Día 24. Claudia: forjar su hegemonía, no la de AMLO
Indicador Político
MÉXICO, DF, 11 de noviembre de 2015.- El PRD entró en la ruta de su peor crisis: de haber sido concebido como una opción de izquierda en 1989, un cuarto de siglo después su futuro depende… del PAN. Sin alianzas con el panismo, declaró el nuevo presidente del partido Agustín Basave, el PRD perdería todas las elecciones.
En este sentido, el problema del PRD es triple: de cuadros, de dirigentes y de bases; es decir, el PRD atraviesa por un colapso como partido político. La estrategia política de los perredistas es de sobrevivencia, no de planteamiento de opciones nacionales.
En las pasadas elecciones legislativas de julio, Morena de López Obrador le quitó al PRD 8 puntos porcentuales a nivel nacional y le arrebató la mayoría en el Distrito Federal. En las presidenciales y federales de 2018 Morena rebasará al PRD y éste pasará a quinta fuerza nacional porque el Partido Verde explotará su alianza con el PRI.
Y en las trece elecciones importantes de gobernador –doce en el 2016 y la emblemática del Estado de México en el 2017–, el PRD tendrá su salvación en candidaturas aliancistas con el PAN. Y en el DF en la jefatura de gobierno perderá ante el PAN o el PRI, además de fincar sus expectativas para la presidencia con una alianza con el PAN.
La presidencia de Basave sería la última oportunidad del PRD para salvarse como partido, pero el nuevo dirigente llegó con las manos atadas por Los Chuchos. Por tanto, las elecciones de gobernador en doce entidades el año próximo seguirán hundiendo al PRD porque el dato más revelador será percibir cuántos votos le seguirá quitando Morena al perredismo.
La lucha por los votos en el sector populista exhibe dos estrategias: el PRD depende de la consolidación de la mayoría de Los Chuchos en las plazas estatales y sus alianzas con otras tribus minoritarias y con el PAN; en cambio, Morena está construyendo una estructura político-electoral basada en liderazgos políticos locales que garantizan votos y no tendencias.
Formado en la cultura de los caudillos y de las corrientes-tribus internas, el PRD quedó mal acostumbrado a decisiones cupulares y verticales. El funcionamiento de las jefaturas de tribus como politburó o consejo de administración ha comenzado a anular la presidencia de Basave. Mientras el nuevo presidente quiere imponerle al PRD la tendencia socialdemócrata, las tribus están exigiendo cuotas de poder.
La esperanza –que no expectativa– del PRD en fortalecerse en las elecciones del 2016 radica en la posibilidad de aliarse con el PAN; sin embargo, el PAN pondrá al PRD en el furgón de cola de tren electoral, sin posibilidad de acuerdos de proyectos de gobierno. Pero en las plazas locales las figuras con posibilidades son panistas y no perredistas, sobre todo en Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Chihuahua, Veracruz, Aguascalientes y Tlaxcala.
Y los liderazgos perredistas en la Cámara de Diputados, el Senado y la Asamblea Legislativa del DF obedecen a hilos de poder que no tiene Basave sino algunas de las tribus.
En este contexto, el escenario político del PRD para los próximos tres años –doce gubernaturas, cambio de gobernador en el Estado de México y elecciones presidenciales, legislativas y capitalinas– requería de una verdadera refundación ideológica y estructural del partido quería Basave, no del afianzamiento en el poder que impusieron Los Chuchos.
Sólo para sus ojos:
• Se complica caso de los normalistas: las presiones de la CIDH de Emilio Álvarez Icaza sobre la PGR llevaron a abrir el expediente del narco en la Normal y los padres de los normalistas quedarán bajo sospecha.
• La estrategia del gobierno federal es adelantar el debate sobre consumo de marihuana para también prever el no a la legalización. Los vacíos ayudan a entronizar temas negativos.
• La intención del PAN de hacer una especie de Te Deum en el Senado en la visita del Papa Francisco descartó el discurso en el pleno.
• Extraño ambiente en el aeropuerto del DF por raras medidas de seguridad. Todo indican que esperarían llegada de El Chapo Guzmán.
• El caso de la mataperros fue igual al del chupacabras en los tiempos de Salinas de Gortari: distraer la atención.
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