Dos meses de huelga, miles de asuntos pendientes
MÉXICO, DF. 21 de junio de 2014 (Quadratín).- El trabajo infantil es una realidad para 168 millones de niños. Pequeños que “trabajan hasta el cansancio en fábricas clandestinas, minas, en el sector de la construcción y en la agricultura”, denuncian desde la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Se trata de niños “que no han alcanzado la edad mínima legal de admisión al empleo” y trabajan para ayudar a satisfacer sus necesidades más básicas y las de sus familias. Ochenta y cinco millones de ellos realizan trabajos peligrosos.
Miles de pequeños en el mundo “se ven involucrados en conflictos armados o en el tráfico de drogas, otros son explotados sexualmente”, advierte la OIT. Atrapados en esta situación, “estos niños nunca podrán tomar sus propias decisiones y salir adelante”. Ese trabajo infantil es un lastre para su futuro. Desde el año 2000, el número de niños en esta situación ha disminuido un tercio pasando de 246 a 168 millones. Sin embargo, desde la organización lamentan que no parece que se vaya a lograr la meta fijada por la comunidad internacional de eliminar sus peores formas para 2016.
Las cifras demuestran que “el trabajo infantil se puede reducir a través de la promoción de políticas de protección social”, asegura el director de la oficina de la OIT para España, Joaquín Nieto. Añade que el desafío de combatir la pobreza y el shock económico no es algo excepcional, sino una realidad cada vez más común a la que los Estados deben hacer frente. Las políticas dirigidas estrictamente al trabajo infantil, las políticas sociales de carácter general y los Objetivos del Milenio son armas esenciales para reducir el número de pequeños que se ven obligados a trabajar y evitar que nuevos niños entren en esta dinámica.
Las sequías, las inundaciones o el cambio climático son circunstancias que provocan un colapso económico en muchos hogares. En estas circunstancias aparece el trabajo infantil que no es “resultado de la pobreza extrema, sino de circunstancias que traen consigo la reducción de los ingresos familiares”, explica Joaquín Nieto.
La lucha contra el trabajo infantil no se limita a los países más pobres. La pérdida de empleo de un miembro adulto de la familia, las situaciones imprevistas relacionadas con la salud y otras situaciones adversas pueden reducir drásticamente los ingresos de los hogares e impulsar a los niños a abandonar la escuela y a ponerse a trabajar para contribuir a la economía familiar.
Gracias a los planes de acción de la OIT y el compromiso de los estados, en los últimos años se ha conseguido reducir el número de menores sometidos al trabajo. La promoción de la educación, la protección social, el fomento de oportunidades de trabajo decente, y acciones conjuntas en cuestiones legislativas, son algunas de las medidas que han conseguido mejorar la situación de millones de niños.
La crisis económica también ha tenido su impacto. Las cifras ofrecidas por la OIT muestran que, entre el año 2008 y 2012, la tasa de descenso del empleo infantil fue más rápida. Pese a lo que se temía, “en apariencia, la crisis económica mundial no ha tenido ningún efecto negativo sobre la situación del trabajo infantil”, afirman. Se barajan dos razones para explicar este hecho: a pesar de que las “economías en desarrollo no pudieron escapar a la crisis, se recuperaron más rápido de sus efectos”; en segundo lugar, “el lento crecimiento económico posterior a la crisis ha reducido la demanda de mano de obra, incluida la demanda de niños”.
La tesitura económica, de la mano de políticas de concienciación social y medidas legislativas para condenar el trabajo infantil, ha conseguido esbozar un panorama alentador para muchos menores. Sin embargo, aún hay 168 millones de razones para continuar trabajando por extinguir el trabajo infantil. El informe mundial de 2013 sobre el empleo de menores, bajo el título Vulnerabilidad económica, protección social y lucha contra el trabajo infantil, hace especial hincapié en la necesidad de “ampliar la protección social”. Todo para garantizar, al menos, la atención de salud esencial y la seguridad básica del ingreso a lo largo de la vida de las personas. Para proteger la infancia de quienes son el futuro.
(Texto proporcionado por el Centro de Colaboraciones Solidarias CCS)