal y general. Cada ciudadano vive en estos dos mundos. En el mundo del Estado está el gobierno, en el mundo de la sociedad está la administración pública.
El gobierno es la visibilidad del Estado, es su cabeza, su pensamiento y el camino, la ruta de su movimiento. En el gobierno se establecen los propósitos, las estrategias, los modelos de conducción de Estado. Estas ideas, estrategias, acciones son aterrizadas por la administración pública, de tal suerte, de la eficacia del gobierno y del fortalecimiento del Estado depende la administración pública. La administración pública es el Estado actuando.
Si la administración pública tapa todos los poros de la sociedad en detrimento de las libertadas humanas, además se imponen con arbitrariedad las estrategias y acciones del gobierno, estamos hablando de un Estado despótico, en sentido contrario, si hay respeto hacia el hombre, se apega a la ley y se busca con eficacia el desarrollo humano, estamos hablando de un Estado democrático.
El acrecimiento del poder es un fin del Estado, el acrecimiento de la riqueza personal es el fin del empresario capitalista, por eso, el fin de todo gobernante es fortalecer, acrecentar y desarrollar la fuerza del Estado, ante el aumento del poderío de los privados. Si alguna clase, partido o grupo humano se planteara abolir el poder del Estado se estaría ante una situación de lucha y prevalencia del más fuerte, una selva. La ausencia del poder del Estado es el fin de toda posibilidad de existencia del colectivo. Siempre habría que plantear la transformación del Estado y no su aniquilación.
En sentido contrario, la ausencia de una sociedad libre y democrática, es la presencia del más terrible de los totalitarismos. Ambos, Estado y sociedad deben tener un equilibrio maduro y con perspectiva histórica.
Si el Estado es el cemento de la sociedad y si los individuos no ven en el Estado ninguna posibilidad de mejora de una situación cada día más caótica por la terrible desigualdad, lo más sencillo es declararse enemigo del Estado y de su poder. Vaya con los marxistas de hoy, el enemigo ya no es el sistema económico y sus usufructuarios, el enemigo es el colectivo, el Estado. Conservación del Estado, inteligencia del gobierno y eficacia de la administración pública, son requerimientos mínimos de las sociedades modernas.