Cortinas de humo
Oaxaca, Oax. 21 de junio de 2010 (Quadratín).- El torneo de acusaciones, sabotajes y guerra sucia que denuncian los partidos políticos y coaliciones enrareció el proceso electoral de Oaxaca, los demonios tricolores revivieron el recurso de la confrontación que raya en la violencia.
Sin acusaciones de peso en los tribunales, con desplantes publicitarios y mediante el uso del rumor, la infamia o la calumnia desde el anonimato del internet, en los cuarteles de guerra de los candidatos, buscan desesperadamente la manera de influir en los votantes indecisos que todavía marcan las encuestas.
Para lograrlo los estrategas parecen estar dispuestos a todo.
La presunta retención de Cándido Coheto en la región de la cuenca y la denuncia de secuestro y abuso en contra de Aurora López Acevedo representa un giro peligroso hacia la violencia partidista que tanto rechazan los electores.
No es circunstancial que el enrarecimiento del proceso electoral tenga como actores principales a grupos de priistas, antiguos aliados que dividieron los vaivenes sexenales y la pugna por las presidencias municipales.
Un grupo priistas institucionales exigió la expulsión de José Murat, el ex -gobernador de Oaxaca, al asegurar que hace campaña abierta a través de sus ex colaboradores a favor de Gabino Cue y la respuesta se da un día sí y otro también a través de sendas conferencias de prensa en las que participan los ex priistas, Benjamín Robles Montoya, Bernardo Vásquez Colmenares y Raúl Bolaños Cacho.
Con diferencia de nombres pero no de actitudes, la guerra se multiplica en los municipios como Huatulco, Xoxocotlán, Pochutla, Tuxtepec y Tehuantepec, en donde la confrontación principal es entre personajes que en distintas épocas militaron en revolucionario Institucional, en tanto que los partidos de oposición asumieron un papel de simples espectadores o paleros de alguno de esos grupos en pugna.
En el río revuelto se zambullen a placer los mini- partidos que con algarabía recogen los despojos que generan los rompimientos caciquiles y con ellos terminaron de zurcir sus listas de candidatos.
La contienda se complica, los ánimos amenazan con desbordarse, el discurso fácil de la acusación gana reflectores y algunos de los dardos envenenados apuntan ya hacia las instituciones electorales, y algunos de los contendientes desde ahora descalifican al Instituto y al tribunal electoral.
Si las campañas se desbarrancan al lodazal del juego sucio muchos oaxaqueños se preguntan por qué, hasta ahora, el árbitro de la contienda, es decir las instituciones electorales, no han sacado ni siquiera una tarjeta de amonestación.