Avanza la rendición de cuentas como política de Estado: Colmenares
OAXACA, Oax. 13 de febrero de 2014 (Quadratín).-¿El amor acaba? Químicamente sí.
Más allá de las canciones y las creencias sobre ese sentimiento, existe una función bioquímica que determina ese estado denominado “enamoramiento” y tiene una duración de alrededor de tres años.
En entrevista, la coordinadora estatal del Programa Salud Mental de los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO), Ana Laura Solís Martínez, explicó que durante ese proceso todo es impulso y oleaje químico, “el organismo entero está sometido al bombardeo de endorfinas, dopamina, oxitocinas, fenilalanina y epinefrina, todo sucede a velocidad de vértigo”.
Aseguró que en la primera etapa los besos, abrazos y detalles, son especiales, las muestras de amor van y vienen, no hay espacio para pensar más que en la pareja, sin embargo, aclaró que pasado el tiempo la química se acaba, «las mariposas en el estómago se terminan”.
Y es que dijo, “la fase de atracción no dura para siempre y comienza entonces un sentimiento de apego”, por lo que recomendó que para conservar la relación de pareja es necesario buscar mecanismos socioculturales como una grata convivencia, costumbre o intereses mutuos.
Al pasar la cascada de reacciones emocionales (tres años máximo), el organismo se hace resistente a los efectos de estas sustancias y toda la “locura” se desvanece gradualmente provocando que las parejas se sientan menos enamoradas, y es cuando llega la insatisfacción, frustración, primeras crisis, separación o incluso el odio.
Explicó que el amor es un sentimiento benéfico para la salud, ya que la expresión emocional y sexual favorecen psicológica y físicamente; por lo que en una pareja sana, el compañerismo y apoyo mutuo generan seguridad, auto aceptación e impulsa el desarrollo personal.
No así, expuso, convivir en un ambiente conflictivo hace que la desconfianza, el abuso y la inestabilidad dañen la calidad de vida, “los integrantes viven en un estrés constante, la incertidumbre ante las reacciones del otro, la sensación de continuamente estar fallando y el temor a expresarse libremente, pone a las personas en permanente estado de tensión” aseguró.
Señaló que entre los efectos graves por relaciones disfuncionales y complicadas, se potencializa el estrés, provocando ansiedad, problemas estomacales (gastritis, úlceras, colitis), ataques de pánico, depresión severa, cansancio, presión sanguínea alta, insomnio, caída del cabello, gripa, migraña, alergias, asma, diabetes mellitus.
Asimismo suelen presentarse problemas de alteración de patrones de conducta: dependencias, celos excesivos, maltratos verbales, físicos y psicológicos que afectan de forma determinante al organismo.
En este sentido enfatizó que las relaciones deben ser armoniosas, “el amor tiene sus fases y a pesar de los años la felicidad se puede incrementar por medio de actitudes positivas, con afecto, entrega, optimismo, ejercicio, satisfacción ante el logro de metas, vocación y devoción por lo que se hace cada día” aseguró.
“Si bien el éxito en la intimidad es un asunto de inteligencia, de saber negociar, tener sensibilidad, ceder, comunicarse, escuchar, estar, reír juntos y mantener la complicidad, es ante todo un asunto de –querer, querer-. Hay que tener presente que el otro es libre, cultivar momentos de presencia no de apariencia, ya que una buena relación no se da, se trabaja”, puntualizó.
Finalmente enfatizó que en toda relación se corre el riesgo de que la rutina se instale y se pierda la capacidad de seducción al otro, por lo que destacó la importancia de “vacunarse contra la indiferencia, la desconfianza, el irrespeto y la mala comunicación, para mantener encendida la chispa del amor”.