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CIUDAD DE MÉXICO, 7 de marzo de 2016.- Un buen amigo casi logra convencerme ayer de que los periódicos van a desaparecer bajo el peso de las redes sociales, que es el instrumento de los jóvenes para informarse de lo que les gusta, y eso que les gusta no es la política sino el entretenimiento.
Primero, y antes de entrar al punto, soy de los que piensan que tal argumento es erróneo porque los jóvenes nunca han leído masivamente periódicos, ni en esta década ni hace tres. Y tampoco les ha interesado grandemente la política. Hay excepciones, sin duda.
Ahora los jóvenes disponen de herramientas digitales novedosas para enterarse de lo que primordialmente les atrae: los deportes, la música, el humor.
Los periódicos se van a acabar cuando estén permeados por la irresponsabilidad que hay en redes sociales, donde se puede mentir sin cortapisas.
La semana pasada cerró con la noticia de un diario inglés que “informaba”, mediante una entrevista con la “hija” del Chapo Guzmán, que éste había pactado sus fugas de la cárcel y que mientras era perseguido en la sierra de Durango él iba y venía a Estado Unidos.
Se trata de una gran imbecilidad por donde se le quiera ver. Al grado de que la oficina legal del propio Chapo emitió una carta en la que desconoce la existencia de la “hija”.
Dio la vuelta al mundo la versión de que autoridades mexicanas ligadas al capo lo dejaron escapar, hicieron un pacto, y luego traicionaron el acuerdo y lo volvieron a apresar.
Sí, se trataba de una bomba informativa… sólo que no era verdad.
La credibilidad de los periódicos quedó a la altura de las redes sociales, donde hay que tomar la información con pinzas pues viene de manos no profesionales.
¿Cuál es la diferencia entre soltar una mentira a ver si pega en redes sociales, y publicar en un periódico ese absurdo del pacto con el Chapo que… lo devolvió a prisión?
En las redes sociales pueden darse esos abusos, de mentir, tratar de engañar, hablar de oídas, pero un periódico tiene que confirmar una información de ese calibre.
Para entretener con información no verificada las redes son mucho más divertidas y menos peligrosas que los periódicos. Ya sabemos que ahí escriben amateurs o que la información viene contaminada de propaganda, desahogos personales o ganas de tergiversar por si alguien cae.
Un periódico no funciona así. Los diarios deben asumir todos los días una postura política ante la realidad que tiene múltiples dimensiones, pero no puede mentir.
Los diarios –los impresos- de izquierda, de centro o de derecha, hacen política desde el momento que jerarquizan la información. Algunos le darán mayor relevancia a tal o cual tema, o hará sus investigaciones para probar que equis o zeta personaje es un rufián o un prohombre.
Lo anterior es válido siempre que no se mienta. La información puede ser parcial, pero debe ser irrefutable.
Lo que hemos visto con el caso de la “hija” del Chapo y la historia de las fugas y el regreso voluntario del capo al sitio donde lo buscaban, es una muestra de cómo el buen periodismo seguirá siendo imprescindible.
Y que la ligereza y la mentira es la única arma que podrá derrotar a los periódicos.