Bloquean vecinos de la Gómez Sandoval por obra inconclusa
ZAACHILA, Oax. 15 de mayo de 2014 (Quadratín).- Hace seis años cuando llegó al plantel, no creyó que aguantaría. Se llenó de ronchas y pulgas, se enfermó de la piel y de los ojos, los olores eran fétidos, la basura y las moscas inundaban la escuela, cuyos rústicos salones en época de lluvia se llenaba de lodo.
“Pero me gusta, es mi trabajo y lo hago con mucho cariño. Entiendo que la sociedad se molesta cuando hacemos marchas y plantones, pero debieran ver también en qué condiciones realizamos nuestra labor. Hay muchos maestros que son verdaderos héroes en su trabajo”, dice.
Es la profesora Janet Cruz Ruiz, quien lleva seis de sus 15 años como docente en la escuela primaria “Símbolos Patrios”, ubicada en una de las colonias más marginadas de este municipio, “Renacimiento”, distante a unos 20 kilómetros al sur de la capital… y a unos cinco metros del basurero.
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“Renacimiento” es parte de una media docena de colonias populares asentadas en inmediaciones del tiradero de basura, donde descargan sus desechos unos 20 municipios del Valle Central.
La mayoría de sus habitantes se dedica a la pepena, incluso los niños, una vez que terminan sus tareas escolares.
En la avenida principal del plantel, llamada Oaxaca, sin pavimentarse, corren los lixiviados, aguas negras que escurren de los montones de desechos cubiertos con tierra.
Aun cuando hay clínicas cercanas, las infecciones estomacales, de la piel y las enfermedades respiratorias son comunes en la zona, que se distingue por casas improvisadas, de madera, láminas sencillas y costales de residuos rescatables, así como manadas de perros.
De acuerdo con el director de la primaria, Omar Calvo Suárez, quien se incorporó en el actual ciclo escolar, cuentan con 152 alumnos, de ese asentamiento como de las colonias “Bicentenario” y “Cazahuites”; tiene una docena de profesores, que atienden siete grupos, dos de ellos del primer año.
Los mentores están afiliados a la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y la escuela tiene unos 12 años de existencia.
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La maestra Janet llegó ahí en 2008, cuando aún existían salones de lámina, con pisos de tierra. Y cuando el tiradero se encontraba desparramado, sin trabajos de mantenimiento.
Originaria de Salina Cruz, se inició como docente en 1999, en localidades del distrito de Tuxtepec, dos años en sierra Mixe y uno más en Magdalena Mixtepec, perteneciente al distrito de Zaachila. Está casada, tiene tres niños, que lleva al mismo plantel para recibir clases.
“Cuando me encontraba en la montaña, me avisaron de un espacio; me dijeron que era cerca del basurero; creí que cerca, pero no tanto. Había compañeros que ya habían estado por aquí, lo pintaban feo”, cuenta.
Explica que en la labor docente, a los iniciados se les envía a las localidades más apartadas del estado, donde mediante promociones y asistencia a actividades sindicales, se les acerca a un centro urbano, preferentemente de la localidad en que viven.
“Dije pues ni modos, primero fue por la intención de acercarme; no importa, voy a experimentar, dije. Vine, estaba muy feo, horrible, en temporada de lluvia tenía que caminar, atravesar el basurero, incluso varias ocasiones me quedé atrapada en el lodo de la basura, por las condiciones del camino”, narra.
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Su domicilio actual lo tiene en el municipio de San Jacinto Amilpas, en la zona poniente de la capital, a unos 40 kilómetros de su centro de trabajo, hasta donde se traslada de lunes a viernes.
“Los niños de por acá son muy cariñosos, se dan mucho a querer, a pesar de su pobreza. Hemos ido avanzando poco a poco, he visto varios cambios, ahora los que llegan están en la gloria”, explica.
Apenas en mayo de 2012, la autoridad municipal construyó cinco aulas, de concreto, lo que cambió totalmente la fisonomía del plantel.
–¿Pensó en su salud, en la de sus hijos, cuando se vino?
–Pues sí, pues sí, porque no sé en qué les vaya a afectar, no estaban acostumbrados, pero veía a niños de la escuela que casi no se enfermaban, incluso se iban a pepenar; ellos también sufren, pero se han ido adaptando. Cuando recién llegué, se me pegaron un montón las pulgas, por los perros; me enfermaba seguido,
–¿Qué la impulsa a estar en este lugar, atendiendo este tipo de alumnos?
–A donde haya una persona que necesita educación, ahí tenemos que estar, finalmente es parte de nuestra labor, quiérase o no, necesitan mucho apoyo y somos los que van a ayudarlos a salir adelante, inducirlos a que tengan metas, aspiraciones.
–La labor del maestro ha sido muy satanizada últimamente.
–A veces hay personas que hablan y no saben cómo está el fondo de las cosas; siento feo que digan que somos flojos, que protestamos, pero muy pocas veces reconocen el trabajo de uno. Sí, hace uno sus marchas, como cualquier organización si quiere lograr algo, con este gobierno que hay, tenemos que manifestarnos para que nos hagan caso.
“Aunque la sociedad no lo reconozca, los maestros sí trabajamos, aunque hagamos movilizaciones”, termina.