Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
MÉXICO, DF, 20 de marzo de 2015.- El menú de razones éticas y morales por las que no debió ser considerado idóneo para ser electo Eduardo Medina Mora, como Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es muy amplio. La razón por la que se le eligió es muy clara, el partido en el gobierno de la República quiere demostrar que la restauración autoritaria va en serio.
Por ello el golpe contra Carmen Aristegui es asestado inmediatamente después. De tal modo que no queden dudas. Es lamentable que se cancele de este modo, la vía de un gobierno que construye acuerdos y equilibrios; y el grupo gobernante se enfile a degradar las relaciones del Poder con la Sociedad a la condición que guardaba hace más de cuarenta años.
La moral de Gonzalo N. Santos, El Alazán Tostado y de Cesar “el Tlacuache Garizurieta” ha desplazado a la filosofía de Jesús Reyes Heroles, quien hoy cumple treinta años de muerto. El pensamiento de éste también lo está en un priísmo con afanes de absolutismo al interior del País y de subordinación a los intereses extranjeros.
Los primeros basaban su moral política en el más primitivo nivel: el individualista, la moral egocéntrica de quién solo piensa en sí mismo, en sus propios apetitos, sin importarle los demás; a lo sumo los del grupo si esto satisface su propio inyeres. El tercero, al menos manifiestamente, se basaba en un nivel de desarrollo moral de aquellos que piensan en bien de la Nación, de la humanidad o de la naturaleza. Aunque es importante decir que el nivel más alto de la moral, la que parte de la visión transformadora de la sociedad -en términos de Engels- es la que considera el cambio revolucionario como la cúspide y piedra angular en la generación de la Cultura.
La moral revolucionaria que inspiró el arranque del siglo XX, en los últimos ochenta años ha sido demolida por el pensamiento hegemónico para despojar a la práctica política en México de todo vestigio de ella. A través del estrangulamiento presupuestal, se dinamitaron las instituciones generadas bajo su óptica y se desplaza a los individuos que personifican -así sea en forma incipiente- tal concepto de moral. Utilizando las palabras cambio y progreso sólo como coartada o pretexto para convalidar una política que sólo es un juego de búsqueda y apropiación del poder por el poder mismo -en términos de Santos- y un medio para saquear el presupuesto gubernamental -en términos de Garizurieta-.
Medina Mora llega al Poder Judicial para negar toda consulta ciudadana que defienda el interés de la Nación y quizá para viabilizar aquellas que atenten contra la pluralidad y los derechos ciudadanos; para hacer valer el interés de sus socios privados e intentar revertir los avances en materia de derechos humanos, en beneficio de autoritarismo y bajo la lógica de imponer la moral del clero, que niega el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, mientas protege a pederastas.
En suma, llega para garantizar la impunidad. Siendo él mismo impune al estar sin castigo de haber sido el mariscal de campo para la ejecución de la “guerra contra el narcotráfico” que costó decenas de miles de muertos, muchos de los cuales a través del trasiego de armas derivado de los programas del gobierno norteamericano: “receptor abierto” -que se aplicó durante su encargo como procurador y con su conocimiento- y “Rápido y Furioso” -que se aplicó poco después de que él dejara la PGR, pero cuyos antecedentes conoció totalmente, como bien lo probó el equipo de investigaciones especiales de Aristegui-. El voto mayoritario de los senadores es un voto anclado en el pasado presidencialista, de quienes esperan favores derivados de la renuncia a ejercer el criterio propio. El ministerio de Medina Mora es producto de una moral de grupo de interés, que se privilegia por encima de la Nación, su sentido moral se reduce a “los cuates”. Es el regreso del alemanismo, casi setenta años después. Consumatum est, los principios de imparcialidad y constitucionalidad en el País han sido violados por el Senado; y tardarán tiempo en restablecerse, porque la acción del ministro impuesto dentro del Pleno de la Corte, inclinará los empates a favor del Poder Establecido.
Convino más estar con Mora que con Morín.
Los senadores panistas, en su afán de comprar impunidad para Felipe Calderón a través de otorgarle tan alto cargo a uno de los operadores de aquel expresidente, convierten al suyo, en un partido satélite más y renuncian a jugar su papel de oposición en materia de Justicia. La doctrina de Gómez Morín -quien dijo en 1940: “…la moral rige a la política y al político más que al individuo privado y que a la conducta individual”- es desplazado por la lógica cínica de Gonzalo N. Santos. Al final el triunfo cultural es para éste, cuyo papel tanto combatió el prócer panista. Los senadores panistas resolvieron que era más conveniente estar con Mora que con cualquier Morín que se invocara.
