Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
Oaxaca, Oax. 18 de mayo de 2010 (Quadratín).- El término evidentemente no es nuevo, pero tal pareciera que fue inventado para definir el fenómeno político presente en este proceso electoral.
De hecho es mucho más viejo que el mismo partido político que hoy le hace honor todos los días al practicarlo para la designación de sus candidatos a los cargos a elección popular, desde el candidato a gobernador, pasando por los 25 candidatos a diputados, hasta el candidato a presidente municipal del municipio más modesto del estado.
En todos los casos se percibe un halo antidemocrático propio de la clase gobernante ajena al sentir y pensar de los militantes y simpatizantes de su partido político pero sobre todo de los ciudadanos a quienes se les limita la oferta política con personajes desconocidos, y que en el peor de los casos ya fungieron en el cargo sin resultados, sin arraigo entre la ciudadanía, que no han demostrado ser capaces de mover un dedo a favor de las mayorías, y sometidos a los intereses de la facción dominante; colocados como piezas manipulables a la orden del cacique en turno.
Es claro que los partidos políticos como entidades de interés público, y como la única vía para que los ciudadanos puedan accesar al poder público, están obligados a responder al ciudadano con propuestas claras, con candidatos surgidos de procesos de selección democráticos y transparentes, donde se tomen en cuenta a las estructuras orgánicas, a los militantes, a las tan cacaraqueadas bases partidistas, que cumplan con sus estatutos internos, que fortalezcan el pacto con el electorado.
Sin embargo la realidad es distinta, los partidos han dejado de ser esas entidades de interés público, como lo marca la constitución, para convertirse en entidades de poder político y económico, creando grupos y camarillas que se reparten el pastel del poder y del presupuesto.
Son grupos cerrados que no admiten la más mínima de las críticas, minimizan las voces internas que exigen democracia en las prácticas para la designación de candidatos, cancelan todo intento de los militantes por defender sus derechos político-electorales, impiden el surgimiento de nuevos cuadros con capacidad y talento.
Disfrazada de una supuesta disciplina partidista, los dirigentes niegan la convergencia de expresiones de inconformidad, pisotean derechos de militantes con convocatorias engañosas y parciales, burlan los acuerdos tomados y transgreden la legalidad electoral.
De un candidato partidista fortalecido con la legitimidad que le otorga el apoyo de sus bases y el respaldo de sus dirigentes, se puede esperar un buen gobernante con elevados márgenes de operatividad para convocar a los cambios sustantivos necesarios para el desarrollo del estado, de ese mismo candidato los electores de su partido así como los de otros partidos y electorado indeciso, tendrán una oferta real, solida y con alta probabilidades de cumplir con los ofrecimientos de campaña.
Para ejemplo, el candidato del partido oficial que asume la candidatura a gobernador de Oaxaca, se encuentra en un estado de completa indefensión, sus cartas credenciales democráticas están en blanco o no existen; carente de representatividad ante sus propios correligionarios por la manera que fue impuesto.
Copado hasta el tuétano, su nulo margen de maniobra propia le resta credibilidad y liderazgo. No se puede ir por los foros y plazas públicas maniatado por los personajes que fraguaron su ascenso a la candidatura. La ciudadanía y los mismos priistas dieron cuenta del circo armado ex profeso para simular una designación democrática.
La soberbia del senador, los diputados locales y federales, funcionarios de gobierno y candidatos afines al grupo del poder los han conducido por los causes de la intolerancia, la cerrazón, el autoritarismo, el exceso de confianza y la ceguera; no perciben el descontento partidista de las bases El resultado, desde luego, se vislumbra desastroso. Nada erosiona más la vida democrática como el desprestigio y la parálisis de los partidos y sus candidatos.
Estamos a pocos días de iniciada formalmente la campaña a gobernador del estado, en unos días más se sumarán las campañas a diputados locales y poco más adelante las campañas a concejales, aún es muy pronto para vaticinar triunfos y derrotas, pero sea cual sea el resultado, el costo de las imposiciones al partido en el poder le va a salir más caro de lo que se espera.
— ¿Qué tan cierto será que funcionarios de medio nivel del gobierno del estado, simulan hacer trabajo por el candidato Eviel Pérez, pero por debajo de la mesa, anticipándose al probable triunfo de la coalición opositora, hacen amarres con el equipo gabinista para asegurase la chamba otros seis años?
* Catedrático de la facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UABJO