Dos meses de huelga, miles de asuntos pendientes
Oaxaca, Oax. 3 de febrero de 2009 (Quadratín).- En diciembre del año pasado adelantamos aquí, en este espacio, que era inminente el reordenamiento administrativo del Mercado de Abasto, como una medida urgente para frenar el desorden que amenaza con desbordarse a todas las calles de la ciudad a través del comercio informal.
La anarquía, inseguridad, actos de corrupción y tráfico de influencias ahogan a miles de comerciantes que tratan de vivir y trabajar de manera honrada en tanto que una nueva generación de locatarios abre las puertas a giros peligrosos y socios de otras entidades que se van apoderando poco a poco de lo que algunos insisten en llamar Central de Abastos.
El reordenamiento y sus naturales resistencias se veían venir, pero el ingrediente político hace mucho más explosiva esta nueva crisis, precisamente en los albores de un año electoral.
Nadie desconoce que los dirigentes más poderosos manifiestan públicamente su militancia priista y sorpresivamente el desencuentro fue con una autoridad emanada del mismo partido.
En los últimos 12 años gobiernos emanados del Partido Acción Nacional, Convergencia y el mismo Revolucionario Institucional se conformaron con disimular la anarquía y lejos de buscar soluciones alimentaron nuevos liderazgos que entramparon todos los intentos.
El resultado salta a la vista, hoy, el ambulantaje ahoga no sólo al Mercado sino que invadió el centro de la ciudad y amenaza las inmediaciones de los centros comerciales, agencias municipales y unidades habitacionales, es decir no sólo no resolvieron sino multiplicaron el problema del comercio informal.
Lo sucedido en las puertas del palacio municipal es una consecuencia natural de tantos años de falta de autoridad. La acumulación de poder y compromisos entre los dirigentes de comerciantes establecidos y ambulantes terminó por enfrentarlos con la autoridad, el partido que gobierna es lo de menos.
La violenta manifestación de la semana pasada busca revertir el reordenamiento del mercado para que todo siga igual, los comerciantes defienden su derecho a ganarse la vida y los líderes sus parcelas de poder, pero hasta ahora nadie le ha preguntado a la sociedad si están de acuerdo con que se impongan nuevas reglas para rescatar el mercado que es del pueblo de Oaxaca.