Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
MÉXICO, DF, 23 de enero de 2015.- El sexto informe del estado de la unión del presidente Obama podría resumirse en una caracterización: el surgimiento del Estado populista al estilo de Hugo Chávez o de cualquier presidente del México del viejo régimen priísta.
Después de haber perdido en noviembre la mayoría en la cámara de representantes y en el Senado, y la mayoría de gubernaturas por el voto de repudio de la sociedad hacia los demócratas, Obama delineó un gobierno autoritario, paternalista y sin división de poderes, contrario al espíritu federalista de los padres fundadores.
La palabra que más repitió Obama en su informe del martes fue veto de leyes que apruebe el congreso republicano y que a él no le convengan e impulso de reformas propias al margen de los legisladores.
De ahí que a EEUU le esperan 2 años de guerra política entre un presidente que fue profesor de derecho constitucional y que salió del Senado a la Casa Blanca pero que desde la oficina oval gobierna por decreto y por poderes especiales no otorgados por el Congreso sino asumidos por sí mismo.
El reporte anual del presidente Obama anunció una serie de programas asistencialistas que no generan demanda, pero que se harán con cargo a las finanzas públicas. El propósito no es otro que el de generar dependencia de sectores populares que se convertirían -como en los viejos tiempos del PRI populista o del lopezobradorismo en activo- en leales votantes demócratas para las presidenciales del 2016 porque Obama ha decidido no perder las elecciones de sucesión.
La preocupación de Obama tiene razones de ser. Desde mayo de 2013 su aprobación es menor a su desaprobación y ésta se mantiene en rangos de más de 50% de la población que rechaza la gestión de Obama. En las elecciones legislativas de noviembre pasado que eran de sobrevivencia para Obama, los demócratas perdieron el control del congreso por el voto en contra de afroamericanos y migrantes.
Ante la realidad electoral, Obama mostró en su informe del martes pasado su nueva estrategia: el control electoral de los pobres con programas asistencialistas parecidos al viejo PRI pero también similares al populismo de Hugo Chávez y ahora Nicolás Maduro: entrega de beneficios no productivos a la población fuera del sistema capitalista.
Paralelamente, Obama anunció oficialmente que cumplirá su compromiso de gobernar al margen de las instituciones republicanas: decretos, directivas ejecutivas y vetos a leyes aprobadas por la mayoría republicana. Si bien el objetivo es construir una base social electoral dependiente de los programas asistencialistas, de todos modos tendrá que lidiar con el voto mayoritario que mostraron como músculo electoral los republicanos en las elecciones legislativas.
En los últimos meses, derrotado en las urnas, Obama comenzó a gobernar por la vía del poder ejecutivo, ganándose a pulso la acusación de gobierno imperial. Algunas caricaturas se han publicado en medios estadounidense mostrando a Obama con una corona de emperador. El propio Obama dijo que gobernaría con la pluma y el teléfono: la primera para firmar órdenes ejecutivas y vetos y el segundo para coaccionar a legisladores republicanos y demócratas que no estén de acuerdo con sus iniciativas.
El populismo presidencialista autoritario de Obama se vio el martes con el optimismo en la economía, aunque algunos republicanos respondieron con ironía: si vamos tan bien, ¿por qué estamos tan mal? Las cifras de la economía han repuntado después de seis años, pero con saldos en ese tiempo de empobrecimiento generalizado.
La batalla Obama-republicanos va a delinear la lucha electoral por la sucesión presidencial en noviembre de 2016 pero va a romper la estabilidad política estadunidense.
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@carlosramirezh