Una manera de autocuidado es nombrar lo que sentimos: Iveth Luna Flores
OAXACA, Oax. 27 de febrero de 2015.-Durante la presentación de la cuarta edición de Un mexicano en la Guerra Civil española, Claudio Sánchez Islas, hijo de Don Néstor Sánchez, leyó el siguiente texto:
El estilo de mi padre.
Ya está en circulación la 4ª edición del libro autobiográfico del periodista oaxaqueño Néstor Sánchez Hernández (1918-2001): Un mexicano en la guerra civil española y otros recuerdos. De todas es la más bella, pero eso le tocará decidirlo a quienes la tengan ante sus ojos.
Su título hace énfasis en el sangriento derrumbe de la segunda república española, en 1936. La anhelada transición democrática desde la monarquía hacia la democracia, acaparó la atención de México al hacerse irreconciliables sus propias desgarraduras ideológicas. Desembocó en una guerra civil que se extendió por tres años. El agravamiento de la crisis española atrajo la atención del mundo. Jóvenes y veteranos de 52 naciones se enlistaron como milicianos voluntarios para ir a defender con las armas los ideales políticos republicanos. Oaxaca aportó a las Brigadas Internacionales tres voluntarios: Tito Ruiz Marín, de Unión Hidalgo y Silvestre Ortiz Toledo, de Ixtepec. El tercero de aquellos muchachos fue mi padre, don Néstor.
Muchos de los que estamos aquí reunidos recordamos cómo nos contaba sus recuerdos de entonces. Era un charlista eficasísimo al que no se podía dejar de escuchar. Enriquecía su plática empleando sus mejores recursos intelectuales, pero además, habiendo sido protagonista de ellos o testigo de primera fila, sus relatos comunicaban a la vez nombres, fechas y muchas emociones.
Quiso mi buena estrella colocarme a su lado como su primer oyente de tiempo completo cuando él ya había descifrado los grafismos de su propio destino, pues pasaba de los 50 años de edad. Sus años de formación autodidacta en las letras y en la historia habían madurado y me tocaba el momento preciso de cosechar sus frutos.
–Lo más importante para un periodista es el estilo, pues los datos son los mismos para todos, pero el estilo personal de escribirlos es lo que te va a distinguir, me dijo alguna vez, mientras caminábamos de la casa hacia Carteles del Sur.
–¿Y qué es el estilo?, pregunté.
–El estilo es el hombre, respondió.
La respuesta no la pude comprender entonces, pero la memoricé de tan “sencilla” que era.
–Si quieres escribir bien tienes que desarrollar tu propio estilo, remató.
Él lo consiguió porque tenía innato el don de observar lo que le rodeaba. En este sentido, su destino estuvo muy claro desde siempre: sería periodista, pero le faltaba templar los resortes que distinguen al periodista del literato: ser la voz confiable de una causa social superior. Su experiencia en la guerra le ayudó a forjar dramáticamente aquellos resortes y gracias a que salió vivo de aventura tan tremenda, dedicó su juventud a entender los mecanismos profundos de la lengua para que fuera el vehículo eficaz de sus ideas. A falta de aulas y maestros, se entregó a la lectura de novelas y poesías; a escuchar por radio los conciertos dominicales de música clásica de la XELA; a leer las obras completas de Sigmund Freud; a asistir a las conferencias que los intelectuales y artistas plásticos dictaban en un México que había decidido abrazar los ideales de la Revolución mexicana, antes de que acabaran en discursos huecos.
Don Néstor tomó la pluma en serio. Como toda su generación, pensaba que sí era posible la redención de las masas campesinas y obreras. Lo que faltaba era emplear los medios de comunicación en ese sentido. El cine y la radio no fueron ajenos al interés de todos ellos. Muchos otros oaxaqueños se aventuraron en aquellos vericuetos, como el tlacolulense Rogelio Barriga Rivas, novelista y guionista en la época de oro del cine nacional y como Enrique Othón Díaz –a quien mi padre le pidió que fuera “padrino ideológico” de su naciente periódico Carteles del Sur. Como ellos, don Néstor escribió al menos tres guiones cinematográficos. La época y su pluma febril le hacían buscar medios de expresión donde volcar su creatividad.
