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Oaxaca, invitado de honor en la FIL de Palacio de Minería
Oaxaca, Oax. 22 de agosto de 2013 (Quadratín).- México podría exportar músicos, específicamente de metales, a las grandes sinfónicas del mundo, sin embargo, tenemos un grave problema: no hay una sola escuela de calidad en todo el país, incluidos el Conservatorio y la Escuela Nacional de Música. Los planes de estudio son obsoletos y los maestros son ex alumnos reciclados.
Así lo establece Faustino Díaz Méndez, el primer latinoamericano en adjudicarse el Premio Internacional de Trombón en Corea, quien venció a más de cuarenta rivales de primera categoría, húngaros y franceses incluidos, que eran los que cada año se disputaban esta presea.
Trombonista desde los 17 años, Faustino emigró directamente de la escuela que le dio su padre, el trompetista Rodolfo Díaz, en su natal San Lorenzo Cacaotepec, Oaxaca, al Conservatorio Nacional de Música. Y del Conservatorio mexicano al de Holanda, donde estudió su primera especialidad. Y posteriormente se fue a Alemania. Ahora realiza una maestría en Suiza.
La familia Díaz ofreció este martes una comida para recibir a Faustino y celebrar juntos su premio y el cumpleaños de su madre, Clara Méndez, con barbacoa, cerveza y mezcales. Previo al banquete, al que se dieron cita familiares y amigos, y un visitante distinguido inesperado, el artista plástico Francisco Toledo, Faustino Díaz habló en entrevista de su percepción sobre de las instituciones musicales de México, y acerca de lo que implica para el éxito para un mexicano.
-¿A qué atribuyes tu triunfo?
-A la preparación, al empeño, a la dedicación; a la disciplina, sobre todo. El talento es complementario, nunca debe ser tomado como un arma primaria, sino como una complementaria.
-México se auto cataloga como el país del ya merito
-Siempre, pero esa es una cuestión de mentalidad, de conformismo. Porque por ejemplo, hablando de futbol, yo soy apasionado del futbol, en cuestiones deportivas, un joven de 18 que empieza a jugar bien la misma prensa lo trata como si fuera un Pelé o un Maradona, ¿y qué pasa? el chico se infla, se confía, cree que ya la hizo, pero realmente no ha logrado nada, y hasta ahí llega.
-¿Ocurre lo mismo con los músicos?
-Hay jóvenes que a los 22 años alcanzan puestos como primer violín o primera trompeta de tal o cual orquesta, y eso basta para que piensen que ya son grandes músicos y dejan de estudiar. El éxito es un asunto cultural. Diez años después los chicos se dan cuenta de que no habían logrado nada aún, y tienen que volver a empezar.
-¿Cómo luchaste tú contra esa posibilidad?
-Gracias a la honestidad de mi padre, que es una persona muy honesta, como persona pero musicalmente hablando lo es más todavía. A pesar de que él es muy buen trompetista nunca dice yo soy bueno, él dice: hago lo que puedo, con lo que tengo, y a la fecha sigue estudiando, siempre está leyendo. Eso lo aprendí desde casa. A los 20 años me coloqué como trombón principal de la Orquesta Filarmónica de la UNAM, pero yo sabía que era sólo un paso, y así me la he pasado toda mi vida, construyendo.
-¿Hasta dónde tienen participación en hazañas como la tuya autoridades o instituciones musicales mexicanas?
-Afortunadamente, y lo digo con mucho orgullo, ninguna autoridad puede tomar parte de este resultado. Yo no estudié en Oaxaca, me fui directo de mi casa al Conservatorio, y de ahí a Holanda. Ninguna autoridad se puede jactar de haberme apoyado con un peso para que yo estudiara o hiciera mi trabajo.
Me gustaría recalcar, por supuesto, que las autoridades tendrían que hacer su chamba que para eso les pagan, que ellos no están para echarnos la mano, sino para servir a la sociedad. Ése es el gran problema de los servidores públicos mexicanos, que creen que nos ayudan. No, es su obligación, para eso les pagamos.
Pero no le cargo toda la responsabilidad al gobierno, la mediocridad musical ocurre por una mezcla de apatía de las autoridades y flojera de los alumnos. Cuando daba clases me decía un alumno: no tengo dinero para comprar un metrónomo que me estás pidiendo. ¿Y qué esperas, cuándo te vas a poner a trabajar? De músico, pues no tienes el nivel todavía, pero puedes tener un puesto de elotes, ser cajero o descargador. Trabajo hay, sólo es una cuestión de actitud. En Suiza tengo amigos que trabajan en Mc Donalds para pagar sus estudios.
-En Oaxaca no hay escuela de música y hay mucho talento que no puede llegar al DF, como tú.
-En todo México hay mucho talento para exportar. México podría ser un gran exportador de metales en el mundo, el problema es que no existe a nivel nacional una buena escuela de música donde digas este alumno va a salir tocando de manera precisa. Los planes de estudio son obsoletos, muy tontos, ése es un problema. El otro problema es el reciclaje de alumnos que no pudieron sobrevivir como músicos y se quedan de maestros. Eso es lamentable, lo peor de lo peor.
¿Quién va a dar clase? Un alumno que estuvo 20 años intentando desarrollar, que apenas se tituló, que no tiene nivel.
-¿Ocurre también en el Conservatorio Nacional?
-En el Conservatorio y en la Escuela Nacional de música. A Oaxaca le falta una escuela, sí, pero si va a ser una escuela así no va a servir de nada. De nada sirve un edificio chingón si van a ser los mismos maestros de siempre, los programas de siempre.
-¿El programa Instrumenta Oaxaca ha sido útil?
-Instrumenta a mí me ayudó muchísimo, la intención es muy buena, sin embargo no han logrado complementar bien los resultados no han sido los que se esperan. Yo realmente los quiero mucho, y les estoy muy agradecido, pero no ha tenido un impacto en la realidad. Cada año llega menos gente, lo que indica que algo no está funcionando bien.
-¿Qué viene después de esta coronísima? Pareciera que alcanzaste la cima
-La gente dice que soy el mejor trombonista del mundo, yo no creo eso. Mi papá que es mi mayor maestro me enseñó a tener siempre claro dónde piso. Voy a terminar mi maestría en Suiza, luego voy por una maestría en música antigua, quiero estudiar dirección de orquesta en un futuro más lejano y seguir con mi vida de trombonista. La fama y el dinero son dos cosas que jamás me han interesado. Si soy famoso, está chido; si tengo lana también está chido, pero si no los tengo también. Lo mismo toco en el Conservatorio Superior de París que en la banda San Felipe Tejalapa. Lo único que quiero es tocar y lo hago con la misma intensidad.
-¿Qué dice la familia, la Dinastía Díaz?
-Están bien contentos porque me atrevía a salir del pueblo. Somos 16 en la Dinastía Díaz, entre primos, hermanos, tíos, padre y abuelo. No se asombran porque ellos son más talentosos que yo. Tengo un primo, Carlos Díaz, que tenía un talento para tocar la batería y pudo llegar a ser el mejor baterista del mundo; otro primo, Gonzalo, es taxista, toca el bajo de manera extraordinaria. Otro primo, Raymundo, con gran talento para el sax, y mi hermano, con un talento para la trompeta que no lo puedes creer. Matarían, muchísima gente en el mundo mataría por tener la mitad de su talento. Pero a ellos no les interesó salir. Ellos dicen: Me gusta tocar aquí, ir a mis partidos de futbol, ponerme bien pedo. Eso me gusta y eso es lo que yo quiero, déjame en paz, no me jodas.
Foto: Edwin Hernández