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México no se arrodilla ante EU, ya está postrado ante el narco
Oaxaca, Oax., 27 de septiembre de 2011 (Quadratín).- Desde el momento mismo de la postulación de Eviel Pérez Magaña como candidato del PRI a la gubernatura de Oaxaca, los priistas dirigentes, cuadros medios, militancia de base- se dividieron en dos grandes bloques: quienes decidieron aceptar el dedazo del gobernador Ulises Ruiz, y los que se rebelaron, abierta o silenciosamente, para terminar apoyando al candidato opositor Gabino Cué Monteagudo.
Entre las cabezas más visibles de esa rebelión priista estuvieron el exgobernador José Murat, por un lado, y el expresidentes del CDE del PRI y diputado federal, Jorge Franco Vargas, por el otro. Los votos que estos y otros distinguidos y no tan distinguidos priistas aportaron a la causa gabinista se tradujeron, una vez ganada la elección del 2010, en pactos de no agresión y arreglos con el nuevo régimen que incluiría algunas posiciones en el gabinete legal y ampliado.
Pero la histórica derrota del PRI provocó en sus filas todo tipo de reacciones. Y la más visible e inmediata fue el inicio de una disputa por el control de su dirigencia estatal. Expulsados del paraíso terrenal, ulisistas y antiulicistas se trenzaron en una feroz lucha legal y política: los primeros para sostener como presidente del CDE a Eviel Pérez Magaña- siempre tripulado por URO- ,y los segundos para desplazarlo de tal posición.
Después del 4 de julio del 2010 y hasta que URO permaneció en la gubernatura, nadie, o casi nadie, se atrevió públicamente a poner en duda la permanencia de Pérez Magaña en la presidencia , pero una vez que se fue, empezó la disputa abierta y frontal para desplazarlo.
Sin grandes diferencias en métodos y formas de hacer política en un partido en donde la democracia ha sido más discurso que realidad, los grupos y tribus opuestos al continuismo ulicista, fundamentalmente franquistas y muratistas, pactaron el desconocimiento del Comité Ejecutivo presidido por EPM y la elección de otro presidido por Javier Aroche a través de una asamblea de delegados celebrada el pasado sábado 24 de septiembre en la ciudad de Oaxaca.
Está claro que una medida de esta naturaleza no tendrá el reconocimiento del CEN del PRI. Por lo mismo ya sus promotores se han adelantado a los hechos y entre sus acuerdos también han incluido el desconocimiento de toda interlocución con el presidente nacional de su partido Humberto Moreira. Ahora lo que exigen es un diálogo directo con el virtual candidato a la presidencia Enrique Peña Nieto y no precisamente para exigir el reconocimiento de su Comité, cosa que nunca ocurrirá, sino para ser tomados en cuenta en el reparto de las candidaturas a diputados federales que ya el exgobernador Ulises Ruiz y Pérez Magaña habrían negociado para los suyos.
El objetivo y la ruta trazada por la disidencia prisita no deja lugar a dudas: constituyeron fuera de toda norma estatutaria un Comité Ejecutivo paralelo al que legalmente preside EPM para obligar al CEN del PRI a que designe a un delegado y por su conducto se convoque a la renovación de la dirigencia estatal. Y frente a la coyuntura del inicio del proceso electoral federal, también lo que se proponen es recomponer los arreglos que en la cúpula nacional del PRI ya tenía apalabrado URO, incluyendo su probable nominación como candidato a senador por Oaxaca.
Que esta crisis del priismo oaxaqueño se complique y prolongue o, por el contrario, encuentra una rápida solución, dependerá ahora de la decisión o decisiones que se tomen en la dirigencia nacional del PRI y en el propio cuarto de guerra de Peña Nieto.
Y la coyuntura del inicio del proceso electoral federal podría convertirse en un factor determinante para colocarlo de inmediato en la mesa de las negociaciones.
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Foto:Archivo