
El Parkinson: más allá del temblor
Oaxaca, Oax. 2 de septiembre 2010 (Quadratín).- El activismo creciente de organizaciones sociales ligadas al magisterio parece ser una llamada de atención al gobierno electo de Gabino Cue y los partidos políticos que se preparan para encabezar la administración de los recursos del estado.
Una de las más activas es el Frente Popular Revolucionario (FPR), que en las últimas semanas abandera lo mismo a grupos de mototaxistas, comerciantes ambulantes, paracaidistas, estudiantes reprobados o en contra del alza del transporte urbano y ahora también a un grupo de colonos de la zona del basurero municipal de Zaachila.
Esta organización, que se fortaleció durante la administración del ex gobernador José Murat, es apenas una de las más de 300 agrupaciones que se disputan la representación de los pobres de Oaxaca y sus métodos de presión son conocidos y tolerados por las autoridades estatales que casi siempre ceden a las exigencias de los dirigentes.
La postura pretendidamente radical ha definido al FPR como una agrupación de línea dura; antes, durante y después del conflicto social del 2006, la beligerancia del FPR los llevó a una confrontación directa, incluso con otras organizaciones como el CODEP, CIPO y VOCAL, que también tienen sus orígenes en las corrientes ideológicas al interior de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), y en medio de acusaciones mutuas de traición pretendieron agenciarse la representación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y de la lucha social.
En su declaración de principios el FPR se define como una estructura comunista, (Marxista-Lelinista) que busca la instauración de la República Popular Socialista o la República Soviética Socialista en México y su vínculo con el magisterio es a través de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE).
Aún cuando se proclaman en contra de la burguesía y sus organizaciones entre las que ubica a los partidos políticos burgueses, el FPR tiene a uno de sus militantes, Zenen Bravo Castellanos, como diputado en el Congreso local, quien forma parte de la fracción parlamentaria del Partido Convergencia.
Sin embargo, aunque lo nieguen, los dirigentes del Frente Popular Revolucionario tienen y tuvieron siempre una estrecha comunicación con el Gobierno del estado, a través de la Secretaría General de Gobierno, cuyos titulares han sido los mejores aliados de esa agrupación.
El cambio de Gobierno representará también un cambio de personajes o interlocutores en esa dependencia y queda claro que el FPR no desaparecerá con el cambio de partido en el poder. Dicho de otra forma, no están dispuestos a renunciar a los recursos del sistema para financiar su lucha política.
Desafortunadamente, a pesar de los miles de millones de pesos que se han canalizado en los últimos 15 años, a las organizaciones sociales de Oaxaca, ninguna de esas agrupaciones ha sido exitosa o ha logrado la autosuficiencia, por lo que los índices de pobreza siguen igual en las comunidades que dicen representar.
De cara al relevo gubernamental o la anunciada alternancia política, a pesar de que en el terreno electoral caminaron junto con los partidos políticos en la gran alianza que derrotó al Partido Revolucionario Intitucional (PRI), el FPR y las demás organizaciones sociales de Oaxaca no parecen dispuestos a abandonar el activismo que les ha redituado entre otras cosas, una generosa aportación económica por parte del estado.
En menos de tres meses el nuevo gobierno deberá replantear su relación con los actores políticos de Oaxaca que durante años acumularon poder, recursos e impunidad y las organizaciones sociales forman parte de esas estructuras.