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Consejo de la “caricatura”, Servil al Gobierno
El huevo y la gallina
OAXACA, Oax. 23 de marzo de 2015.-¿Cuándo empezó la espiral de conflictos sociales y políticos que hoy han colocado al gobierno del estado contra la pared? En otras palabras, ¿la ola de movilizaciones, desestabilización política y crisis del Estado de Derecho tuvo su origen con la alternancia y el gobierno de Gabino Cué? La respuesta es no, lo que tampoco lo exime de responsabilidades –al igual que a los poderes legislativo y judicial- en tanto han sido omisos en la aplicación de las leyes y el uso de la fuerza del Estado.
El movimiento magisterial que ha tensado las relaciones entre el gobierno del estado y el gobierno federal y propiciado un creciente malestar social y político en contra de su administración, nació en 1980 durante el gobierno de Pedro Vásquez Colmenares y se consolidó como fuerza sindical y política con Heladio Ramírez López. Ambos gobernantes surgidos de las filas del PRI. Y desde entonces la estrategia de movilización-negociación-movilización fue aplicada tantas veces como resultó necesaria para doblegar toda resistencia gubernamental, lo mismo a nivel federal que estatal.
Antes del surgimiento de la disidencia magisterial ya otras organizaciones sociales como la COCEO y la COCEI habían ensayado estos mismos métodos de lucha que también resultaron eficaces, a tal grado que en 1977 resultaron un factor determinante para la caída del gobernador Manuel Zárate Aquino.
Los grupos y organizaciones sociales y sindicales que hoy se han multiplicado y se expresan con extrema beligerancia se fueron gestando al calor de la lucha magisterial que ya lleva más de tres décadas, pero también bajo la influencia de liderazgos de otras expresiones sociales y políticas de izquierda y ultraizquierda con presencia regional y nacional. Gracias a la generosidad de los gobiernos priístas buena parte de estas organizaciones –y por supuesto con sus líderes por delante- han consolidado su poder político en la entidad de tal suerte que en situaciones de conflicto interno en algunos casos ha dado pie a grandes rupturas.
La APPO fue la síntesis de este poder alterno (“poder popular”) que en el 2006 intentó repetir la historia de 1977. No cayó Ulises Ruiz pero los nuevos métodos de lucha callejera ensayados en los aciagos meses de ese año cobraron carta de naturalización.
La APPO desapareció como tal, pero las principales organizaciones que la habían impulsado, fundamentalmente la Sección 22 del SNTE, se montaron en los compromisos electorales que dieran origen al gobierno de alternancia para tomar más impulso y desafiar a las instituciones.
El gobierno de Cué en poco modificó las reglas escritas y no escritas desde la época de Heladio Ramírez en su trato con estos grupos y organizaciones sociales (o clientelares): cubriendo un mínimo de requisitos legales y técnicos y a cambio de una rendición de cuentas a modo se les empezaron a asignar cuantiosos recursos económicos para beneficio de sus bases ( y, por supuesto, de sus líderes). Muchos de los pasivos económicos que hoy enfrenta el gobierno del estado y que pretende subsanarlo con una cuestionada política de austeridad podrían ser cubiertos reduciendo los montos de los millonarios recursos que prácticamente a fondo perdido se asignan a esta mar de organizaciones sociales y “productivas” (políticamente).
Y es que en la medida que la transición democrática y el rediseño institucional ofertado en el 2010 solo se quedó en el papel, persistieron en los hechos, y en algunos casos se agravaron, los usos, abusos y costumbres del viejo régimen con la consecuente pérdida de confianza y socavamiento de las leyes e instituciones.
Tiene toda la razón el gobernador Gabino Cué cuando declara que como expresión disidente del magisterio nacional la Sección 22 del SNTE, el principal referente de las movilizaciones sociales en Oaxaca y el país, no se incubó en su gobierno. Sin embargo, titubea cuando le responde al secretario de Educación Pública, Emilio Chauyfett, que en Oaxaca no gobierno el gremio magisterial. Y se queda pasmado cuando desde la iglesia católica y otros sectores representativos de la sociedad lo emplazan para que convoque a los otros poderes a recuperar para los oaxaqueños la paz y tranquilidad que todos nos merecemos.