¿A quién corresponde defender?
Oaxaca, Oax. 1 de noviembre de 2010 (Quadratín).- En una desafortunada coincidencia con la temporada y el fin de sexenio, los asesinatos de los últimos días son más que nuevos altares, constituyen un desafío que busca una reacción en cadena.
Los asesinatos de Heriberto Pazos Ortiz, dirigente del MULT; Catarino Torres Pereda, líder de CODECI y Rubén Marmolejo El dragón, líder de grupos porriles en la UABJO, son eso, evidentes actos de provocación.
El comité de Defensa Ciudadana en Tuxtepec se había caracterizado por los métodos violentos utilizados en sus protestas y pretendía posicionarse como la agrupación más fuerte en la Cuenca, luego de la desaparición de líderes emblemáticos de las otras organizaciones como la UGOCEP, CROCUT y la Central Campesina Cardenista.
Rubén Marmolejo El Dragón al parecer estaba en vías de cambiar de giro, anunció su retiro de los conflictos universitarios, nombró algunos -gerentes- encargados de la Plaza y abrió un despacho legal pero al mismo tiempo prestaba sus servicios a organizaciones como comerciantes que se disputan el control del ambulantaje en el paseo Juárez El Llano.
Antes, el asesinato del dirigente de comerciantes ambulantes, Roberto Mendoza, una candidata a presidenta municipal en la Costa, y las múltiples ejecuciones en la zona Triqui, así como el artero ataque a una caravana de activistas que pretendía llegar a San Juan Copala, forman parte de esa espiral de violencia con dedicatoria.
Sin duda, uno de los asesinatos más absurdos fue el de el dirigente del MULT y fundador del Partido Unidad Popular, Heriberto Pazos Ortiz; en los últimos años Don Beto, como le decían las mujeres triquis, y el resto de sus compañeros, se había empeñado en dar un giro al movimiento social, pretendía dejar a un lado la confrontación ideológica estéril y buscó la organización de las comunidades para procurar un sistema de desarrollo a partir de la auto-ayuda, la producción colectiva o las empresas comunitarias para no depender eternamente de las dadivas gubernamentales.
Después de 25 años de lucha en la montaña, el MULT dio un salto decisivo para incursionar en la lucha política, hizo a un lado el lenguaje de las armas y prefirió el debate de las ideas, esa determinación motivó la rebelión de un grupo de líderes naturales en la zona triqui que fundaron el MULTI y desafiaron a su antiguo dirigente al fomentar una alianza temporal con sus acérrimos rivales de la UBISORT.
La alianza por el control de San Juan Copal fracasó y los enemigos históricos reiniciaron hostilidades en medio de una efectiva estrategia propagandística de activistas ligados a la otra campaña, brazo político del EZLN.
La violencia en Copala estalló en el momento menos oportuno para el MULT, justo al inicio de una campaña político electoral en la que participaba por segunda ocasión el Partido Unidad Popular y en una etapa de franca expansión del MULT en casi todas las regiones del estado.
Al término de las elecciones locales el recuento de daños dejó en evidencia que la violencia en los triquis sí impactó en la imagen de sus candidatos y no alcanzaron los 100 mil votos previstos al inicio de la contienda.
Obligado por las circunstancias, Heriberto Pazos decidió adoptar medidas significativas para restablecer la paz en Copala y evitar que se desbordara al resto de la nación Triqui. Desde las oficinas del Partido Unidad Popular se dedicó de tiempo completo a evitar que los militantes del MULT se sumaran a la guerra declarada entre MULTI y UBISORT y dejó pasar, sin respuesta las acusaciones de sus antiguos aliados del MULTI.
Desde su cuartel general en las riveras del Rio Salado en esta ciudad, Heriberto Pazos y los líderes regionales del MULT y el PUP, iniciaron la revisión de sus pendientes; comenzaron con la reestructuración de sus cuadros y comités municipales, depuraron el padrón de militantes y se preparaban para una nueva etapa de crecimiento de la organización.
El MULT tenía presencia ya en todo el estado e incluso en enclaves como la UABJO, el comercio informal y autoridades agrarias. El Partido Unidad Popular procuraba la formación de un frente nacional con miras a formalizar un partido político indígena en toda la República Mexicana. Por eso era urgente la paz en Copala, para no cargar con el lastre la violencia.
Por eso es que buscaron por todos los medios la paz definitiva en San Juan Copala. El primer intento fue a través de la figura del comisionado de paz con Miguel Álvarez, pero la medida fracasó. No era el momento de rendirse, y por eso fue que de inmediato se sumaron a la propuesta de paz que presentaron el Obispo Lona y el padre UVI y el 12 de octubre organizaron una marcha por la paz.
Sin embargo, el asesinato de Heriberto Pazos ya se había ordenado con mucha anticipación, al parecer, para aislarlo social y políticamente, iniciaron con una campaña mediática en la que inexplicablemente las acusaciones por la violencia en los triquis no eran dirigidas contra el gobierno, sino directamente contra el MULT y sus dirigentes.
A pesar que la violencia alcanzó a por lo menos a tres dirigentes del MULT, la organización no retomó las armas, Heriberto Pazos inició la contraofensiva política y envió emisarios a la UNAM, a las organizaciones sociales y policías como el SME la CNTE así como a organismos internacionales de derechos humanos; envió correos a la selva lacandona y delegaciones a los medios de comunicación como la Jornada para aclarar la posición del MULT.
La medida comenzaba a dar resultados, el dirigente del MULT tendió puentes de comunicación con todos, incluso con el gobierno electo de Gabino Cué y fue en ese momento cuando lo asesinaron.
¿Porqué y para qué?