Aunque lo nieguen, sí hay terrorismo
Oaxaca, Oax. 18 de marzo de 2010 (Quadratín).- La dirigencia política del magisterio oaxaqueño se muestra obsesionado con las celebraciones del calendario cívico pero al mismo tiempo parece desdeñar las lecciones de la historia.
Los activistas de la Sección XXII promueven movilizaciones en fechas emblemáticas como el dos de octubre, el día de la expropiación petrolera, el natalicio de Juárez, la muerte de Vicente Guerrero y más recientemente los enfrentamientos de 2006.
Sin embargo, frente al colapso del otrora poderoso Sindicato Mexicano de Electricistas, los ideólogos del movimiento magisterial se empeñan en seguir paso a paso los excesos y errores que llevaron a la desaparición de la Compañía de Luz y fuerza del Centro.
La sección XXII como el SME se engolosinó con las excesivas prestaciones económicas que consiguieron a través de marchas y protestas como los 90 días de aguinaldo, jornadas laborales de 5 horas al día, de lunes a viernes y con derecho a más de 4 períodos de vacaciones al año.
La pereza colectiva, la falta de productividad, la corrupción y el charrismo sindical fueron los primeros síntomas de debilitamiento del sindicato de los electricistas y el magisterio democrático incurre en las mismas prácticas.
Al igual que el movimiento de los electricistas, La sección XXII se convirtió en una fuente de financiamiento para infinidad de organizaciones sociales que aseguran luchar contra el gobierno pero que viven de los recursos públicos.
Sus propios excesos y falta de vinculación con el pueblo tienen en crisis a los sindicatos oficiales de nuestro país. Aun cuando sobreviven por el corporativismo, la represión y las negociaciones ventajosas con el gobierno, pronto comenzarán a derrumbarse los paraísos laborales como los que construyeron los petroleros, electricistas, trabajadores del Seguro Social y el magisterio.
No es falta de solidaridad con la clase trabajadora, al contrario, ellos son empleados del gobierno, burócratas que viven de las contribuciones del verdadero pueblo trabajador y pocos se pueden explicar cómo es que una sociedad con más de 50 millones de pobres tiene empleados con tantos privilegios.
Por cierto, al paro cívico o la huelga nacional que promueven los electricistas y los maestros solo se sumaron los que viven del dinero del gobierno al que dicen combatir.