
No cabe en el diccionario
Un gobierno por los pobres
OAXACA, Oax. 19 de abril de 2015.- A la gran mayoría de los gobernantes les preocupan la suerte de los pobres sin pensar que deberían de ocuparse más por los poderosos, porque estos pueden ser más peligrosos sino son atendidos en lo inmediato, mientras que los pobres sumidos en su pobreza no tienen tiempo en derrocar gobernantes.
A los pobres no se les puede admirar precisamente porque la pobreza no es digna de ser admirada. En cambio, a la riqueza y a su poseedor es digna de ser admirada, sin embargo, así como la pobreza es una enorme carga, la riqueza es aún más.
Los ricos, por tanto, necesitan del gobierno para aliviar la enorme carga de su riqueza. Por ser la prosperidad admirada, alabada, por tanto, más deseada, es motivo de sufrimiento, necesita de la protección de los gobernantes. La ostentación cotidiana necesita más del gobierno que la pobreza más extrema, esta es la paradoja moderna de los gobernantes.
No es extraño, por ello, que todo gobierno cuida más a los poderosos que a los menesterosos. Por eso, cuando un gobierno afirma que su principal preocupación son los pobres, es sólo demagogia.
El placer de ser rico te vuelve pálido y la acechanza de admiradores es infinita, por ello, pierden la libertad. Ser pobre, en cambio, es infinitamente libre, su pobreza no es motivo de adulación, de querencia, de deseo feroz y ardiente, solo es atendido por el gobierno por caridad y buenaventura, no por motivo gubernamental propiamente dicho.
Me pregunto si esta situación es una verdadera estupidez humana, pues si lo es. La creencia de que los gobiernos son instituciones al servicio de la sociedad, sean pobres, ricos, blancos, indígenas o negros, es simplemente un enmascaramiento de la verdad.
Así, el gobierno para los poderosos, los ricos lo son casi siempre, se sirven del poder económico, ideológico y del poder coercitivo para lograr esta situación. El peor enmascaramiento de esta realidad son las elecciones, solo sirven para legitimar el gobierno para los ricos.
Aún más, como el pobre vive el presente, no puede hacer planes más para morir, de la mañana a la noche tiene la cotidianidad de su triste existencia. No causa problemas al gobierno más que cuando su pensamiento se remonta a pasados gloriosos. Los pobres encaran a los gobiernos por necesidades no satisfechas en el pasado, ni siquiera por los presentes, menos aún por las del futuro.
Los gobiernos suelen evadir estas responsabilidades con suma facilidad, en cambio, los ricos suelen pensar siempre en ganancias del futuro, son seres estupendamente planificadores, por ello, necesitan de buenos gobiernos, de gobiernos eficaces, de gobiernos estables.
En este sentido, los poderosos siempre exigen y exigirán gobiernos que planifiquen, que prevean los hechos, por seguridad de la riqueza de los poderosos. En cambio los pobres solo pueden exigir un gobierno del momento, pues saben que su miseria no la resuelve ni Dios, ni la Divina Trinidad. Para el pobre toda existencia política es vana.
Esta vanidad cobra expresión en que todo se materializa como pobreza, hasta su conciencia y su lenguaje. No es casual que todo pensamiento revolucionario de emancipación de los pobres no nazca en el seno de esta clase, sino de las clases medias.
El peso de la pobreza es tal que si el pobre baja en una ladera, el peso de su pobreza lo obliga seguir bajando pues si se detiene cae. Su loca carrera llevando su peso, será siempre inestable, será un contante desear sin satisfacción alguna, en la larga batalla que es su vida, que es su historia, siempre será lleno de dificultades. Su tiempo de vida, las cosas discurren sin sentido, siempre descubrirá que todo es vano, luego entonces, para qué sirve el gobierno.
Siente que todo lo que toca se convierte en nada, no hay materialidad en su desgraciada vida. Aquello que existía ya no existe. Por eso el pobre necesita del hombre carismático, del líder, del dictador, más que del gobierno, aunque este sea democrático. En el líder adquiere existencia después de siglos de inexistencia, es decir, de consciencia.
El pobre vive por un tiempo y tras él sigue otro periodo igual de largo de sufrimiento en el que la vida no tiene significado alguno. Se rebela más a través del corazón que a través de la política, por eso, el significado de la política para el pobre es más sentimental que una lucha por el poder, en cambio para el rico, en la política no caben los sentimientos sino los intereses, es decir, cuestiones de poder.
La vida política para el pobre son sólo instantes, cuando tiene contacto con los agentes del gobierno o con la administración pública, el resto de su vida se refugia en su particularidad, en su situación, en cambio, el rico vive intensamente la política, como definición de lo público, pues en ello le va la vida y su fortuna. Vaya situación, quien necesita más de la política, los pobres, se refugia en la soledad de su existencia, en su individualidad, en cambio, quien menos la puede necesitar, los ricos, la utilizan para su provecho.
En cada atardecer, el pobre se da cuenta que cada día que pasa es más y más pobre, le enloquece saber la manera de un vivir tan inútil, que desaparece tan de repente, la vida es corta y sin sabor.
En cambio, el rico vive y despierta en la mañana con la novedad que cada día es más rico, que alarga su vida, que la utilidad es un valor intrínseco de su vida y el sabor de la misma se le puede atribuir al ritmo de la acumulación del capital. Entonces, el pobre sólo le queda vivir con su desgraciado presente, el rico, con su agraciado futuro. Esta es la única realidad, lo demás son trampas del pensamiento. Sin embargo, el pensamiento que tergiversa esta realidad raya en la locura teórica.
Por ejemplo, cuando se habla de democracia, esta es la mayor de las locuras del pensamiento, en ningún lugar y en ningún tiempo, en algún régimen político han gobernado los pobres, pues este es el sentido original del concepto. Como esto no ha sido posible, el pensamiento, la convirtió en tan sólo un procedimiento.
En su cuna, “la democracia ateniense no merecía elogio alguno, aunque sin duda era un orden político coherente con muchos elementos pensados para mantenerlo y fortalecido con el tiempo; otorgaba poder a los pobres, los indeseables y el populacho vil, y lo hacía adrede a expensas de los ricos, los que venían de una buena cuna o gozaban de distinción social.”(Dunn, John. Libertad para el pueblo. Historia de la democracia. Edit. FCE, México, 2014, p. 45).
Este sueño de la democracia fue efímero, desapareció por siglos, después, en las Revoluciones francesa y norteamericana adquirió carta de naturalización, pero como ideología y después como simple técnica de elección de los gobernantes.
El gobierno por los pobres ha sido una quimera, cuando mucho ha existido como gobierno para ellos en situaciones sociales, en donde por humanidad fue imposible ignorarlos, por lo demás, los gobiernos han sido y serán por los ricos y para ellos.
La única salida que se vislumbra en el horizonte, es el cambio de régimen en donde los pobres se representen y sea según la fuerza numérica de esta clase la que imponga sus políticas y por fin, dicte a los Ejecutivos y a la burocracia su interés, su sueño, aspiración y por fin, su gobierno.