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La Bandera Nacional, símbolo de unidad y valores en la Armada de México
Monjas, Miahuatlán, Oax. 7 de septiembre de 2011 (Quadratín).- La voz entre-cortada del abuelito Álvaro Cortés, hablando desde el atril a nombre de todos los beneficiarios, cortó de tajo en el público la falsa creencia de que el programa 70 y Más se reduce a una simple entrega de recursos. Es mucho más, dijo quien sus años entregó a la enseñanza. ¡Es (añadió) un valioso apoyo social, físico, moral
nos escuchan, nos hablan de salud, nos hacen hacer ejercicio!
Orgulloso de su porte de maestro jubilado, el abuelito miró a aquél público de adultos mayores para decir: ¡Para nosotros 70 y Más, es más que un apoyo económico; despierta nuestro interés de vivir!
En verdad, ver a aquellos niños sabios, como les llamó la maestra de ceremonias, anuda la garganta, pues ciertamente se sienten nuevamente tomados en cuenta. Porque el Programa 70 y Más tiene rostro humano. Las promotoras y gestoras de la Sedesol del Gobierno Federal dan a los abuelitos pláticas sobre salud, caminan con y junto a ellos, los hacen bailar y hasta los convierten en actores escenificando pequeñas obras de teatro como la escenificada por los beneficiarios en el municipio de Monjas, distrito de Miahuatlán: El mito del azúcar.
Sentados en torno de la cancha de usos múltiples, cubierta con una lona color verde, los beneficiarios del Programa 70 y Más miraban con atención a sus compañeros actores: El dios Gordo ataviado con túnica blanca y corona dorada, la doncella vestida de color de rosa, los papás de ésta y el campesino enamorado de ella. Amores imposibles de ambos lados.
En voz de la maestra de ceremonias, la obra teatral inició más o menos así: Y erase una vez un campesino, cortador de caña de azúcar, que se enamoró de una hermosa doncella y ella de él. Amor correspondido envidia del mismo sol, pero que nadie perturbaba hasta que el dios Gordo, prendado de su belleza, empezó a cortejar a la jovencita, quien siempre lo rechazó a pesar del ofrecimiento de todo tipo de riquezas de este soberano. La doncella, al fin mujer, solo tenía ojos y corazón para el campesino.
El dios Gordo usó la estrategia de invitar a su palacio a los padres de la doncella a quienes ofreció miles de riquezas y así los convenció de concederle su mano. Pero la hermosa mujer lo rechazó, lo cual despertó la ira de aquel dios malvado y, maldiciéndola, la convirtió en caña de azúcar para hacer sufrir también al campesino, quien lloró amargamente la pérdida de su amada y juró que se pasaría la vida cortando caña de azúcar; glucosa llevada a la mesa como alimento de la humanidad. Ah!, pero como sobre la doncella, convertida en caña de azúcar, cayó la maldición del dios Gordo, cuando el azúcar se consume en exceso le brota la maldición y perjudica la salud.
¡Bravoooo!, coreó el público aplaudiendo casi al unísono a los adultos mayores que protagonizaban con algo de dificultad la obra El mito del azúcar. Ya no se mueven con la soltura de los adolescentes, sino con el pesado cansancio de los años. En ese momento, entró a escena una fila de abuelitos cargando gigantescas envolturas de galletas, chocolates y dulces. Otros beneficiarios del Programa 70 y Más protagonizaban órganos humanos: El páncreas, el hígado, el riñón, el corazón, el cerebro, etc. Son órganos vitales que sufren afectaciones severas por la obesidad del ser humano y, ante una diabetes, la falta de insulina.
Evidentemente, el mensaje de la obra, dirigido a todo el público, pero en particular a los adultos mayores, es evitar el consumo excesivo de azúcar dado sus dañinas consecuencias. Los abuelitos actores robaron el corazón de la concurrencia, la cual los premió con generosos aplausos. Al final de la obra teatral los beneficiarios de 70 y Más bailaron el son de El Palomo y algunas chilenitas, mientras la gestora de dicho programa del Gobierno Federal, Fabiola Martínez, Fabi como ellos la llaman, les movía los hombros con dedicación y ternura.
Sentado en el presídium, el presidente municipal de Monjas, Juan Alberto Zurita López, se mostraba satisfecho por los resultados del Programa 70 y Más en su municipio, donde es importante la población de adultos mayores. Por eso la Delegación de Sedesol del Gobierno Federal entregaba ese día 315 mil pesos para más de 304 beneficiarios de varias localidades.
Motivada por aquellos niños sabios, la coordinadora del programa, Consuelo Guzmán Núñez, a nombre del Delegado Huberto Aldaz Hernández, agradeció al munícipe y a la población en general, dar la merecida importancia a los adultos mayores y apoyarlos en el esfuerzo del Gobierno Federal de integrarlos nuevamente en la sociedad. No más abuelitos vistos como muebles arrumbados.
Tan motivados se sintieron los beneficiarios que, mientras los demás degustaban tamalitos de elote y agua de horchata, se pararon a bailar varios sones más.