Mantiene Oaxaca éxito rotundo en el Festival Internacional Cervantino
Oaxaca, Oax. 4 de septiembre de 2013 (Quadratín).- Las casas de la ciudad trepan al cerro para resguardarse del aguacero que anuncia septiembre.
Trompa de Gorila espera bajo el tejado que pase el agua mientras calienta en su mano izquierda el marro de mezcal.
10 pesos el marro.
El mundo en un puño.
El agua de la lluvia baja con fuerza, arrastra estufas, peroles, bicicletas, el casco de un helicóptero de paspartú.
El mundo se derrumba con el agua de los últimos días de agosto. Tanta agua. Doña Tina mira desde el mostrador de su tienda bajar el agua del cerro, de las nubes.
Con esfuerzo de los años arrastra la escoba, su pierna izquierda, sus recuerdos mientras mantiene alejada la lluvia de los cartones de cerveza, los bidones con mezcal. 50 litros de mezcal, combustible suficiente para hacer una fiesta, un bautizo, el velorio.
Trago de sobra para largarse de esta vida. Doña Tina arrastra su vestido azul y piensa, “se van a mojar los hombres”. Barre, espanta el agua. Cuida la tienda sin clientes. En la hora del aguacero ni moscas ni borrachos interrumpen el cabeceo de la anciana.
El mostrador oscurecido de todas las tardes. Retumba en la oscuridad un trueno. Los bidones de mezcal alumbran el espacio antes que se enciendan las luces.
Trompa de Gorila sabe esperar.
Su mano izquierda calienta el cristal del mezcal, el frasco.
El bote.
El mandado.
Sabe que en casa del herrero lo espera la gente para estirar la tarde, abrir la palabra, descansar el alma. El mal tiempo es eterno. Trompa de Gorila se sabe paciente, muchas temporadas de malas parrandas pasaron ya por su espalda. El hombre sabe esperar, todos los hombres deben saber a esperar el tiempo para salir a la calle, hacer el mandado. Trompa de Gorila se sabe animal de ciudad con aguacero. Bien conoce el delirio y la paciencia. Quieto respira en su refugio de sombras y tejas.