La Constitución de 1854 y la crisis de México
MÉXICO, DF, 17 de marzo de 2015.- Si el caso de Carmen Aristegui por tercera ocasión quiere llevarse del terreno de relaciones laborales al de la libertad de expresión no hará más que alimentar egos y pasiones pero no explicará lo ocurrido.
La decisión al aire de asumir el control de la empresa MVS que le pertenecía a los accionistas para llevarla al espacio de varios medios para recibir e investigar corruptelas del poder fue un error de cálculo de Aristegui pero la mantuvo como una forma de arrodillar a la empresa y someterla a sus decisiones como conductora aunque sin arriesgar capital ni tener acciones de propiedad de respaldo.
En este sentido, Aristegui no hizo más que aplicar el método autoritario y expropiatorio de la Sección 22 de maestros de Oaxaca: desconocer su condición de maestros contratados por un empleador que tiene la función de definir la orientación de la educación y como trabajadores asumir el control de la rectoría de los enfoques educativos.
Desde su programa Aristegui decidió la orientación de la política de contenido de un programa que forma parte de una programación y comprometer la marca MVS. La decisión de los propietarios de suspender la relación laboral tendrá que dirimirse en los tribunales laborales, aunque Aristegui, ya en su función de una de las Pasionarias del periodismo antisistémico, querrá de nueva cuenta doblar políticamente a los dueños en la calle.
Con Aristegui termina un ciclo del periodismo político crítico y sobre todo militante en el que los dueños de empresas periodísticas se apoyaron para fortalecerse. Pero como le ocurrió a la prensa escrita hace pocos años, los dueños de las empresas electrónicas han decidido asumir el control de las líneas editoriales en función de sus intereses. Y cuando los intereses de los conductores vayan en contra de los intereses de los propietarios, al final siempre ganarán los dueños.
De ahí que al periodismo crítico y militante se le ha abierto un espacio en el mundo cibernético donde pueden consolidar sus audiencias sin depender de los dueños. Ahí los intereses de los conductores serán los dominantes. En la prensa escrita nacieron medios plurales y críticos a partir de sus rupturas con organizaciones periodísticas dominadas por los intereses de los dueños.
Si la tendencia se fortalece, los profesionales del periodismo que quieran ejercer la independencia y libertad absolutas sólo tienen que fundar sus propios medios y salirse de los compromisos naturales de las contrataciones empresariales. La opinión pública militante saldría más beneficiada de medios autónomos aunque estrechos que seguir sólo aperturas en espacios empresariales hasta que se llegue al conflicto de intereses.
Hasta donde se sabe, Aristegui nunca ha sido censurada; su ruptura con Televisa Radio fue por dinero del contrato y su primer despido de MVS fue consecuencia de una nota interesada y mal sustentada sobre Calderón; y su segunda ruptura con MVS ocurrió no por sus revelaciones sobre las casas del poder político sino por comprometer a MVS en una alianza periodística ajena a la empresa.
La intención de convertir a Aristegui en una Pasionaria sacrificada de la libertad de expresión le dará algunos premios pero será ajena a la realidad del conflicto; la forma en que se está inflando su choque con la empresa MVS por comprometer una marca comercial no es más que el estilo de “periodismo ficción” que le documentó analíticamente Marco Levario Turcott en un libro así titulado: El periodismo ficción de Carmen Aristegui, de Ediciones Urano.
En el fondo, Aristegui siguió los pasos autoritarios y fundamentalistas de la 22 de maestros de querer apropiarse de los lineamientos de una empresa sin ser accionista, sólo que en nombre de una libertad de expresión que nunca le ha sido regateada.
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@carlosramirezh