Cortinas de humo
Oaxaca, Oax. 17 de julio de 2010 (Quadratín).- Quien hace literatura, la hace desde la lengua que más domina, generalmente desde la lengua que mamó en la leche, su lengua madre; por lo que la pregunta ¿En qué lengua se piensa cuando se escribe?, sería ociosa si no fuera porque actualmente un sin número de escritores en lenguas indígenas simulan escribir en su lengua madre por afán de conseguir becas y premios. Esta práctica deshonesta, propia de personas oportunistas ¿ayuda o perjudica a las lenguas indígenas? Al principio pensaba que si no ayudaba esta práctica perversa a las lenguas indígenas, tampoco las perjudicaba, dado que éstas han logrado sobrevivir, durante más de 500 años, las políticas nacionales de destrucción y discriminación, que los gobiernos han implementado para incorporarnos a un sistema monocultural que le llaman civilización o modernidad.
Sin embargo, hoy en día, veo con preocupación cómo las lenguas indígenas experimentan un proceso acelerado de degeneración y extinción por la falta de políticas que favorezcan su permanencia y desarrollo, y por el uso exclusivo del español en las escuelas (las llamadas escuelas bilingües no son como debieran ser) y en los medios de comunicación. Esta situación, sumada a las prácticas corruptas recientes en las lenguas indígenas (el fenómeno de homogenización entre el español y las lenguas indígenas, que nos hace decir y pensar en la lógica de la lengua española y no de nuestras lenguas), como el discurso de los pastores evangélicos, de los locutores de las radio comunitarias, y como el quehacer literario de estos deshonestos escritores, me hace afirmar que estos últimos son también agentes de destrucción de nuestras lenguas.
Cuando en 1990, los pocos profesionistas que escribíamos en nuestras lenguas indígenas, iniciamos un proceso de empoderamiento con apoyo de los intelectuales de izquierda, como el finado escritor Carlos Montemayor, jamás nos imaginamos que esta práctica perversa fuera a surgir. El esfuerzo de los Encuentros nacionales (de Ciudad Victoria, San Cristóbal de las Casas, Ixmiquilpan, Texcoco y México) iniciados en 1992, y la constitución de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas en 1993, hicieron posible las becas de literatura en lenguas indígenas del FONCA, la fundación de la Casa de los Escritores en Lenguas Indígenas y los premios como el Nezahualcoyotl y el continental Canto de América de literatura. Estos logros son aprovechados ahora, más por los escritores oportunistas que los propios escritores en lenguas indígenas.
¿Quiénes son estos escritores oportunistas? Los que escriben en español su trabajo literario y luego traducen (con apoyo o no) éste a la lengua indígena que hablan; y ¿qué problema hay en eso?, preguntarán algunos, sabiendo que la traducción es una práctica universal, válida y necesaria; respondo que no existiría problema alguno si la traducción fuera apegada a la estructura gramatical de la lengua indígena, pero desgraciadamente no es así, cómo pueden traducir correctamente si no dominan la sintaxis de su lengua indígena, si la dominaran, no escribirían de primera mano en español, sino en su lengua. El trastorno entonces es grave, puesto que colaboran en la degradación y destrucción de la lengua de sus antepasados.
¿Sabrán estos escritores del papel destructivo que juegan en las lenguas indígenas? Quiero pensar que no, supongo que por las pocas oportunidades de desarrollo del hombre en nuestro país, las personas se deslumbran y procuran por todos los medios ganar las que se ofrecen, en este caso, las becas y premios existentes de literatura; y para garantizar dichos estímulos pervierten su quehacer escribiendo lo más claro y fino posible en español, al gusto de los asesores de las instituciones culturales, que frecuentemente están desconectados de la realidad literaria indígena, que al leer estas obras se van de boca por lo bien logrado del trabajo en español, y creen que de la misma manera significa y dice en la lengua indígena.
¿Qué sucede cuando estas obras llegan a los hablantes de la lengua indígena? He visto cómo las ignoran con una sonrisa en los labios después de leer las primeras páginas, y cómo olvidan el hecho, sin comentarlo ni discutirlo, supongo que porque estas obras no representan nada en la vida de los pueblos. Lo que no ven es el perjuicio de que las nuevas generaciones, al notar que tal persona recibió una beca o un premio por escribir como escribe, procuran escribir como tal, desgraciando su carrera literaria y la lengua de sus antepasados.
Sin temor a equivocarme, más del 50 por ciento de los que hoy dicen escribir en lengua indígena, son farsantes. ¿Cómo detener esta práctica infame cuando vivimos en una cultura nacional degradante de competencias y corrupción? Supongo que no hay manera, lo que sí es posible, es que quienes seguimos creyendo en la literatura indígena como instrumento efectivo de fortificación y renovación de nuestras lenguas, impulsemos el descubrimiento, formación y expresión de nuevos escritores en lenguas indígenas, implantemos redes de colaboración con las nuevas generaciones de escritores en lenguas indígenas, y luchemos por hacer efectivas las leyes que dictan incluir dentro de los planes y programas educativos asignaturas como la lecto-escritura de nuestras lenguas, la historia y la cultura de las naciones originarias de nuestro país. Urge escolarizar la enseñanza de nuestras lenguas, nuestra historia y cultura en las escuelas públicas, con programas escolares en todos los niveles de la educación básica.
Las lenguas indígenas representan la vida misma de las culturas mexicanas, corromperlas por afanes protagónicos o monetarios es jugar irresponsablemente a favor de nuestra destrucción. El futuro de las lenguas indígenas va depender de la conciencia y amor que todos tengamos para preservarlas, juguemos a sumar y no a restar, apostemos a la alza y no a la baja de las lenguas indígenas.
A pesar de las condiciones actuales adversas, nuestras lenguas encontrarán el camino para seguir vigente en este mundo caótico y cambiante, los escritores indígenas tenemos mucho que aportar para que así sea, pongamos por delante la honestidad, la creatividad, la calidad y la innovación en el género literario que desarrollamos, y todo lo demás vendrá por añadidura. Sin literatura honesta y sin escolarización no hay futuro para nuestras lenguas.
**Ponencia presentada en el Encuentro de escritores zapotecos, realizado en los días del 15 al 18 de julio en el Centro de las Artes de San Agustín, Etla, Oaxaca**