
Joel Omar Vázquez Herrera, nuevo director del INAH
Oaxaca, Oax. 25 de junio 2012 (Quadratín).- La presunta detención de un hijo de Joaquín El Chapo Guzmán a manos de la Marina pareció el golpe que el panismo requería para tomar oxígeno en los días finales de la contienda presidencial.
Pero pocas horas duró la emoción. La propia DEA se encargó de desinflar el pecho erguido de aquellos que intentaron capitalizar este golpe, incluida la candidata presidencial. La agencia estadunidense fue la primera en salir a desmentir la información, a pesar de que la Marina hizo un nuevo intento por mantener viva una mentira que horas más tarde se caería con un comunicado de la PGR haciendo la fe de erratas.
Sorprende que una institución como la Marina, que ha gozado de una de las mejores reputaciones dentro de las fuerzas armadas mexicanas, haya caído en el juego del engaño. A pesar del error, habrá quien sostenga que los detenidos en Zapopan podrían estar ligados al crimen organizado. Se les decomisaron armas, cartuchos, vehículos y dinero en efectivo.
Pero más allá de lo que se pueda investigar de ellos, quedó de manifiesto que los protocolos de seguridad que anunció el presidente Calderón en abril pasado para la preservación de evidencias y presentación de detenidos ante las autoridades, no sirvieron de nada, o nadie los ha leído aún.
El dichoso documento publicado en el DOF el 23 de abril estipula que las fuerzas armadas deberán actuar y mantener los principios fundamentales de legalidad, oportunidad, racionalidad y proporcionalidad. La historia del supuesto hijo de El Chapo no contó con estos beneficios.
Después de esto, qué certeza tendremos de que nos presentarán al verdadero Chapo, al Mayo, a El Azul, al Lazca, al Z-40 o a aquellos grandes capos del narco. Cómo confiar que sí sean ellos, después de esto y de todas aquellas historias casi urbanas que hablan de las operaciones estéticas a las que se someten los narcotraficantes. Qué nadie recuerda a Amado Carrillo El Señor de los Cielos.
Qué imagen deja este enorme error en la procuración de justicia del gobierno federal. Su yerro no merece más palabras.
Dicen que los tiempos de la política no son los tiempos de la justicia, ellos no lo han aprendido.
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