
Tareas de Claudia sin AMLO: economía y Casa Blanca
México, D.F. 2 de mayo de 2013 (Quadratín).- A unos días del proceso electoral en 14 estados de la República, estamos viendo escenas violentas en varios de ellos y pareciera que Oaxaca no es la excepción.
En el estado de Guerrero vemos acciones de destrucción de la Casa de Gobierno, el Congreso Estatal, las sedes de los partidos políticos del PAN, PRD, PRI y la Contraloría del Estado; en Michoacán vemos toma de vehículos de alto riesgo y bloqueos de carreteras; en el DF, la toma de las oficinas de rectoría de la UNAM y de la UAM y el ataque a granaderos este 1 de mayo.
Todos nos preguntamos qué es lo que persiguen cada una de las movilizaciones, pero nadie obtiene respuestas contundentes.
Mientras tanto escuchamos las filtraciones de las conversaciones de líderes políticos en Veracruz que advierten el uso electoral de los programas gubernamentales, la demanda de juicio político contra Rosario Robles y el Gobernador de Veracruz y el condicionamiento de su participación en el Pacto por México del PAN y del PRD.
Por otro lado, se muestra el hartazgo social por las movilizaciones violentas, la afectación de derechos, argumentado el ejercicio de otros, por parte de organizaciones sociales y la falta de inteligencia y de operación política, la impunidad y la prudencia cuestionable de los gobiernos federal y locales.
Oaxaca tiene en su memoria el 2006 que no venció la movilización social, ni ganó el movimiento magisterial, todos perdimos en Oaxaca, negocios quebrados, gobierno impotente, incomunicación, muertes, etcétera.
Este miércoles, los medios de comunicación dieron cuenta de la violencia irracional de quienes se dicen estar en contra de las reformas estructurales, cobijados bajo el anonimato cobarde de la capucha o insertos en celebraciones cívicas. Liderazgos disminuidos y rebasados, ahora con el argumento de estar infiltrados, por sus propios aliados.
También observamos el uso inadecuado de la fuerza institucional, fuera de control y alejado de protocolos para el control de este tipo de eventos, disparos de armas de fuego. En suma, no hubo control social ni gubernamental.
Pareciera que Oaxaca se convierte en un punto de referencia para bien o para mal de estos escenarios futuros, del movimiento magisterial y social, de las fuerzas oscuras que alientan la violencia y la ingobernabilidad, de los procesos electorales con alta competencia por el poder.
Pero qué debemos esperar ante esta vorágine de violencia. El diálogo y la aplicación estricta de la ley por parte del estado. Por parte de las organizaciones sociales, prudencia, el uso de los canales legales y conciliatorios y el respeto a los derechos de terceros.
¿Será mucho pedir, para el bien de nuestro estado?
Foto: Internet