Dialogan Papa Francisco y Salomón Jara sobre transformación en Oaxaca
OAXACA, Oax. 26 de julio de 2014 (Quadratín).- Frente al Templo de Santo Domingo de Guzmán y al repique de las campanas, se preparaban las cuarenta Chinas Oaxaqueñas y los faroleros al son de la banda musical, para emprender el recorrido hacia la Alameda de León, con la presencia de hermanos oaxaqueños y de diversos lugares.
Con vistosos colores, joyas antiguas y ostentosas, canastas adornadas con motivos religiosos y flores inmortales como lo dicta la tradición -que desde hace más de quince años alegra las calles de la Verde Antequera- dio inicio el recorrido que cautiva a espectadores locales y a visitantes de diversos rincones del mundo.
Entre cohetes, ovaciones, velas y algarabía, cada asistente captaba el colorido del convite floral de la Guelaguetza presentado por las Chinas Oaxaqueñas de doña Casilda Flores.
El amor por las tradiciones oaxaqueñas es una característica de las chinas que pretenden mantener este tipo de expresiones, mostrando en cada movimiento al son del Jarabe del Valle; entre aplausos y flashes, bailan alegres con elegancia cada pieza que los instrumentos de viento pronuncian y que hacen retumbar al más noble sentimiento de devoción por la cultura oaxaqueña.
El empedrado y los monumentos históricos de esta Ciudad, también son testigos del orgullo con que gritan los faroleros: ¡Viva el barrio de China! ¡Viva la Guelaguetza! ¡Viva Oaxaca! Mientras agitan y giran los faroles, las marmotas y los monos de calenda que expresan un sentimiento de amor por la tierra que los ha visto nacer.
El sabor de Oaxaca no sólo se encuentra en la gastronomía, también en los bailes tradicionales que armonizan cada paso que recorre el transeúnte en esta tierra del sol y que regresará al llamado de la Guelaguetza por la fraternidad que ofrece a quien la llega a conocer.