Sheinbaum-Trump: nacionalismo defensivo o integración fallida
MÉXICO, DF, 1 de julio de 2015.- En el largo periodo 1985-1989, México estuvo a punto de declarar en dos ocasiones la suspensión de pagos o moratoria bancaria. Como se sabía que esa decisión quebraría el sistema financiero, la estrategia mexicana fue más bien de presión para cambiar el modelo de garantías con el FMI: pasar del ajuste recesivo a “crecer para pagar”.
A regañadientes, el FMI aceptó los nuevos términos de ajustes recesivos impuestos desde 1975: que los fondos para el pago de deudas e intereses por créditos no salieran de los ahorros presupuestales vía recorte de gasto y salarios y alza de impuestos, sino de la actividad económica. El estratega de este modelo fue Pedro Aspe Armella, subsecretario de Presupuesto en el gobierno de De la Madrid y Secretario de Programación y Presupuesto en el gobierno de Salinas de Gortari.
Lo que ocurre en la Unión Europea y ha hecho crisis en Grecia es lo mismo que vivió México en el periodo de 1975 a 1989: deuda externa para cubrir el déficit derivado del gasto social sin apoyo fiscal. El FMI acudía al rescate de las economías en crisis a cambio de un programa de ajuste macroeconómico que a partir de 1988 se convirtió en ajuste estructural para imponer el modelo de apertura económica, financiera y comercial del Consenso de Washington, de hecho continuador del proyecto neoliberal salido de los acuerdos del balneario de Bretton Woods en 1944 con el FMI y el Banco Mundial como policías del capitalismo.
Los gobiernos anteriores de Grecia gastaron fondos para subsidiar el bienestar, pidieron créditos porque no podían emitir nueva moneda al estar amarrados al euro y la crisis de 2008-2011 los arrastró a enormes déficit. Volvieron a pedir créditos al FMI y ahora no tienen para pagar. El Fondo exige que Grecia haga ahorros forzados por el ajuste macroeconómico -bajar salarios, despedir burócratas, vender empresas públicas y disminuir el PIB- para hacer frente a sus deudas, pero condenando al país a una recesión con alto costo social.
La salida de Grecia quiere ser populista: llamar al pueblo a apoyar la negativa a pagar deuda, lo que llevaría al país a ser echado de la Unión Europea. La coalición de izquierda radical Syriza ganó las elección quiere escudarse detrás del pueblo. Sin embargo, los gobernantes socialistas carecen de reflexión económica para ofrecer alternativas al no pago-quiebra financiera. A lo mejor el fantasma del efecto Atenas atemoriza a la UE y afloja condiciones, pero de todos modos Grecia no tiene condiciones para reactivar el crecimiento.
El populismo financiero podría contaminar a España, Italia, Francia y hasta Alemania si los gobiernos salen de las urnas con el voto del pueblo que no quiere más sacrificios pero con dirigentes que ignoran las alternativas para el funcionamiento del sistema. Al final de cuentas, el capitalismo sigue siendo el modelo más viable porque el socialismo está condenado al fracaso al apostarle al gasto popular y no al equilibrio financiero, En todo caso, el capitalismo necesita correrse al centro con esquemas regulatorios del enriquecimiento de las élites y los bancos.
Los socialistas europeos debieran voltear hacia la historia económica de América Latina y la forma en que dobló el tecnicismo del FMI. Al final de cuentas, las opciones aplicadas fueron dentro del capitalismo pero con menos costos sociales. Sin embargo, los socialistas que gobiernan España y Francia y tienen peso en Italia y Alemania están lejos del socialismo y aparecen más hundidos en la lógica explotadora del capitalismo.
Grecia no será fin del mundo ni el fin del capitalismo. Es posible que en el referéndum del domingo 5 de julio gane el sí a las condiciones del FMI porque los griegos se están hundiendo en el pánico social del caos económico personal. Y hasta es posible que el gobierno socialista de Syriza haya echado mano al voto social no tanto para romper con el FMI sino para corresponsabilizar a la gente del programa de ajuste que tendrá costos sociales pero fundamentalmente sociales, políticos y electorales.
Lo que queda es que Europa aprenda de América Latina y explore soluciones que dejaron satisfechos a los bancos pagando la deuda pero sin costo sociales. El Fondo pide “no crecer para pagar” y la opción es “crecer para pagar”. El camino intermedio es el caos económico.
Famosas últimas palabras: “La elección de nueva dirigencia en el PAN no será milagrosa”; Héctor Larios, presidente de la comisión electoral panista.
Es pregunta: ¿Será cierto que los deportistas y actores que lanzaron tuits el día de las elecciones serán sentados en el banquillo de los interrogatorios de la fiscalía de delitos electorales y que ahí podrían cantar cuánto les pagaron por circularlos y sobre todo quién fue el operador?
La crisis que viene: Si es cierta la apreciación en el sentido de que el futbol en México tiene efectos sociales, el próximo fracaso de la selección en la Copa de Oro causará protestas sociales.
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@carlosramirezh