Diferencias entre un estúpido y un idiota
Oaxaca, Oax. 21 de febrero 2011 (Quadratín).- 1. La derrota de la APPO en el 2006 tuvo, por lo menos, tres causas: las negociaciones de la dirigencia de la sección 22 del SNTE con la Secretaría de Gobernación y el consiguiente levantamiento del paro magisterial y el cese de sus movilizaciones (plantones, bloqueos de calles ,etc), la división y debilitamiento de la APPO y la radicalización de su movimiento originada por la desesperación de algunos sectores políticos y sociales pero sobre todo por el vandalismo y la violencia generalizada promovida por grupos de provocadores presumiblemente financiados por los gobiernos federal y estatal. Bandas de jóvenes encapuchados se convirtieron así en los principales promotores y protagonistas de los actos de provocación y los enfrentamientos con la PFP que terminaron por justificar la respuesta represiva de los cuerpos policíacos de ésta corporación en contra de los dirigentes de la APPO .Y el desenlace ya es de todos conocido: el gobierno federal, con el apoyo del PRI y el poder legislativo federal, recuperó el control de la ciudad capital para luego restituir en la silla gubernamental al denostado gobernador Ulises Ruiz Ortiz.
2. El martes 15 de febrero, el intento del magisterio de la sección 22 del SNTE para ingresar por la fuerza al zócalo para protestar en contra de la presencia del presidente Felipe Calderón en Palacio de Gobierno, abrió paso al enfrentamiento con la PFP y al uso indiscriminado de la fuerza por parte de elementos de ésta corporación.
De tan lamentables sucesos dieron cuenta todos los medios locales, nacionales y algunos con cobertura internacional, pues no se trató de un simple riña sino de una cadena de sucesos violentos, expresada en intermitentes choques entre maestros y policías, golpiza a maestros y algunos elementos de la PFP, agresiones a ciudadanos y reporteros, destrucción de algunos edificios históricos, y actos de vandalismo en contra de comercios establecidos que propiciaron un clima de intimidación y virtual suspensión de garantías individuales .
Como si con toda premeditación y alevosía se tratara de reeditar algunos de los negros episodios del 2006, en estos sucesos no pasó desapercibida la presencia de grupos de choque, integrada por jóvenes encapuchados y mochiludos, de complexión robusta, con vestimenta negra y muy bien organizados y entrenados para la lucha callejera que parecieron esperar solamente una señal para hacer acto de presencia en la zona de conflicto y atizar el encono y la toma violenta del zócalo así como el enfrentamiento con miembros de la PFP. La fotografía que un día después apareció en primera plana en el diario Milenio es altamente revelador sobre el perfil de los provocadores.
Pocos medios dieron cuenta de éste factor que, al final de cuentas, y al igual que en el 2006, fue el que provocó la violenta reacción de los cuerpos policíacos de la PFP que bajo el mando del Estado Mayor Presidencial no repararon en nada cuando recibieron la orden de responder con gases lacrimógenos y toletazos al reiterado intento de los maestros de la sección 22 del SNTE para tomar el zócalo e impedir que el presidente Felipe Calderón ingresara al Palacio de Gobierno.
3. Tan sospechosa resultó la presencia de este grupo de provocadores, y la falta de un deslinde oficial, claro y contundente, de la dirigencia de la sección 22 del SNTE, como el manejo que algunos medios locales y nacionales dieron al caso al señalar como responsable único de lo ocurrido al gobierno del estado de Oaxaca. Pudo tenerlo en la medida que los funcionarios del área de seguridad e inteligencia política no advirtieron al Estado Mayor Presidencial sobre los riesgos que implicaba programar la presencia del Presidente de la República en Palacio de Gobierno, sede del poder ejecutivo pero también, luego del sinfín de agravios del ulisiato, símbolo de soberanía y resistencia ciudadana. Además, para el propio Estado Mayor estaba claro la postura de rechazo que ha mantenido la sección del SNTE hacia el presidente Calderón.
Descuido y exceso de confianza sobre las buenas relaciones que hasta entonces se habían mantenido con la dirigencia magisterial, pero no con la totalidad de las corrientes sindicales, algunas de ellas proclives al viejo régimen; y fallas en los sistemas de inteligencia del propio Estado Mayor, combinada con la soberbia y arbitrariedad que ha caracterizado en estos casos a los mandos de la PFP: la combinación de ambos factores, aunado al temor de perder el control sobre el cerco de seguridad tendido en el centro histórico, fueron determinantes para un desenlace violento de la gira presidencial.
4. Es de elemental justicia que frente a todo lo ocurrido, tanto el magisterio como diversos sectores de la sociedad demanden ahora el esclarecimiento de los hechos y el castigo a los responsables, pero no al punto de exigir una disculpa pública ni poner de rodillas al gobierno gabinista. Por lo mismo, la investigación y la acción de la justicia no debe estar dirigido solamente hacia los elementos de la PFP y de la propia Policía Preventiva que pudieron haber intervenido, si ese fuera el caso, sino también hacia los provocadores (porros o activistas radicales) cuyos actos de pillaje y destrucción fueron registrados en los medios de comunicación impresos y electrónicos.
Pretender descargar toda la responsabilidad de tan lamentables sucesos en el gobernador Gabino Cué, como lo vienen haciendo la dirigencia seccional magisterial y algunas corrientes del magisterio y el priismo ulicista sólo revela una insana pretensión para enlodar la imagen del nuevo gobierno y poner en duda la viabilidad de su proyecto de alternancia. Es cierto que múltiples factores, internos y externos (de los que ya nos hemos ocupado en otras entregas) han impedido hasta ahora la instauración de un gobierno eficaz y responsable, diferente en todos los sentidos a los gobiernos priistas, pero lo anterior no pueda llevarnos a la falaz conclusión que el gobierno gabinista es represivo y omiso ante los errores, excesos y omisiones que propiciaron los violentos acontecimientos del 15 de febrero.
Y la postura y decisiones que tome en los próximos días serán determinantes no solamente para reafirmar su vocación dialoguista y compromiso con la transformación de Oaxaca sino para enviar las primeras señales de que no será necesario esperar 100 días, seis meses o un año para rectificar y dar sus primeros golpes de timón.