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MÉXICO, DF. 4 de julio de 2014 (Quadratín).- La rodela azteca o chimalli (en lengua náhuatl) es uno de los cuatro escudos del siglo 16 que aún existen en el mundo, y el único que se conserva en México. La pieza, que da cuenta de la suntuosidad con la que eran ataviados los altos mandos militares mexicas, fue objeto de una exhaustiva investigación histórica por parte de especialistas de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM).
El restaurador Emmanuel Lara presentó los avances de su investigación “Una aproximación a la historia de vida de la rodela azteca ‘chimalli’ del Museo Nacional de Historia”, en el marco del Primer Encuentro de Arte Plumario, que se realizó en dicha escuela del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Señaló que el objetivo de investigar este antiguo escudo, es documentar todos aquellos eventos relevantes en su devenir histórico para que en un futuro la pieza sea valorada para su conservación.
El especialista refirió que este chimalli, que forma parte de las colecciones del Museo Nacional de Historia “Castillo de Chapultepec”, es uno de los cuatro que se conservan en el mundo, los otros tres están en Europa: uno se encuentra en Viena, y los otros dos en Alemania.
La rodela elaborada en el siglo 16, alrededor de la época del Contacto, fue hecha por los amantecas que trabajaban el arte de la pluma. “Las fuentes refieren que el escudo fue confeccionado con materiales muy lujosos en el contexto mesoamericano como piel de jaguar, láminas de oro y plumas de aves de diferentes tonalidades, y se cree que fue regalado por la elite mexica a Hernán Cortés”.
El diseño y la riqueza del chimalli, dijo, era un elemento primordial en la indumentaria militar de los aztecas, jugaban un papel fundamental para distinguir el rango militar y su uso estuvo regido por leyes que aseguraban un orden en el ejército azteca.
El restaurador detalló que una vez que estuvo en manos españolas, la pieza fue llevada a Europa, para demostrar los tesoros que había en el Nuevo Mundo. El chimalli llegó a Bruselas en 1519 y permaneció en el Palacio de Armas hasta 1796, cuando fue trasladado a Viena, donde se quedó casi un siglo.
Para 1865, el emperador Maximiliano de Habsburgo mandó a traer dicho escudo para incluirlo en las colecciones del Antiguo Museo Nacional, por lo que en enero de 1866 retornó a México.
Lara Barrera explicó que el escudo mexica tiene varios faltantes. “La parte de la piel de felino se desprendió, al igual que las láminas de oro y las plumas. Aunque se tiene registro de estos deterioros desde que Maximiliano lo mandó traer, los faltantes de oro ya estaban registrados en documentos.
El restaurador dijo que la pieza guarda un estado delicado, por la misma naturaleza de los materiales que lo constituyen, por ello no está en exhibición y se resguarda en las bodegas del Castillo de Chapultepec. Recordó que el escudo sí se mostró cuando regresó a México, en el Antiguo Museo Nacional al lado de la Tira de la peregrinación y de algunos códices.
Sobre los materiales constitutivos del chimalli, el experto detalló que tiene una base de carrizos, los cuales estaban entretejidos por fibras vegetales, sobre ese soporte tenía la capa de piel de felino, probablemente de jaguar, y parte de un mosaico de plumas sobre una cama de algodón, además de aplicaciones de hoja de oro, plumas anudadas, un fleco y borlas de plumas.
El escudo mexica tiene una iconografía representada con tres lunas invertidas, una en la parte superior y tres en la parte inferior, un cinturón curvado en mosaico de pluma y pluma anudada en la parte media.
Emmanuel Lara dijo que la iconografía del chimalli era muy popular y reconocida entre los pueblos mesoamericanos durante los últimos años del periodo Posclásico (900 -1521 d.C.), como lo demuestran las representaciones en el Códice Mendocino, en la Matrícula de Tributos y en el Lienzo de Tlaxcala.
La rodela, dijo por último, es una pieza fundamental en la historia de México, no sólo por su valor estético y la técnica con que fue hecha, sino porque pasó por periodos importantes de la historia de México, como la Conquista y el Segundo Imperio, además de haber formado parte de un discurso nacionalista a principios del siglo XX, cuando se exhibió en el Antiguo Museo Nacional.