Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
Oaxaca, Oax. 22 de septiembre de 2009 (Quadratín).- En el frente opositor al PRI lo que hasta prevalece en la traída y llevada coalición electoral son los desacuerdos, la integración de por lo menos dos grandes bloques políticos y el intento de imposición del candidato a gobernador. Todos, es decir, PAN, PRD, PT, PC y hasta el PANAL, coinciden en que la única forma de ser competitivos en la contienda del 2010 es mediante la conformación de una amplia y sólida coalición electoral, sin embargo hasta ahora este objetivo aun no cobra forma y mas bien lo que se observa es un escenario con dos grandes bloques político-partidistas: el primero, integrado por los partidos que a nivel nacional integran el FAP (PT y PC) y un segmento del PRD, y otro encabezado por las dirigencias estatales del PRD y el PAN que el domingo 20 formalizaron su determinación, avalada por sus dirigencias nacionales, para integrar una coalición electoral cuya prioridad será consensar un programa de gobierno para la transición democrática con todas las fuerzas políticas y expresiones de la sociedad civil de Oaxaca.
Es evidente que mientras en el PRI las reglas de la contienda interna y la decisión final estará en manos de una sola persona, en la oposición se requiere de un proceso abierto y con reglas claras para garantizarle competitividad y futuro a la coalición, cosa que, insistimos aun no ocurre.
A riesgo de simplificar el análisis, los desacuerdos de esos dos grandes bloques opositores se ubican en el mapa de ruta que debe seguirse para avanzar en tres grandes ejes estratégicos: 1)la plataforma electoral, que puede tomar forma en un programa mínimo de gobierno para la transición democrática de Oaxaca , 2) el o los procedimientos para elegir al candidato a gobernador y a los candidatos a diputados locales y presidentes municipales y 3) su política de alianzas.
Sobre el programa de gobierno, o ceñidos a lo estrictamente formal, a una plataforma electoral, es evidente que lo que el sentido común aconseja es que los partidos que se han propuesta coaligarse para las elecciones del 2010 promuevan sus iniciativas y convoquen a foros y debates públicos para tal propósito en forma conjunta y no por separado como hasta ahora viene ocurriendo.
En este sentido, en poco abona a un proyecto unitario el hecho de que el PT , el PC y una fracción minoritaria del PRD organicen foros regionales para escuchar, debatir y derivar propuestas para un programa de gobierno desde la sociedad civil, sin que previamente se aclare por qué acuden a este expediente y no al de una convocatoria conjunta de toda la izquierda política-partidista.
En la intención de sumar y no restar, el naciente bloque PRD-PAN ha manifestado su disposición para caminar juntos con el PT y el PC, y todos los partidos dispuestos a enfrentar al PRI en el 2010 , bajo la premisa de que en tanto no se discuta y consense el programa de transición ,el tema de la definición del candidato a gobernador y de los candidatos a diputados locales y presidentes municipales debe quedar para un segundo momento.
Y es precisamente en este punto en donde asoma la otra diferencia pues tanto a nivel nacional como local, los partidos que integran el FAP se han valido de arreglos cupulares para intentar imponer como candidato a la gubernatura al senador Gabino Cué, sin que previamente se defina una plataforma electoral y los procedimientos para elegir al candidato a gobernador y a los otros candidatos para las elecciones concurrentes del 2010. Este es el factor que mas desacuerdos y hasta enconos ha provocado en todos los niveles de la oposición pues ésta fue la ruta que se siguió en el 2004, año en que Gabino Cué fue postulado candidato a gobernador por la alianza Todos Somos Oaxaca integrada por el PAN, el PRD y el PC. Hoy, a la luz de esa experiencia que terminó distanciando a Cué Monteagudo de las cúpulas del PRD y del PAN a nivel estatal, el planteamiento propuesto por estas dos fuerzas políticas es primero el programa, después el nombre de los candidatos.
Sin duda alguna hasta ahora es Gabino Cué el aspirante que sigue punteando en las encuestas de todos los que en el PRI, PRD y PAN pretenden ganar la postulación a la gubernatura. Pero por esa misma preferencia debiera ser el primero en tomarle la palabra a las dirigencias del PRD y del PAN para someterse a un proceso democrático de elección para no seguir alentando las discordias entre las fuerzas que pretenden coaligarse.
Es evidente que los dos primeros temas, es decir la plataforma electoral y el procedimiento para elegir candidatos, tienen estrecha relación con la definición de una política de alianzas que tal parece que tampoco se ha puesto en la mesa de las negociaciones interpartidistas. Y en este punto no solamente se trata de precisar con quienes, sino cómo y el tipo de compromisos políticos que deberán asumir cada uno de los actores promotores de la coalición electoral.
En síntesis, es evidente que hasta ahora los partidos de oposición, pero sobre todo los de centro izquierda, no han superado sus diferencias grupales, personales y estratégicas para ponerse de acuerdo en el procedimiento para integrar la coalición, elegir a sus candidato y clarificar su política de alianzas.
En consecuencia, lo que hoy se tiene a la vista son tres escenarios:
Un primer escenario es la formación de dos coaliciones, una integrada por el PT, PC y un segmento del PRD y llevando como aliados principales a algunas organizaciones sociales que en el 2006 integraron la APPO, y otra encabezada por la estructura formal del PRD, el PAN y tal vez el PUP- y otras expresiones organizadas de la sociedad civil. En este escenario el PRI no tendría grandes dificultades para mantener el control del poder ejecutivo.
El segundo escenario es la integración de una sola coalición opositora integrada bajo reglas impuestas desde el centro, con la autoexclusión del PAN y el sometimiento de la dirigencia estatal del PRD. En este escenario, el riesgo de rupturas internas y la cooptación oficial de expresiones disidentes en la izquierda política seguiría colocando al PRI como virtual ganador de la gubernatura.
El tercer escenario, que sería el esperado por amplios sectores de la sociedad civil, es la formación de una coalición opositora consensada a nivel nacional y estatal, con la integración del mayor número de partidos de oposición, un programa de gobierno reflexionado con la sociedad civil y reglas claras para la definición de candidaturas. Bajo este escenario crecerían las posibilidades de arrebatarle al PRI la gubernatura y de inducir una ruptura del bloque gobernante.
Por supuesto que aun no están agotados los tiempos legales ni políticos para corregir rumbos, redefinir estrategias y sumar voluntades.
La moneda sigue en el aire y la responsabilidad del triunfo o fracaso de este proyecto está por ahora del lado de los partidos políticos.