La izquierda desatinada.
Un traidor no se considera como tal en su fuero interno. Simplemente basa su enfoque moral al beneficio personal o, a lo sumo al beneficio de su grupo de interés, la visión trascendente de los propios actos está ausente.
Cada vez que surge un liderazgo transformador, el poder genera para él 3 alternativas: la cooptación, el desprestigio público y la eliminación por exclusión o física. Cada senador de izquierda potencialmente lo es, pero no todos se sobreponen al descomunal aparato de presión del Estado corruptor y persecutor, hace falta grandeza para enfrentarlo y prudencia para superarlo. Los senadores que no asistieron a la sesión en que se votó el nombramiento del Ministro de la Corte no tienen justificación alguna en términos de una moral opositora.
Las matemáticas no mienten en este caso, si los senadores Mario Delgado, Armando Ríos Piter, Luz María Berinstain y Rabindanath Salazar se hubieran presentado y votado en contra, además de que Layda Sansores no hubiera roto su cédula, sino depositado el voto negativo, Medina Mora no habría sido electo Ministro. No hay nada que puedan pretextar o hacer que modifique la percepción generalizada de que cada uno, por su cuenta, en aplicación de una lógica individualista, decidió establecer con el poder, los compromisos en su beneficio a cambio de su ausencia. Su actuación fue indigna de la confianza que los electores de la izquierda depositaron en ellos.
Mario Delgado, formidable crítico del Pacto por México, al abandonar el PRD, dijo “…la decisión del PRD de sumarse al Pacto por México desdibujó al partido mayoritario de la izquierda y…lo que se necesitaba era una oposición fuerte, articulada y con un proyecto definido…”
Pues bien, con su ausencia, Mario se desdibujó como Senador de la ciudad más importante gobernada por la izquierda. Su inasistencia en el pleno del Senado es lo que cuenta para el irremediable resultado, que eleva al máximo órgano del Poder Judicial a alguien que combatirá los avances en derechos y libertades ciudadanas, de género y reproductivas, que la izquierda desarrolló en la Ciudad de México porque EMM ya lo hizo cuando fue Procurador. “A toro pasado” ha publicado en redes sociales una opinión que pretende ser radical criticando el nombramiento y manifestándose en contra, pero eso no tiene ningún valor político y mucho menos moral (considerando tercer nivel de la moral), es una justificación fútil, vana. Sus escritos y dichos posteriores no enmiendan su falta, porque no modifican el nombramiento. Tal gesto invoca más a la hipocresía que a la integridad. Mario no se presentó en este caso como parte de una oposición fuerte, articulada y con un proyecto definido, como les exclamaba al PRD, por el contrario sus críticas anteriores se desvalorizan al encontrar el interés individual en esta acción. Será Morena el partido que evalúe tal conducta, veremos allí cuál es la moral que se impone.
Rabindranath Salazar también se ausentó y nunca dio explicación alguna. Demostrando su incongruencia con lo dicho al renunciar al PRD cito lo que reseñó La Jornada: “para actuar con congruencia (entre) lo que piensa, dice y hace, tomó la decisión de sumarse a Morena; “
Ese mismo Partido deberá evaluar si el acto teatral de romper su voto y depositar los pedazos en la urna realizado por su Senadora Layda Sansores es justificación o no. Lo digo con todo conocimiento, porque lo he combatido, “los jefes priístas del control político” en las legislaturas locales, propician acuerdos para que algunos legisladores se salgan de la sesión -algunas veces con excesos de radicalismo verbal- y para que otros inutilicen sus votos, no que los anulen, sino que los dañan para que no cuenten ni como abstención. Los favores que recibe un diputado local en esas condiciones, tienen que ver con las gestiones a favor de su clientela, a la cual privilegia, por encima de las implicaciones del nombramiento o decreto cuya votación evade para no votar en contra, a mi juicio, la dirección nacional del PRD ha sido indulgente excesivamente frente a actos así. Tal conducta, explicable -aunque no justificable- en un legislador local sin convicciones, resulta inaceptable y reprobable en una senadora o en un senador de la izquierda de cualquier partido que sea.
