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OAXACA, Oax. 7 de noviembre de 2013 (Quadratín).-Ruth apretó la vagina para evitar que el parto fuera en la calle. Había una manada de perros que la asustaron. “Si nace aquí mi hijo lo van a morder”, pensó.
Cree que por eso al nacer ya no lloró. Pero no aguantó a llegar a clínica caminando. Una calle antes, nació el bebé.
“Yo sentí su cabeza afuera y me senté para ayudarlo a salir, ya no apreté y así nació”.
Alma Ruth Mendoza Martínez, de 23 años, es originaria de San Antonio de la Cal y a unas horas de salir del hospital civil “Dr. Aurelio Valdivieso”, narra su experiencia la madrugada del martes 5 de noviembre en la calle de Allende, en ese municipio ubicado a unos 15 minutos de la ciudad de Oaxaca de Juárez.
“Me siento mal, débil, emocionalmente ni se diga, no merecía yo un trato así. Me duele la cadera, cuando empezó a salir lo que hice fue sentarme y lo hice con mucha fuerza. Estaba morado, me asusté mucho”.
En el Hospital Civil no le cobraron los servicios de atención médica “pero ya para qué”. Dice que los médicos intentaron cambiar la versión: “me dijeron llegaste a las 12 y media y no, fue una y media y el doctor estaba durmiendo, le dije que ya tenía cólicos y me dijo que me fuera, se burló”.
Recuerda que cuando ingresó a la clínica, el médico Adán Hernández Carballo, aún somnoliento le dijo: “A ver acuéstate, te voy a revisar”. Pero sólo tocó mi panza con su mano y no sé cómo se llama un conito para escuchar el corazón de mi bebé.
“Está avisando que quiere nacer, pero puede ser mañana, al otro día o en días”, le explicó el médico. La madre de Ruth le explicó que su primer parto había sido muy rápido y el doctor les indicó que no.
“¿Y quién les dijo que tiene que ser así, váyanse a su casa”. Atendieron la recomendación del médico, pero los dolores seguían.
“Como a las tres de la mañana le dije mi esposo que ya no aguantaba y mi mamá, Adriana Hernández, dijo que se iba a adelantar para pedir la ambulancia, que viniera a alcanzarnos. Mi marido, Jonatán, se quedó conmigo y caminamos. A veces me paraba cuando era muy fuerte el dolor y seguíamos avanzando”.
Me aguanté lo más que pude, en la calle había muchos perros, unos ladraban y yo pensé, si me siento aquí, estos perros van a morder a mi bebé, pero ya no aguanté. Me senté como pude porque ya estaba saliendo.
Después de diez o 15 minutos, cuenta, llegó el personal de la clínica. Se le hizo eterno. Hacía mucho frío y yo lo sostenía entre las piernas, me dolían. Después me subieron a la camilla y ahora sí el médico me habló diferente, pero me dio mucho coraje porque si él hubiera hecho el tacto se habría dado cuenta que el bebé ya estaba por nacer.
Enterada del cese del médico y el director de la clínica, considera que con eso no se arregla nada, porque después de su caso, se enteró que ha habido ya otros tres en esa misma clínica. “Ese doctor no debería trabajar, según él para eso estudió y tenía enojo de lo que lo despertamos, yo digo que sí fue culpa de él que mi bebé haya nacido en la calle”.
Después del parto, narra “me metieron a la ambulancia, empecé a temblar y ahí me hizo la limpieza, sin anestesia ni nada, me sacó la placenta y me limpió con jabón líquido, con pinzas y gasas, yo le decía que me dolía mucho pero él me contestó, sí, ya sé que duele, así duele, pero ya pasó”.
A su hijo lo bañaron hasta este miércoles, un día después “en el hospital civil, hoy estaba sucio todavía, en la clínica no lo limpiaron, así me lo entregaron, sólo le cortó el cordón y ya no hicieron nada más”.
Ruth considera la experiencia traumática, tanto que decidió ya no tener más hijos. “la vida es demasiado difícil y aparte, no quiero lamentarme de otro caso igual, con esos médicos ya ni ganas dan”.
El pediatra que revisó al médico dijo que está bien, pesó dos kilos 700 gramos y también la valoración que hicieron de ella es positiva.
“Lo que me da coraje es que todavía se burlaron de mí, el Director de la clínica llegó a verme y me dijo que era una mujer afortunada, que soy una mujer bendecida porque tengo a mis hijos así de rápido, me dijo que con esa facilidad puedo tener los hijos que quiera, me molestó que me dijera así”.
En el Hospital Civil fue otro trato, pero “cómo olvidar lo que pasó, tengo cólicos todavía, me duele el lado derecho del estómago, la cadera, me da mucho coraje”.
Yo quisiera, dice Ruth, que haya médicos con ética, con un poquito siquiera, porque se supone que salvan vidas, pero con ese trato, yo diría que ya no trabajaran en ningún lado.
Texto publicado en El Universal