Día 18. Genaro, víctima de la seguridad nacional de EU
Oaxaca, oax., 1 de julio de 2010 (Quadratín).- En la recta final de las campañas por la gubernatura, se mantiene el empate técnico entre Eviel Pérez Magaña y Gabino Cué Monteagudo, según lo revelan las últimas encuestas de Reforma (48 por ciento de para ambos) y El Universal (48 por ciento para Gabino y 47 para Eviel).
Sin embargo, tanto en estas encuestas como en las de Mitofsky y Gabinete de Comunicación Estratégica (ambas otorgan una ventaja de entre nueve y seis por ciento a Eviel Pérez Magaña), lo que se mantiene como una constante es el alto porcentaje de electores indecisos, que se ha movido desde un 18 hasta un 26 por ciento.
Los electores indecisos pueden ubicarse en dos grandes grupos: el de aquellos que al ser entrevistados expresaron su preferencia hacia alguno de los candidatos a gobernador (en este caso se incluyen los cuatro, aun cuando Irma Piñeyro ya hubiese declinado a favor de Gabino Cué) pero que aún podrían cambiar el sentido del voto al momento de acudir a las urnas, y aquellos que por temor a represalias, o por simple desconfianza hacia sus encuestadores, revelaron que todavía no han decidido por quién votar.
En un escenario de empate técnico como el que se registra para la elección de gobernador en Oaxaca, este sector puede resultar determinante para inclinar la balanza hacia el candidato del PRI o hacia el candidato de la coalición opositora.
Si bien es cierto que cuando los indecisos deciden votar lo hacen mayoritariamente por un candidato opositor, también es un hecho que pueden optar por quedarse en casa, favoreciendo en estas circunstancias al candidato oficial.
Como hipótesis es válido establecer, entonces, que las probabilidades de triunfo de Gabino Cué descansarían en el convencimiento de un porcentaje significativo de este tipo de electores (seis o siete por ciento, más o menos entre 60 y 70 mil ciudadanos) para que el 4 de julio crucen cualquiera de los emblemas de los partidos que integran la coalición Unidos por la paz y el progreso (PAN, PRD, PC y PT) en la boleta de elección de gobernador para asegurar el triunfo del candidato opositor.
Sería un factor importante, pero en el escenario de una elección de Estado y con alto riesgo de resultar fraudulenta, tal vez ni siquiera bajo estas circunstancias se respetaría el voto ciudadano. El escenario óptimo, que podría echar abajo cualquier operativo de esta naturaleza avalada por el órgano electoral, sería una masiva participación ciudadana. Y esto parece difícil que ocurra.
Si para este 4 de julio no se espera una fuerte participación ciudadana (digamos que superior al 55 por ciento) es porque para desempatar y ganar la elección, el PRI requiere de un escenario de confrontación, miedo e incertidumbre como el que desde el gobierno del estado se han encargado de atizar. Por supuesto que también han influido en este ambiente de tensión las declaraciones irresponsables de algunos funcionarios panistas, los amagos del magisterio de convocar a una insurrección civil si hay fraude electoral y los hechos de violencia que por diversas causas han ocurrido en algunas comunidades y que le han servido muy bien al priísmo oaxaqueño para darle más fuerza a su campaña negra.
No hay vuelta de hoja: a menor participación ciudadana, mayores probabilidades de triunfo del candidato a gobernador del PRI. Pero además del voto duro, el triunfo priísta también depende de otros factores como el control del órgano electoral (que ya es un hecho incontrovertible), la depuración, cooptación o amedrentamiento hacia los funcionarios de las mesas directivas de casilla (que ya está ocurriendo) y la compra y coacción del voto antes y durante el día de la jornada electoral.
Si Gabino Cué y los candidatos a diputados y concejales de la coalición Unidos por la paz y el progreso logran vencer estas barricadas oficiales, estarían ganando la batalla de las urnas.
Pero la misma película la estaría viendo el priísta Eviel Pérez Magaña si triunfa por un estrecho margen y en medio de acusaciones de fraude electoral.
En ambos casos cualquiera de los dos estaría ganando la batalla de las urnas, pero para sentarse en la silla todavía tendrían que pasar la prueba de los tribunales electorales y de la movilización postelectoral. Y este nuevo capítulo podría empezar a escribirse la misma noche del 4 de julio.
El Ausente
El funeral del extinto candidato del PRI al gobierno de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, sirvió como tribuna política del priísmo nacional para romper lanzas en contra del Presidente Felipe Calderón. Con la presidenta Beatriz Paredes estuvieron 14 gobernadores, entre ellos los polémicos Mario Marín, de Puebla, y Fidel Herrera, de Veracruz. Pero llamó la atención la ausencia del gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz.
Hay quienes aseguran que tal ausencia fue por exceso de trabajo electoral, pero también quienes comentan de fuertes divergencias surgidas a tiempo entre el gobernador de esa entidad, Eugenio Hernández, y URO al punto que el primero le prohibió pisar tierra tamaulipeca. Y no llegó.
Foto: Internet