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Oaxaca, Oax. 24 de julio de 2013 (Quadratín).- Tras la muerte de Alejandro Santiago, el mejor homenaje que se le puede rendir es que la gente conozca su obra, manifestó Alejandro Gálvez de Aguinaga, curador y crítico de arte quien colaboró cercanamente con el artista plástico en sus múltiples proyectos creativos.
Gálvez de Aguinaga dio a conocer que en este sentido, continuará trabajando en la exposición que ya tenía programada el escultor en Guanajuato para finales de octubre próximo: Alejandro quería que antes de salir del país, las esculturas de los 2mil 501 Migrantes se pararan en nuevamente en México, y esto se hará en tres hectáreas del Parque Bicentenario de Guanajuato, que tiene 17 hectáreas, y donde además hay una galería con salas lo suficientemente altas para albergar 21 murales de 6 por cuatro metros, de sus serie 20 Murales y una canción desesperada.
Posteriormente, adelantó, se pretende que los 2 mil 501 migrantes de barro crucen el mar para pararse en Italia y Holanda, donde hay invitaciones para su exposición, pero para ello, dijo, es necesario gestionar los recursos necesarios para mover una obra tan vasta en barco, por lo que recurrirán nuevamente a la Fundación Rockefeller, al gobierno federal y al estatal.
Como director del centro escultórico La telaraña, Fernando Gálvez manifestó que seguirá al frente de este espacio localizado en la Colonia Alemán de la capital oaxaqueña, junto con Lucio, hijo de Alejandro Santiago. Asimismo, agregó, seguirán adelante los trabajos del Taller de fundición El zopilote, en Suchilquitongo, Etla, donde el artista dejó su primera serie de trabajos terminados que deberán montarse en una exposición póstuma.
Como una persona cercana a quien llama El brujo, Gálvez de Aguinaga expresó que partió el día de la Guelaguetza, en plena fiesta, como a él le gustaba. Y recordó que justamente este 24 de julio de cumplen tres años de que Alejandro Santiago lo invitó a colaborar en La telaraña.
Es increíble. Cuando me invitó a trabajar con él me dijo: Fernando, te garantizo tres años de trabajar juntos, y luego, borrón y cuenta nueva. Este 24 de julio se cumplen exactamente tres años. Así era el Brujo, no en balde nieto de curandera,
Alejandro Santiago fue un huracán, una catarata humana capaz de producir veinte o treinta obras en un mismo día. Amaba profundamente su oficio, tanto como a las mujeres, a los caballos, al pueblo obrero, las texturas del mundo. Yo lo vi leyendo lo mismo un libro de arquitectura japonesa que platicando con un cargador de la central de abasto. Era un artista con los pies firmes sobre la llanura pero con los ojos puesto en el universo.
Por último, comentó que como lo que era, un creador de proyectos enormes, monumentales, tenía el propósito de crear una campana para cada pueblo indígena de México, porque para él la cultura es un bien común y no una propiedad privada, pero la muerte se lo impidió.
Alejandro Santiago fue sepultado esta mañana en el Panteón General de la capital oaxaqueña. Le acompañaron familiares, colaboradores y amigos, a su última morada.
Foto: Archivo