
Obras inconclusas, ineficiencia y omisiones en Oaxaca de Juárez: Chagoya
VILLAHERMOSA, Tabasco., 1 de marzo de 2016.- Viste camisa Scappino manga larga, botones y cuadros blancos enmarcados por rayas dobles verticales y horizontales en tono azul marino.
A sus casi 64 años, Roberto Madrazo anda activo, emocionado en la estrategia de su partido inmerso en la elección extraordinaria para la alcaldía de Centro.
Planea, trama, ejecuta. No piensa en otoños el patriarca de la versión contemporánea del madracismo.
Ha vuelto al proselitismo partidista, quizá convencido del viejo y rítmico adagio de Pepe Jara sobre las ausencias que triunfan.
Envuelta en el misterio de la privacidad, la cafetería inspira una conversación fluida, sin condiciones.
Pongo sobre la mesa del café una fotografía de 1998. Es la celebración del cumpleaños de Arturo Núñez.
Se ve una clase priísta unida, en armonía. Los años maravillosos.
-¿Se acuerda de ese momento?- suelto un inesperado dardo.
Sin palabrerías, repele a bote pronto: -Sí, como no, claro. Es un cumpleaños del licenciado Núñez, el pastel se lo mandó hacer su señora esposa, muy novedoso porque era la Cámara de Diputados con sus curules; él había competido en el sexto distrito para ser diputado federal, ganó muy bien y jugó un papel muy relevante en su campaña, muy positivo para él y ganó. Era el coordinador de la bancada del PRI en la Cámara y nos dio mucho gusto a los tabasqueños que pudiera el diputado Arturo Núñez coordinar a la diputación de todo el PRI en San Lázaro como pasó.
-¿Había unidad de los priístas en ese tiempo?
-Sí, había entendimiento, y debo decirte que el licenciado Humberto Mayans también jugó un papel importante de construirla juntos, hasta que llegó el momento, como el propio Arturo Núñez solía decir muy frecuentemente, que se mantendría la unidad hasta que la silla nos separara. Es algo que él repetía mucho y bueno lamentablemente esas cosas se presentaron en la dinámica política que vivió el Estado.
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Quadratín Michoacán