
El noviazgo según Tomás de Aquino
MÉXICO, DF. 8 de septiembre de 2014 (Quadratín).- El contexto y el contenido del Segundo Informe de Gobierno, además de los importantes anuncios que se hicieron en ese marco, confirman que en México entramos de lleno a una nueva fase en cuanto a las prioridades y los retos de la agenda pública nacional.
Se cumplieron 21 meses de esta administración federal, en los cuales el foco estuvo en el impulso y concreción de un paquete de reformas histórico, como no se daba desde hace más de dos décadas.
Se dio pie a cambios de fondo y, en general, en el sentido correcto, abriendo oportunidades y un horizonte más promisorio, particularmente en lo económico, pero también en materia política y social.
El mayor legado del primer tercio del sexenio es justamente el sentar bases más firmes para el desarrollo sostenido, el cual se hará realidad en la medida en que seamos eficaces en su implementación.
En este sentido, el principal mérito del Gobierno, hasta ahora, ha sido comprometerse con una visión que va más allá del corto plazo, y tener la voluntad y capacidad política para impulsar las reformas, construyendo acuerdos con las diversas fuerzas políticas y los distintos sectores sociales.
Lo que se empezó a sembrar desde antes del arranque sexenal, con el Pacto por México, ha dado resultados, en la forma de cauces viables para el progreso nacional.
Se rompió con viejas inercias, y ahora corresponde dejarlas atrás definitivamente, llevando a la práctica las reformas: pasar de la decisión de cambiar y el apuntalamiento de la plataforma para hacerlo, a un México que se reforma y renueva en los hechos. En esa medida se cosecharán los frutos.
Hemos renovado la Constitución y otras leyes de enorme importancia; ahora se trata de transformar la realidad nacional, más que con la política, con capacidad de ejecución y trabajo, eficiencia operativa y administrativa, y desde luego, con transparencia y rendición de cuentas, cumpliendo y haciendo que se cumplan las nuevas disposiciones.
Afortunadamente, se acumulan los indicios de que tendremos un entorno económico mucho más favorable para este nuevo capítulo, y así pasar a la recuperación.
El bajo dinamismo que se prolongó por muchos meses, obedeció en gran medida al débil desempeño de la economía estadounidense, pero ahora las expectativas apuntan a que ésta crecerá por encima de su potencial en lo que resta de este año y en el 2015.
En el mercado interno, que además de su lento crecimiento inercial se vio afectado por factores como las nuevas cargas fiscales, podríamos pronto ver una mejoría, lo mismo que en sectores clave como la construcción.
Las grandes obras que se han anunciado, como el nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que implica inversiones frescas por más de 120 mil millones de pesos, serán motores emergentes que tendrán un efecto multiplicador muy importante, al que se irán sumando proyectos como los que vienen en materia de energía, telecomunicaciones e infraestructura.
Consideramos que la implementación de un mayor gasto público, empezará a reflejarse de manera mucho más significativa en el Producto Interno Bruto. Con ello, es factible
que se logre la meta oficial de un crecimiento del 2.5 al 2.7 por ciento, y que en el 2015 la tasa se acerque al 4 por ciento.
Desde luego, seguimos muy por debajo de lo que necesitamos. Para llegar a niveles sostenidos de crecimiento anual de 5 por ciento o más, se ha dado un paso fundamental con la aprobación de las reformas, pero hay que consolidarlas en el terreno de los hechos; apuntalarlas con cambios que permitan tener a la planta productiva trabajando a plena capacidad, con la inversión en expansión.
Tenemos la oportunidad de afinar una estrategia de reactivación más agresiva, que inyecte dinamismo a la economía, a través de prioridades como desarrollo regional, política industrial de avanzada y ligada a reformas como la energética; financiamiento, apoyo a emprendedores y Pymes; formalización y productividad; aprovechamiento de acuerdos internacionales, reformas pendientes como la de seguridad social y la del campo.
La cuestión hacendaria seguirá siendo un asunto con enormes áreas para mejorar, tanto en la parte del gasto, como en la tributaria.
Los resultados del reporte de competitividad del Foro Económico Mundial para 2014-2015, recién dados a conocer, con una caída de seis lugares de México en la clasificación, son indicadores de flancos débiles fundamentales, en los que hay que trabajar de manera prioritaria en lo sucesivo. Se confirman, como los factores más problemáticos para hacer negocios, la corrupción, la inseguridad, la ineficiencia burocrática y las desventajas fiscales.
En el pilar de instituciones tenemos un rezago competitivo importante, de acuerdo con este reporte. Coincide con el impulso que estamos dando desde el sector empresarial y la Agenda por México, al fortalecimiento institucional del Estado mexicano, prioritario para todo el sector privado, clave para que las reformas funcionen y el país se transforme en temas esenciales para el desarrollo, como la vigencia plena del Estado de derecho en un marco de gobernabilidad democrática. Este es el gran asunto pendiente para México.
En materia de seguridad, en las cifras absolutas de los delitos de alto impacto hay una tendencia a la baja. Sin embargo, no podemos bajar la guardia. Todavía son altos los niveles de violencia, de percepción de inseguridad y también persisten importantes debilidades del Estado y la sociedad para combatir todos estos problemas.
Falta mucho por avanzar, por ejemplo en materia de policías únicas en los estados; en profesionalizar y fortalecer, en general, a los cuerpos policiacos locales y a las instituciones y procesos de procuración e impartición de justicia.
En México estamos progresando. Sumemos fuerzas para hacerlo más rápido, y en todos los factores que más importan para renovar plenamente la voluntad nacional. Este es un compromiso del sector empresarial.