Cortinas de humo
MÉXICO, DF, 16 de junio de 2015.- Si se revisa con técnica metodológica el resultado de las elecciones con las tendencias de las encuestas, las empresas de sondeos salieron bastante mal. Pero en descargo, la culpa en realidad no fue de ellas sino del votante que escondió el voto o tomó la decisión entre una semana antes de las elecciones y el momento de cruzar la boleta.
La empresa consultora Prospecta Consulting hizo un ejercicio interesante: una encuesta poselectoral para entender razones y tiempos de cambio de voto o saber si los encuestados engañaron a las empresas o de plano la metodología del sondeo ya no sirve para pulsar expectativas ciudadanas. El texto íntegro de la encuesta se publica en el Diario Indicador Político de hoy martes en el sitio noticiastransicion.mx.
Los datos más importantes fueron los siguientes:
– El 50% de los encuestados señaló que tomó la decisión por los candidatos entre una semana antes de las elecciones y el día de las votaciones a boca de urna.
– El 40% de los encuestados afirmo que cambió de partido respecto a la última elección.
– Los votantes más leales fueron los del PRI, por lo que las encuestas le atinaron al voto priísta: un 38% priísta cambió voto, en tanto que 40% de panistas cambió de voto y 51% de perredistas también modificó preferencias.
En este sentido, la encuesta poselectoral dejó tres interpretaciones sobre la sicología del votante:
– Como las encuestas sólo se permiten hasta una semana antes de las elecciones, los sondeos ya no captan las vacilaciones del elector y su tendencia a cambiar votos. En otros países hay encuestas hasta un día antes de las elecciones, a partir del criterio de que las encuestas no generan nuevas tendencias.
– El votante asume un principio de simpatía a lo largo de las campañas, pero no por las campañas en sí mismas: sólo el 15% de los votantes aceptó influencia de las campañas, suponiendo un seguimiento de interés en el desarrollo.
– La lealtad ciudadana respecto a partidos/candidatos es baja porque los votantes pudieron cambiar su voto. De todos modos, sigue prevaleciendo el control partidista del voto: el 56% aceptó que votó por el partido y no por el candidato. En todo caso, los votos por candidato fueron cambiantes y en ellos se localiza el margen de error de las encuestas.
En todo caso, las encuestas no fueron el problema; sus resultados no son exactos porque las encuestas han sido sólo una fotografía el día de su levantamiento y la metodología aún no encuentra grados de certeza en las llamadas preguntas-prueba para evitar sesgos. A ello hay que agregar el hartazgo ciudadano a las encuestas reflejado en el alto porcentaje de rechazo de ciudadanos a ser encuestados: a veces hasta 50%. Este rechazo aumentó posibilidades de saldos no promediados.
El dato más significativo de la sicología del votante radica en el hecho de que ya no tiene comprometido su voto. Y que las encuestas son apenas un auxiliar técnico en las campañas y no deben ser asumidas como destinos finales. Durante su presidencia en el PRI, Luis Donaldo Colosio encontró una utilidad práctica a las encuestas: entender justamente la sicología del votante, su estado de ánimo y su relación con la autoridad, a fin de enviar después activistas políticos a atender a ciudadanos para sumar agradecimientos como tendencias de voto.
A pesar de que siempre se ha dicho que las encuestas son una aproximación al ánimo electoral y muchas encuestadoras incluyeron en sus sondeos justamente la advertencia de que no eran resultados, los más crédulos en las encuestas no fueron los ciudadanos sino los candidatos que se aferraron a las tendencias para satisfacer su vanidad sin entender que las encuestas eran sondeos y no cifras finales.
Famosas últimas palabras: “Nos hicieron cuatro penales no marcados. No tuvimos un muy buen partido, pero modificamos e intentamos ir por el resultado, desafortunadamente no nos dejaron”: Miguel El Piojo Herrera, reciente activista político por el Partido Verde, sin saber si estaba hablando del resultado electoral o del fracaso de México en la Copa América.
Es pregunta: ¿estará preparado el PRI para resistir una disputa adelantada por la candidatura presidencial del 2018, sobre todo por el hecho de que la oposición comenzó la lucha por la presidencia el 8 de junio?
La crisis que viene: A pesar de los indicios, la crisis de gobernabilidad se verá en la Cámara y en el Senado por la composición de las bancadas de Morena, el pirateo de legisladores y la necesidad del PRI de pactar algunas reformas pendientes con un Morena intolerante a cualquier negociación.
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@carlosramirezh