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Oaxaca, Oax. 22 de julio 2012 (Quadratín).- Guilibeu Urbieta Vera pudo haber sido pintor o violinista, y aunque le gusta dibujar, por influencia de su padre, artista plástico, a los cuatro años eligió su juguete favorito: el piano, al que dedica actualmente hasta ocho horas de práctica diariamente.
A los cinco años empezó a estudiar piano con la maestra Dula Cedillo, y como le fue dedicando cada vez más tiempo a la música que a la escuela, tuvo que terminar la secundaria mediante el sistema abierto. Ahora está por iniciar sus estudios de bachillerato en la Universidad de Colima que ofrece la opción de bachillerato en música.
La noche de este viernes, Guilibeu ofreció un concierto en la Sala Juárez de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. El repertorio estuvo compuesto por obras de Scarlatti, Beethoven, Chopin y Rachmaninoff. Entre el público estaban sus padres: Nicéforo Urbieta, pintor, y Esperanza Vera, promotora cultural. También sus tíos: los violinistas Alejandro y Miguel Urbieta, y la bailarina Laura Vera. Además de su abuela paterna.
Ex integrante de la Orquesta Esperanza Azteca Oaxaca, no duda en afirmar que le gusta más estar frente al piano que ante los cuadernos y libros escolares. Y si le preguntan qué compositores prefiere interpretar habla de tres: Mozart, Beethoven y Schubert. Confía en que dentro de diez años estará como solista en alguna orquesta sinfónica famosa. Y dar muchos conciertos.
Guilibeu Urbieta tiene una gran facilidad para la lectura musical a primera vista, es decir, para interpretar una obra sin antes haber leído la partitura, disciplina que ha adquirido tras años de práctica diaria de cinco a diez horas de piano.
A sus 15 años de vida, Guilbeu, en la búsqueda de su propio encuentro, sale de Oaxaca con el piano amigo, juguete que escogió a los cuatro años, su confidente cercano y lejano, entrañable cómplice de travesuras melodiosas, ahora, su pasión adolescente.
El del pasado viernes fue algo así como un concierto de despedida en el que Oaxaca dijo hasta pronto al pequeño maestro que en una semana emprenderá el vuelo en busca de su gran sueño: ser un gran concertino.