En cuanto a Armando Ríos Piter; en marzo de 2011 dijo representar “la nueva visión generacional, que con pensamiento joven conduzca al Partido a su renovación y a una nueva institucionalidad democrática…” todos los consejeros nacionales de Foro Nuevo Sol le aplaudimos y votamos por él para que fuera presidente nacional del PRD. La reducción de presencia y -en el extremo- la exclusión tanto de cargos directivos como en candidaturas, así como meses la hostilidad del resto de expresiones, fue el costo que esta corriente pagó por apoyarlo, porque significó desafiar a las dos coaliciones de fuerzas que se repartieron -entre ambas- la mayoría de las posiciones dentro del PRD.
No obstante, en aquel momento, actuamos convencidos de respaldar la opción que más coincidía con nuestro ideario: apoyar a Armando Ríos Piter para la presidencia nacional era la antesala de la candidatura de Marcelo Ebrard para la presidencia de la República. Después, a pesar de los inconvenientes y diferendos que en algunos momentos tuvimos, en lo esencial las coincidencias con Armando prevalecieron, al grado que, aun cuando él, por razones poco convincentes, renunció a ser el candidato del PRD a la gubernatura de Guerrero, los compañeros de Foro Nuevo Sol en esas latitudes, aun ya decididos a apoyar la opción de Beatriz Mojica, mantenían en el último rincón del corazón, la esperanza en que Armando cambiara de parecer. Algo pasó en el lapso entre su discurso sobre la nueva visión generacional y el Armando que no estuvo presente en el Senado, el fatídico martes diez de marzo para rechazar la candidatura de Medina Mora para ministro de la Corte. Para mí fue doloroso e insólito. Quizá porque los de mi generación concebimos al “pensamiento joven” como sinónimo de audacia y desafío al poder establecido. En cambio, el renunciar a ejercer un voto en contra, en el que toda la izquierda coincidía con la parte más avanzada y progresista de la sociedad, independientemente de cualquier explicación que se dé, es claramente un acto de frío cálculo político. El joven idealista que había desafiado a las estructuras partidarias en 2011, hoy se plegó pragmáticamente al poder federal. Lamento mucho ver a Armando en ese papel.
En cuanto a Luz María Berinstain, tal vez hizo cosas buenas que parecen malas. Los presos políticos por los que fue a abogar ante Roberto Borge -según sus mismas palabras- no fueron liberados, su gestión fue un fracaso y resultó inútil su ausencia en una votación crucial, cuando si bloqueaba con su voto en contra el nombramiento del Ministro, su capacidad de gestión se hubiera incrementado y el ministro sería, tal vez, otro. Como sea le regaló a Borge una prenda que éste debe estar capitalizando dentro de la picaresca en que se mueve la “clase política” priísta, logró distraer a la senadora de oposición de su estado para que no votara en contra del nombramiento de Medina Mora, y a cambio de nada. Algo que ningún otro Gobernador logró . Esa es “operación política” -dirán los más pícaros. Los bonos de Borge, dentro del PRI hoy deben estar cotizados más alto. Durante 15 años, cada vez que el voto de Medina Mora incline la balanza en contra de los intereses nacionales, tendrá la Senadora tiempo para llegar a la conclusión de cuanto pesó su ausencia, sobre todo cuando la resolución de la Corte afecte los intereses de los quintanarroenses. Tampoco me gusta verla en este deplorable e injustificable papel.
Los 5 opositores de izquierda dejaron de lado el interés nacional y la obligación de estar presentes y hacer valer su voto para rechazar un nombramiento en sí mismo ignominioso. Es para momentos como éste, cuando la lealtad a los principios exige la definición indubitable, para los que son elegidos por la ciudadanía.
Reducir la moral al interés individual o de grupo, es dejar de ser izquierda, abandonar las causas de la gente, para colocarse del lado del Poder. Cada vez que un liderazgo demócrata y progresista renuncia a su papel opositor y transformador, se da un triunfo cultural más del “Alazán tostado”, porque se prueba, otra vez, que hoy como hace setenta años: “la moral es un árbol que da moras”. De todos modos, algunos encuentran conveniente la “buena sombra” de tal árbol en lugar de la intemperie en que suele sobrevivir la auténtica oposición. Por eso se arriman aunque, para el resto del país, se ensombrezca el panorama.