Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
OAXACA, Oax. 12 de noviembre de 2014.- Con el devenir de los acontecimientos ocurridos al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas y Alejandro Encinas, ambos con el pretexto de los lamentables sucesos de Guerrero, vale la pena revisar la magnitud de los memes que afirman que el buscador, cuando googleas «México» te aparece Ayotzinapa, a un lado Guerrero y un mapa de la República Mexicana o la famosa rana verde con la leyenda: «A veces quiero ir a México, luego me acuerdo que ahí esta Ayotzinapa y se me pasa».
Con todo eso, es de reflexionarse si la caída del muro de Berlín tiene tanta razón de haber ocurrido como las operaciones de simonía de que acusan a Alejandro Sexto para alcanzar el papado.
Sí, este país y sus límites generados por los principios básicos de convivencia están de mal en peor, las agresiones que sufrieron dos personajes contemporáneos de gran envergadura para la historia de nuestro país no solo son condenables; nos deben conducir a la verdadera reflexión de lo que acontece en nuestro país, seguro estoy que no tarda el Estado en salir a dar respuestas donde se ejerza la fuerza para que cosas así no pasen.
Que no nos extrañe, el gobierno de la República tiene un perfil, metas y objetivos globalizadoras muy claras. Poco les importa el humanismo, la equidad, la igualdad, los derechos humanos, la educación, etcétera. Para su régimen estos elementos no son útiles, requieren solo mano de obra, finalmente no interesa si esa mano de obra barata tiene derechos laborales, al fin y al cabo hay mucha en estos regímenes económicos.
Más allá de solo condenar las agresiones a Cárdenas y Encinas, debemos entender los orígenes de esos deleznables actos. En mi opinión, la violencia en su peor expresión está siendo utilizada para controlar al país, no les funcionó el ejército en la calle, eso produjo cuestionamientos, muertes, intervenciones que rompen el estado de derecho en el marco del federalismo (vean lo ocurrido en Michoacán) y no hay soluciones y, con todos esos elementos hicieron cálculos de que el electorado los iba a sancionar.
Por otro lado, quienes en la izquierda electoral hacemos esfuerzos por cambiar al país, no somos capaces de marcar una distancia del poder establecido, nos mantenemos a la retaguardia, como si de algo sirviera cuidarles la espalda, mendigando los pocos espacios concedidos para garantizarles se sigan justificando perpetuados en el poder, incapaces de generar con principios ideológicos las estrategias adecuadas para la fortaleza electoral que derrote como en América del Sur a los Estados narco políticos aliados del liberalismo. Nos hemos conformado con eso, con miserias electorales.
Este país, cuando inauguró la representación proporcional en los congresos, tenía una izquierda llena de razón y con argumentos bien fundados, hoy, hay que reconocerlo para corregir, hay ausencia de cuadros.
Difícilmente algunos entendemos porque somos izquierda, menos sabríamos identificar que esas manifestaciones de agresión a Cuauhtémoc y a Encinas son la expresión pura del infantilismo. Eso solo tiene un origen y es el financiamiento puro del estado para tener aliados violentos que justifiquen cuando la violencia sea la del estado. Ideas que sólo son Fundamentos.