Todos entendemos lo que es un estilo de narrar. Pero sugiero que lo comprendamos hoy de una manera más intensa, si esta es la palabra… Recordando la silenciosa emoción que me embargaba cuando escuchaba las vivencias en voz de mi padre, pero conociendo mis limitaciones para ello, me atreví a solicitarle al colega Jorge Cruz Pineda empleara sus propios afanes en contar, en voz alta, algunos fragmentos del libro Un mexicano en la guerra civil española y otros recuerdos.
Dejé que él le imprimiera su personal estilo. Escuchemos, pues, a don Néstor re-creado por el arte dramático y la voz de Cruz Pineda.
En este primer fragmento, mi padre nos introduce al cuartel de Santo Domingo, hacia 1932, el sitio donde dejó atrás su niñez:
Entra recuerdos cuarteleros.
México es de los escasos países que considera al periodismo como algo distinto de la literatura. Quizás a ello se deba en Oaxaca la escasez de libros de memorias de sus periodistas. En la historia del periodismo del siglo XX los gringos se llevan la gloria de haber inventado el género de “literatura de no ficción”, que no es otra cosa sino el periodismo apoyado en la literatura y todos sus recursos que enriquecen el lenguaje. La única diferencia es que mientras el literato usa su imaginación, el periodista emplea datos concretos y documentales como materia prima de sus relatos.
Don Néstor amaba el “reportaje vivo”, aquel que debe abrirle las puertas a la emoción, pues busca una reacción en el lector. Le tocó a él ir a la vanguardia de batalla tan sangrienta. El siguiente fragmento que escucharemos lo tituló “La batalla del Ebro”. El narrador emplea la primera persona para expresarse y con este recurso literario coloca al lector prácticamente a su lado. Lo hace partícipe de lo que está sucediendo no solamente en aquel lugar y en ese instante, sino en la mente vacilante y el alma llena de pavor de sus protagonistas.
Entra cruce del Ebro.
El otro suceso que conmovió al mundo fue el asalto a la casa-fortaleza de Trostky.
Mi padre, al lado de David Alfaro Siqueiros y otros ex combatientes lo realizaron.
A conocer todos los hilos que se movieron desde la oscuridad aquel 20 de mayo de 1940 dedicó mi padre décadas, hasta que pudo comprender si no todo sí gran parte de aquella operación dirigida desde el Kremlin. Lo dejó por escrito en este libro.
Si aparece esta nueva edición es porque estos dos hechos: la Guerra civil española (1936-1939) y el Caso Trotsky, siguen siendo tema para los historiadores occidentales. La bibliografía se enriquece cada día y en muchas otras lenguas, además del español. Aún debe haber archivos y testimonios dejados por escrito que no se conocen. La historia, como siempre, puede llegar a aclararnos casi todo, pero, como todos sabemos, nunca dicta verdades definitivas. No es Dios, es musa.
De vuelta en Oaxaca a fines de los cincuentas, don Néstor emplearía lo que aprendió en la “universidad de la vida” para poner en marcha su personalísimo proyecto periodístico. Escuchémoslo de él mismo:
Entra Oaxaca en Mex.
Floresta y desierto a la vez aseguran que es el mítico valle de la vida. Tras agotar su último sendero, aquella comenzó a mostrarle a don Néstor, ya imponentes, los estribos de sus montañas más ásperas y misteriosas. Tras ellas, escuchaba él el eco marcial del ocaso de su existencia: … Aunque sea de jade se rompe. No para siempre en la tierra. Solo estamos un poco aquí… Qué lejos estoy del suelo donde he nacido…
Una caída, una fractura y una pulmonía doblaron al combatiente. Entonces le brotó una confesión que solo a los más queridos se comparte, copa en mano. En ella, don Néstor Sánchez nos escrituró el sentido de su vida, tras aventura tan impar. Es la siguiente:
A LOS AMIGOS.
Eso es todo. ¡Brindemos por la amistad!
Leído el 26 de febrero de 2015, en el restaurante Coronita, acompañado de un mezcal y un mole oaxaqueño, de esos que le gustaban a Don Néstor.