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OAXACA, Oax. 2 de noviembre de 2013 (Quadratín).- “Te vas ángel mío ya vas a partir, dejando mi alma herida y un corazón a sufrir; te vas y me dejas un inmenso dolor, recuerdo inolvidable me ha quedado de tu amor…”. La nostalgia recorre tumbas y mausoleos en el Panteón Jardín de la ciudad de Oaxaca.
Es sábado 2 de noviembre y miles de almas se dieron cita en este camposanto para honrar a sus muertos.
Les lloran, les cantan, platican sus penas; recuerdan los momentos felices; les reprochan haber partido antes de tiempo. Remueven recuerdos del pasado.
Es la festividad de los Fieles Difuntos, como parte del Día de Muertos en Oaxaca. En este panteón, el más grande de la capital y situado al este, en la colindancia con el municipio de San Andrés Huayápam, la romería es intensa.
Desde temprana hora y provenientes de distintos puntos de los Valles Centrales, se dieron cita las familias.
Llegar es un suplicio, pues el transporte es escaso y al menos un kilómetro antes, la fila de autos en ambos carriles es larga. No hay un lugar para estacionar la unidad, a pesar de los varios estacionamientos improvisados, con un costo de 15 pesos.
Desde la bifurcación del camino a San Luis Beltrán y hacia Huayápam, decenas de puestos de alimentos, flores, cruces, juguetes y toda clase de artículos deja un reducido espacio para caminar.
“Pero hay cuando vuelvas no me hallaras aquí, irás a mi tumba y allí rezaras por mí; veras unas letras escritas ahí, con el nombre y la fecha y el día en que fallecí”… Las notas invaden el populoso cementerio, donde lo mismo se encuentran majestuosas y modernas construcciones, que sencillas y olvidadas tumbas.
Inmensa cantidad de flores cubre prácticamente la totalidad de sepulcros. Los hay de todos los colores y tipos; velas, veladoras; frutos en algunos casos, altares completos en otros.
Entre tantas otras, la canción que hiciera popular el coahuilense Cornelio Reyna en la década de los 70, suena por doquier. Con tríos, con marimba, con solistas…
“Pero hay cuando vuelvas no me hallaras aquí, irás a mi tumba y allí rezarás por mí; te vas ángel mío ya vas a partir, dejando mi alma herida, y un corazón a sufrir…”
Es el día de recordar a los Fieles Difuntos. El día de brindar con ellos, con cerveza o mezcal. El día de comer sobre su tumba un mole, unos tamales, o la comida que más le gustaba a él o a ella en vida. Mañana será otro día, el de la realidad cotidiana.