Entre Cepillín y El Chapulín engringado
El gobierno de coalición I
OAXACA, Oax. 4 de octubre de 2015.- Desde la constitución de los regímenes o gobiernos representativos se ha aceptado la existencia de la división entre el Estado y la sociedad, asimismo, por esta división se ha caracterizado al Estado como general, universal y público, mientras que a la sociedad se le define como personal, particular y privado.
Si bien están separados, el Estado se vuelve personal, particular y privado mediante la acción del Ejecutivo o de la administración pública en la sociedad, y la sociedad se proyecta como general, universal y público a través de las diversas formas de organización de la sociedad en el Estado, en donde destacan los partidos políticos, esto, siguiendo el esquema de Hegel.
Es de destacar la función de los partidos políticos: hacer posible la presencia de la sociedad en el Estado, son la correa de transmisión de la sociedad en el Estado. También es de suma importancia de la administración pública puesto que es la presencia específica y sistemática del Estado en la sociedad.
También se entiende que la sociedad no es homogénea, es plural y desigual, en donde se destacan las más diversas formas de división social, entre las que se destacan fundamentalmente las clases sociales. Si entendemos a éstas como grandes grupos humanos que se destacan por el lugar que ocupan en la producción económica, en la distribución de la riqueza y en su capacidad y formas de consumo, entenderemos que los partidos representan a algún segmento o la totalidad de esa clase, más no pueden representar a la totalidad de esas clases, lo cual sería un absurdo.
Esas mismas clases y segmentos son portadoras de una particular visión de la realidad, una valoración de la misma y de acuerdo a éstas actúan, no será posible que exista una visión y valoración única, habrá una clase que trate de imponer una percepción hegemónica de la realidad, pero la pluralidad de percepciones siempre triunfa. Por ejemplo, la percepción, visión y valoración favorita de los poderosos, que tratan de imponer al resto de la sociedad es que todos somos ciudadanos, por tanto, todos somos iguales, las diferencias sociales pasan a segundo término o deben ser ignoradas.
Estas formas de enmascarar a la realidad, de engañar, de no mostrar la esencia de las cosas y de los hechos se denomina ideología. Así, todas las clases son portadoras de alguna ideología, habrá una de ellas que portará la ideología revolucionaria, regularmente la porta la clase más explotada de esa sociedad. Hay que reconocer que la constante instrumentación de la ideología de los poderosos, por medio de las leyes, la escuela, la religión, los medios de comunicación, incluso del Estado, se llega a estar en la inconciencia casi absoluta de la realidad social.
Si la pérdida de la conciencia de la realidad es una preocupación y un proceso de dominio absoluto de los poderosos, es de imaginarse que es mucho más lamentable que los partidos políticos adopten esta situación y esta posición, es decir, que se olviden del carácter de clase y de desigualdad de la sociedad.
Veamos los casos de los principales partidos nacionales de México. Por orden de registro, el Partido Acción Nacional, clásico partido liberal conservador, funda su acción en torno a la persona, “protagonista principal y destinatario definido de la acción política”(PAN: Documentos Básicos). Al centrarse este partido en la persona, hace de la existencia de las clases una abstracción, como inexistentes, ni siquiera considera a la persona concreta, por lo que daría cuenta de sus condiciones de existencia, sino de la persona en general como sujeto de la historia, de su espíritu, de su magnicencia, de su ser y de sus derechos en cuanto tal.
En este sentido, al PAN le imbuye el espíritu absoluto, la totalidad, quiere representar a todas las personas, por tanto, al pretenderlo no representa a nadie. Por esta razón, este partido, lleva en su seno la fijación de todo gobierno de coalición, no tienen problemas éticos en ello, lo importante es la persona. A este partido la pérdida de toda conciencia de la realidad, desde la perspectiva doctrinaria, es una realidad.
En un principio, el Partido Revolucionario Institucional se definía como un partido clasista, compuesta por los campesinos, obreros y las clases populares, por lo que tuvo una longevidad legítima en la historia de México. Hoy en día es un partido que perdió todo vínculo con esta concepción clasista de la realidad, se ubica por los contornos de esta realidad, refiriéndose mejor a tipos de doctrinas políticas, como “la consolidación de la República Liberal, Laica y Federalista, en la lucha por la soberanía nacional y la independencia de México”(PRI: Documentos Básicos).
También este partido se imbuye de un espíritu absoluto, de una totalidad doctrinaria, pues nadie en su sano juicio no abrace estos postulados, por ende, quiere representar a todos los mexicanos, diluyendo todo compromiso con alguna de las ideologías de las distintas clases de la realidad social de México. Al querer la universalidad acaba por toda singularidad de la realidad nacional.
Tanto el PAN como el PRI al ser universales en sus principios ideológicos, son proclives a abrazar ideologías abarcantes, totalitarias, fascistas, por lo que su vinculación con las coaliciones es más que natural.
El Partido de la Revolución Democrática acusa una verdadera confusión teórica al definirse como partido. En primer lugar se define como de izquierda y vergonzantemente no liga esta posición doctrinaria con, por lo menos, con los trabajadores del campo y de la ciudad. Lo más dramático es que se define como un partido crítico al capitalismo, al que califica como “un sistema de explotación, dominación y opresión, en la perspectiva de lograr una nueva sociedad igualitaria y libertaria, sobre bases de respeto recíproco de la diversidad, funcionamiento democrático y unidad de acción”(PRD: Documentos Básicos).
Con su definición como partido crítico del capitalismo, es lo más inverosímil que he leído en la historia de la izquierda, por el contrario, todo partido de izquierda se debe proponer la destrucción del capitalismo, asimismo, la construcción de una nueva sociedad igualitaria y libertaria no es posible lograrla por medio de una crítica. Este partido, me parece, desde la perspectiva doctrinaria, un partido vergonzante de sí mismo. En esta perspectiva no tiene empacho alguno de formar gobiernos de coalición.
El Movimiento de Regeneración Nacional, que es un partido en la realidad y no un movimiento, también se va por las ramas en el reconocimiento de la existencia de las clases sociales, se ubica en la generalidad del reconocimiento de la pluralidad, pero sólo fundada en la libertad de creencias y cultos; se manifiesta por una reducción de las desigualdades existentes y no por su desaparición, más adelante contradice esta tesis afirmando: “para acabar con toda forma de explotación y de opresión”(MORENA: Documentos Básicos).
Como es de observarse, este partido es proclive a las coaliciones pero con partidos con ideologías afines. Con estos partidos lo que podemos esperar es el fracaso gubernamental de las coaliciones, como ha venido sucediendo. Estos partidos están muy lejos de la realidad de México.