La Constitución de 1854 y la crisis de México
Federalismo y Centralismo
Oaxaca, Oax. 11 de mayo de 2009 (Quadratín).- Se ha dicho que la década de 1980 fueron los años del federalismo en Estados Unidos, pero bien podría decirse que en ese mismo periodo se vivió el periodo de descentralización en varios países de América Latina.
En el caso de México, hubo cierto nivel de centralización fiscal en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, pero actualmente surge la inquietud del nuevo federalismo, tema pendiente en la legislación de nuestro país.
El concepto de relaciones intergubernamentales (RIG) hace referencia a las diversas conciernas que existen entre diversos órdenes o niveles territoriales de gobierno. Al hablar de gobierno se entiende que son entes con cierto nivel de autonomía. Las relaciones entre estos entes no necesariamente tienen que ser de forma jerárquica, sino que pueden darse entre unidades subnacionales con el mismo nivel.
Sin embargo, en Latinoamérica han surgido diversas manifestaciones de rechazo a las crecientes transferencias de responsabilidades pero no de capacidades de los niveles superiores a inferiores en los gobiernos. En otros casos, se han reforzado esquemas de dispersión o de cacicazgos regionales, lo cual ha impedido el desarrollo de las ciudades de la periferia. Si comparamos los sistemas políticos de Estados Unidos con América Latina, nos daremos cuenta que en el primero existen leyes más concisas y en menor escala, aplicándose éstas de manera estricta; mientras tanto, en el segundo hay marcos jurídicos por doquier y en distintas áreas, sin embargo su aplicación es más flexible y menos cumplida. Lo anterior debido a que los sistemas políticos en el continente americano, excluyendo los países anglosajones, han sido autoritarios y verticales en la toma de sus decisiones. En este mismo escenario, las políticas implementadas por estos gobiernos no han podido cristalizarse en beneficio de la población debido a que el gobernante ha ejercido su poder de forma autoritaria, sin tomar en cuenta las voces democráticas de la población.
Otro punto importante en esta comparación es la capacidad de que los órdenes de gobierno en Norteamérica mantengan una comunicación constante a través de redes múltiples de cooperación, lo cual no sucede en la mayoría de los casos en América Latina, y más aun en México. Para afrontar un problema, los distintos ministerios o direcciones se reúnen con el fin de aportar sus capacidades para resolverlo. En el segundo caso, se ha visto que todas las áreas de un mismo gobierno tienen sus propias formas de operar y cuando se trata de cooperar conjuntamente, simplemente esto no se lleva a cabo. Wrigt señala que las imágenes que presentan las divergencias entre estas instancias son fricción, hostilidad, conflicto de intereses, nula negociación y estrategias de cambio.
En Estados Unidos, las relaciones estatales-locales son muy complejas, ya que varían mucho entre los estados y en general ambas instancias tienden a traslaparse. La escena local es muy compleja, debido a que los condados, municipios, pueblos, distritos electorales y distritos especiales son variados. Los Estados no se limitan a dar órdenes, sino también a proporcionar asesoría y ayuda técnica a éstos. En estos casos, los programas de salud, de educación y sociales son calificados como redistributivos.
En contraste, los Estados latinoamericanos han observado una variedad de centro-periferia. Existen desde las naciones más descentralizadas como Brasil hasta las más centralizadas o de tipo unitario como Bolivia o Perú. Hay Estados que han estado en medio de la escala, con estructuras federales formales pero relaciones centro-periferia muy centralizadas, como puede ser el caso de México, o con estructuras unitarias pero con una distribución urbana, económica y demográfica más equitativa como Colombia. Con todo, ha habido una tendencia hacia las estructuras centralizadas en América Latina.
En el caso de México, la federación ha sido similar a la de Estados Unidos. Esta semejanza no es causal, dado que a lo largo de la historia los constituyentes mexicanos (y algunos latinoamericanos) partieron en buena medida del modelo creado en Estados Unidos. Si bien, puede decirse que en México ha habido un federalismo que no se puede despreciar, es obvio que también ha habido fuertes y largas tendencias centralizadoras, desde la Colonia, e incluso desde tiempos prehispánicos.