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MÉXICO, DF, 27 de octubre de 2014.- Ser policía en la zona de la montaña de Guerrero significa tener el respeto de la comunidad de Alcozauca y sus alrededores, además de obtener una baja entrada de dinero segura en una zona donde la pobreza es perceptible y la inseguridad por el narcotráfico se vive de manera cotidiana.
De acuerdo con un estudio del Instituto para la Seguridad y la Democracia (Insyde), los elementos de seguridad de esta parte del estado están “casi en la irregularidad” debido a que no cuentan con los elementos necesarios para laborar en una población de 19 mil habitantes.
La falta de un seguro social, fondo de ahorro, equipamiento, entrenamiento especializado, uniformes, patrullas, así como de una inexistente carrera policial colocan a estos elementos como los más limitados del estado.
“Encontramos un ambiente caciquil, donde los nuevos presidentes municipales llevan a su gente para colocarlos como policías, es decir que son gente de su confianza sin importarles si saben manejar armas, pero sobre todo sin tener un entrenamiento especializado para realizar este trabajo.
“Otro punto importante es que los sueldos son bajísimos, apenas alcanzan los 4 mil 875 pesos al mes y les ayuda, por lo menos para sobrevivir, para aquellos que tienen una familia pequeña, pero la mayoría de los policías tienen hasta cuatro y cinco hijos, por lo que su labor policiaca resulta ser un simple hobby”, comentó María Eugenia Suárez, investigadora de Insyde.
Reconforta ser policía
En un trabajo realizado durante un año se comprobó que los trabajos que son más solicitados en la montaña guerrerense son policía o unirse con las bandas del narcotráfico, debido a la precariedad de esta zona.
Aunque la mayoría son campesinos de autoconsumo, no alcanza para llevar un ritmo de vida considerable, por lo que necesitan tener un segundo ingreso para mantener a sus familias.
Sin embargo, muchos de los pobladores se inclinan por formar parte de las 33 plazas de uniformados con las que cuenta el departamento de seguridad de la localidad, ya que, según la encuesta, les gusta ser admirados y respetados por los pobladores.
La barrera del idioma es un problema que afecta en la comunicación con la población y los visitantes. “Encontramos que aquellos que forman parte del departamento de policía prefieren ejercer esta profesión solamente por tener el reconocimiento de los pobladores, nos aseguraron que se sienten bien por ser respetados y que incluso hasta les den los buenos días durante sus patrullajes.
“El problema es que cuando terminan su estancia, además de interrumpir su carrera como policía, es que ya cuentan con un semi entrenamiento para el dominio de armas, esto llama la atención de los narcotraficantes y reclutan a los ex elementos en sus filas y los vuelven sicarios, es el gran problema al cual se enfrentan al terminar su estancia”, dijo Suárez.
De lo bueno, muy poco
El orgullo para los policías de la montaña son las armas, tipo escuadra y AK-47, con las que cuentan para combatir el crimen, pero no poseen con la herramienta ideal para enfrentar al crimen organizado. “La zona de la montaña esta sitiada por los cárteles de la droga, es un paso importante para el transporte de la droga, además de que en ocasiones utilizan estos pasos para burlar a los grupos rivales y evitar la pérdida de producto.
“Esto genera que los sicarios crucen de manera forzosa por las comunidades, como es el caso de Alcozauca y se enfrenten a los modestos policías, que apenas y reciben un entrenamiento de dos semanas para el control de armas de fuego, los resultados son terribles, la mayor parte de los muertos están en el bando de la seguridad rural”, reseñó la especialista.
A pesar de que el 90 por ciento de los hombres anhelan ser elementos de seguridad, las carencias y la falta de experiencia orilla a que los “ilegales” uniformados consideren detener a los narcotraficantes y por un sueldo que no alcanza para la manutención de una familia.