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Consejo de la “caricatura”, Servil al Gobierno
Indígenas: condición inhumana
OAXACA, Oax. 22 de febrero de 2015.- El modo y la manera de gobierno sobre los pueblos indígenas en México, ha tenido una continuidad desde la conquista hasta nuestros días. Ha consistido en clasificarnos, categorizarnos y ubicarnos como objetos de dominación, de gobierno y de administración, arropados en una situación de injusticia permanente.
La clasificación y categorización más favorita de los regímenes políticos, es vernos como “un problema”, “una cuestión” que se viene arrastrando desde hace más de 500 años. El lastre indígena, según diversos regímenes del presente y del pasado, es una enorme carga que el Estado mexicano debe de asumir. Incluso para algunos, hubiera sido mejor nuestro exterminio.
Una segunda categorización favorita, es considerarnos como seres inferiores, menores, desde una concepción biológica. Primero, los españoles nos igualaron con los animales, los poderosos y gobernantes del Estado como cultura menor, el Estado actual como grupo vulnerable y finalmente como entidad de interés público, que es la tesis del gobierno federal de Peña Nieto, tesis que opera la directora general de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas Nubia Mayorga. Somos pues, objetos de administración y no sujetos sociales.
Una tercera categorización tiene que ver con nuestra situación social. Se nos dice que nuestro problema es un asunto de desigualdad social, por ello, somos los hijos predilectos para la atención de la administración pública mediante programas que pretenden aliviar nuestra ancestral marginación y pobreza. Por el discurso público de la desigualdad se pretende ignorar, ocultar, la verdadera situación de nuestros pueblos: la injusticia.
Como estableció el viejo Aristóteles, siempre buscan la igualdad y la justicia los más débiles, pero los poderosos no se preocupan en absoluto de ello. Esta despreocupación de los poderosos sobre la justicia y la igualdad es natural, pues en esa relación obtienen ganancias, jerarquía, gloria, fortuna y poder. Por esto, la Reforma Indígena está en manos de los diputados más comprometidos con los principios de igualdad y justicia.
Por la categorización como pobres, marginados, inferiores, sin iniciativa, motivo de tutela y un problema, crea un estereotipo de lo indígena que los gobernantes mexicanos no pueden evitar. El estereotipo es esa idea, concepción común, inmutable, que tiene la clase gobernante sobre lo indígena. Mientras estas ideas prevalezcan será imposible todo cambio para beneficio de los pueblos originarios. La oposición del gobierno federal sobre la Reforma Indígena en nuestro Estado, además de otros factores, se debe a un estereotipo, en consecuencia.
El discurso público sobre lo indígena está relacionado de manera especial al Proyecto Nacional de la clase gobernante, este Proyecto varía a través de los momentos históricos. Los indígenas ocupamos un lugar en cada Proyecto Nacional y una categorización correspondiente, por ejemplo, durante el Proyecto del Estado Desarrollista fue el momento de mayor auge del indigenismo, en cambio, para el Proyecto Neoliberal, el papel de los indígenas es de obstáculo para la apropiación de los grandes recursos que subyacen en sus territorios, por ende, la oposición del gobierno federal al derecho de consulta a los pueblos indígenas, tiene que ver con este Proyecto. Por tanto, la oposición a la Reforma Indígena sigue el camino del viejo proyecto colonialista.
La marginación de los pueblos indígenas de un verdadero Proyecto Nacional Incluyente, es una política del régimen político mexicano para seguir dominando la vida de los pueblos originarios. No cabemos en el Proyecto de los poderosos, no nos dejan más que el camino de la resistencia y de la lucha hasta alcanzar ese Proyecto Incluyente. “Esa fuerza espiritual que está detrás de la decisión y la voluntad de seguir siendo, es un requisito indispensable para formular un nuevo proyecto nacional, viable y auténtico.”(Bonfil, Guillermo, 1989. Citado por Eva Sanz Jara. En “Los Indios de la Nación” Universidad de Alcalá. España, 2011, p. 247).
Desde las tierras oaxaqueñas, el Estado más indígena de México, donde las reivindicaciones de los pueblos son de mayor altura; sin embargo, aún la condición de ser pueblo indígena y persona indígena es por demás injusta, discriminatoria, cruel, vergonzosa, inhumana, enclavada en un régimen de servidumbre.
En primer lugar, miles de oaxaqueñas y oaxaqueños emigran a otros estados y al extranjero para escapar de su dolorosa condición de servidumbre y sin proyecto de futuro. Si bien sus mejoras de vida son mínimas, para muchos de ellos son suficientes a comparación de lo vivido en sus pueblos. El alejamiento es muy doloroso para muchas hermanas y hermanos, es desprendimiento de vida, es enfrentamiento a otras condiciones, no por ser nuevas, dejan de ser injustas. Sólo regresan en ataúdes negros y enterrarse en el viejo panteón.
La otra opción, si es que se puede considerar opción, creo que mejor será definirla como condición, es permanecer en la comunidad y quedarse en la condición de servidumbre, sin esperanza de un futuro mejor. Sólo la muerte alivia el penoso paso por la vida de miseria y sin derechos ampliados como colectivo. Derechos negados por Nubia Mayorga y el Jurídico de la Presidencia de la República y como tal autómata, los obedientes diputados del Partido Revolucionario Institucional acatan, sin entender que con esa actitud le están dando la espalda a la gran mayoría del pueblo oaxaqueño.
Los pueblos indígenas de Oaxaca sólo reclamamos suprimir la injusticia en que estamos y hemos vivido, la injusticia es una miseria material o humillación moral; en el vivir en esta condición está el secreto de la justicia. Ésta siempre ha acompañado al hombre como el reclamo más cotidiano de su existencia, su contraparte, la injusticia, nace de la animalidad del hombre, por eso, dice bien Reyes Mate al sostener que: “El hombre se despide de la animalidad de la que procede cuando la fuerza bruta del uno que se impone a los demás es sustituida por el poder de la comunidad en el que todos son iguales”(Mate, Reyes. Tratado de la injusticia. Edit. Anthropos. Barcelona. 2011, p. 9).
La injusticia se presenta, más de las veces, bajo el signo de la fuerza y de la violencia y en algunas ocasiones bajo la piel del manso cordero, es decir, bajo una ley. Este es el dictamen del gobierno federal sobre la Reforma Indígena, dictar una ley inicua, limitada, reaccionaria, que los pueblos y los indígenas no estamos dispuestos a aceptar.
Entiéndase bien, los indígenas no queremos una distribución de la riqueza material, lo que queremos es la construcción del bien común, es atender al bien político de Oaxaca, es atender a la visión comunitaria de la convivencia social. No planteamos consensos, por imposibles, sino respuestas a las clases dominantes.
Entendemos que no hay Estado sin derecho, en ese derecho debemos de caber los pueblos indígenas como sujetos con historicidad, ni más ni menos, sólo un derecho incluyente hará posible vivir en norma el momento de Oaxaca. Más tarde que temprano se entenderá que reclamamos derechos que se nos ha negado durante más de 500 años, eso se llama, llanamente: injusticia.